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Vรญctor CORCOBA HERRERO/ Escritor Espaรฑol
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Nos hemos globalizado y, eso, estรก muy bien; ahora nos falta sustentarnos en el verdadero amor, conocedores de que el espรญritu fraterno, es lo que nos obliga a desvivirnos por vivir la acciรณn colectiva, como fuerza orientadora para lograr la concordia, desde el abecedario del respeto mutuo y el lenguaje de la tolerancia. En consecuencia, ha llegado el momento, tan precioso como preciso, de activar la pausa, para oรญrnos y vernos junto al mejor libro de moral que llevamos en nuestro fuero interno, lo que conlleva prioritariamente a recogerse y acogerse unos en otros; puesto que, nuestra historia humana, tambiรฉn tiene un destino comรบn. Desde luego, esta nueva era debe volcarse en lo autรฉntico, comenzando por asegurar a todo ser humano una existencia conforme a su dignidad.
El relativismo no es la soluciรณn y la falsedad nos deja sin percepciรณn. Aprendamos a desenmascarar, el verdadero peligro destructor, ese que radica en cada uno de nosotros, pues disponemos de instrumentos cada vez mรกs poderosos, capaces de llevarnos tanto a la ruina como a las mรกs altas conquistas. Es cuestiรณn, entonces, de tomar reparo. Esto hace que nos descubramos, acusรกndonos a nosotros mismos, por no haber sido capaces de aprender a reprendernos. Sin duda, necesitamos tiempo para nosotros, para la reflexiรณn รฉtica y la clemente faena, sobre todo a la hora de abordar nuestros propios retos. De lo contrario, germinarรก la furia irresponsable, al no haber trabajado por mantener viva esa pequeรฑa chispa iluminadora de fuego celeste, que puebla los interiores para poder discernir.
Axiomรกticamente, no hay mรกs que un avance: la cogniciรณn al servicio de la entereza; como tampoco hay mรกs que un desarrollo: el don de la inspiraciรณn al servicio de la entrega. Pero, ยกcuidado!, esto no significa seguir al interรฉs del propio yo, haciendo lo que me conviene. ยกNo es esto! Realmente, la sabidurรญa radica en ese espacio รญntimo, donde confluye la verdad con la bondad, el espรญritu donante con la suma de labores conjuntas, hasta volvernos ciudadanos dispuestos a trabajar: corazรณn con corazรณn y sin coraza. La quietud, en efecto, no se consigue mediante el equilibrio de fuerzas y de beneficios, se alcanza mรกs bien con la confianza que nos inspiran sentimientos humanitarios. Por otra parte, una sociedad es noble y respetable por su apego a los principios fundamentales.
Por ello, es vital que la ciudadanรญa tome conciencia de que estamos viviendo situaciones verdaderamente crueles e inhumanas. El primer cambio es de conciencia, de que la justicia social se ajuste a la diversidad cultural, dando visibilidad a los mรกs vulnerables. Tambiรฉn hay que frenar los discursos de odio; si es preciso usando la inteligencia artificial o patrullando las redes sociales, para detectar y frenar el ciberacoso y la violencia digital. Ademรกs, quizรกs tengamos que continuar educando para la sociabilidad, considerando algo tan vital, como que no se pierda un solo talento por falta de oportunidades. Lo que nos recuerda, asimismo, que tenemos que salir de este mundo de barbarie o este mundo pondrรก fin a la humanidad.
Hay que enamorar al mundo, en comuniรณn de servicio. Urge, por ende, que todos fomentemos una cultura de paz con amor y lo hagamos activando la voz del alma. Tan sรณlo hay que proceder, con unas entretelas puras, a promover una conciencia global, que de sanaciรณn a un mundo fracturado y peligroso, en el que nadie es nada por sรญ mismo, sin los demรกs. Nos precisamos todos. De modo que, cuando hablamos de cuidar la casa comรบn que es el planeta, acudamos a ese mรญnimo de nociรณn universal y de preocupaciรณn por el cuidado mutuo. Porque si alguien tiene algo que ofrecer, para dar vida, es porque ha logrado una altura moral que le permite transcenderse para sรญ y para sus anรกlogos. Lรณgicamente, cualquier ciudadano de bien, prefiere perder el honor antes que la sensatez.
corcoba@telefonica.net
02 de abril de 2025.-
#๐๐น๐ช๐จ๐ช๐ณ๐ญ๐ฆ๐๐ญ๐ข๐ถ๐ฅ๐ช๐ข๐ค๐ถ๐ฎ๐ฑ๐ญ๐ข.
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