Miguel Ángel Mata Mata. ACAPULCO, GRO., a 28 de septiembre del 2024 . – Y, entonces, llegaron ellos. Destruyeron los humedales. Levantaron casitas, que vendieron a los pobres, quienes hoy se ahogan en el lecho de un pantano donde antes, lirios y carrizos, moderaban la temperatura marina que impedía la llegada de los huracanes. Y, luego, se fueron ellos. Llenaron sus bolsillos con pequeños pagos mensuales. Aquí se quedaron los pobres. Llenan de agua de laguna sus bonitas casitas. Cada doce meses. O cada año. El agua busca su nivel, en las casas vendidas con hermosas promesas de un eterno hogar bajo las estrellas, cerca del mar y frente a donde se hospedan los millonarios. EL SEÑOR PALMA . “Así de recio llovía en Acapulco, hace setenta años, o más”, susurró Antero Palma. Desde el Marqués, hasta el Plan de los Amates, se inundaban los humedales. Se llenaban las lagunas de Tres Palos y la Laguna Negra de Puerto Marqués. Hasta que se abría la Barra Vieja y bajaba el n...