𝗔𝗹𝗴𝗼 𝗠á𝘀 𝗤𝘂𝗲 𝗣𝗮𝗹𝗮𝗯𝗿𝗮𝘀


 

𝙋𝙧𝙚𝙨𝙚𝙧𝙫𝙖𝙧 𝙪𝙣𝙖 𝙖𝙪𝙩é𝙣𝙩𝙞𝙘𝙖 𝙝𝙪𝙢𝙖𝙣𝙞𝙙𝙖𝙙;

𝙘𝙤𝙢𝙤 𝙡𝙤 𝙝𝙞𝙯𝙤 𝙚𝙡 𝙥𝙖𝙥𝙖 𝙁𝙧𝙖𝙣𝙘𝙞𝙨𝙘𝙤

 

“𝘌𝘭 𝘵𝘳𝘢𝘣𝘢𝘫𝘰 𝘩𝘦𝘤𝘩𝘰 𝘤𝘰𝘯 𝘦𝘴𝘱𝘦𝘤𝘪𝘢𝘭 𝘦𝘴𝘮𝘦𝘳𝘰 𝘺 𝘤𝘰𝘯 𝘨𝘦𝘯𝘦𝘳𝘰𝘴𝘪𝘥𝘢𝘥, 𝘴𝘪𝘦𝘮𝘱𝘳𝘦 𝘦𝘴 𝘶𝘯𝘢 𝘤𝘳𝘦𝘢𝘤𝘪ó𝘯 𝘰𝘳𝘪𝘨𝘪𝘯𝘢𝘭 𝘺 ú𝘯𝘪𝘤𝘢. 𝘉𝘢𝘫𝘰 𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘱𝘦𝘤𝘵𝘪𝘷𝘢 𝘪𝘯𝘯𝘰𝘷𝘢𝘥𝘰𝘳𝘢, 𝘭𝘢 𝘩𝘶𝘮𝘢𝘯𝘪𝘥𝘢𝘥 𝘵𝘦𝘯𝘥𝘳á 𝘲𝘶𝘦 𝘢𝘶𝘯𝘢𝘳 𝘦𝘴𝘧𝘶𝘦𝘳𝘻𝘰𝘴, 𝘢𝘭 𝘮𝘦𝘯𝘰𝘴 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘱𝘳𝘰𝘮𝘰𝘷𝘦𝘳 𝘶𝘯𝘢 𝘷𝘪𝘴𝘪ó𝘯 𝘢𝘶𝘵é𝘯𝘵𝘪𝘤𝘢 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢 𝘩𝘶𝘮𝘢𝘯𝘢 𝘺 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘴𝘰𝘤𝘪𝘦𝘥𝘢𝘥, 𝘲𝘶𝘦 𝘩𝘢 𝘥𝘦 𝘳𝘦𝘨𝘶𝘭𝘢𝘳 𝘵𝘢𝘮𝘣𝘪é𝘯 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘰𝘣𝘫𝘦𝘵𝘪𝘷𝘰 𝘨𝘭𝘰𝘣𝘢𝘭 𝘦𝘭 𝘷𝘢𝘭𝘰𝘳 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘯𝘢𝘵𝘶𝘳𝘢𝘭𝘦𝘻𝘢 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦 𝘮𝘶𝘦𝘷𝘦”.
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Víctor CORCOBA HERRERO/ Escritor Español
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El momento que vivimos no es fácil, tampoco nunca lo ha sido, pero ahora que habitamos en medio de la civilización tecnológica, donde todo lo humano parece olvidarse, hemos de estar más en guardia y más abiertos a los demás, particularmente con los débiles. Nadie se puede quedar en el olvido o en el abandono. Lo que importa realmente es el afecto vertido en todo lo que realizamos. Ciertamente, vivimos un cambio transformador, que requiere de cada uno de nosotros, comenzar por mirarnos con otros ojos más espirituales que corporales; ya que, es esta sabiduría que emana del corazón, la que realmente nos trasciende. No es la capacidad de las máquinas, tampoco la formación mundana irresponsable, la que nos hace ver horizontes claros, es nuestro propio espíritu de poetas.
El trabajo hecho con especial esmero y con generosidad, siempre es una creación original y única. Bajo esta perspectiva innovadora, la humanidad tendrá que aunar esfuerzos, al menos para promover una visión auténtica de la persona humana y de la sociedad, que ha de regular también como objetivo global el valor de la naturaleza en la que se mueve. En este sentido, los pueblos indígenas se encuentran entre los más afectados por las condiciones meteorológicas extremas, la pérdida de biodiversidad y la disminución de los recursos naturales. Sin embargo, precisamente gracias a su talante natural y a su relación con el medio ambiente, son también los que nos pueden ayudar a encontrar soluciones para remediar los daños causados.
Indudablemente, cada uno nosotros es garante de frenar destrucciones, que ocasionan verdaderos calvarios a las gentes. De ahí, la importancia de ahondar en nosotros mismos como seres de verbo en verso, que ha de llevarnos a cuestionarnos nuestro papel en el mundo. En este sentido, el propio Papa Francisco, lo describía como un cambio de época, que ha de llevarnos a una renovada cognición por lo auténtico. La apariencia y la mentira sólo brindan vacío y vicio. Nuestro interior es el que verdaderamente nos alberga los estados de la placidez; por eso, hay que dejarse oír, dejándose templar y determinar por sus poéticos pulsos y pausas. Por eso, frente al propio hacer de cada día, quizás convendría que nos interrogásemos sobre sí: ¿tengo corazón para ser poesía o prefiero poder y dominación? 
Vivir, por sí mismo, es el mejor poema a injertar que nos guarda y nos aguarda en las fibras del alma. Lo trascendente no es tanto mantenerse en forma, como que impere el buen fondo, para poder comprender que nada de lo que le ocurra a nuestros semejantes, nos debe resultar ajeno. Tenemos que parar de lanzarnos piedras entre sí, fomentando la cultura del sincero abrazo y la comunión de latidos. Deja de tener sentido, mirar hacia otro lado; al ver como se activan las armas y no el alma de amor. O presenciar con la indiferencia, las meras luchas de poder en torno a intereses parciales mezquinos. Hemos de despertar. Máxime, sabiendo, que el mundo puede cambiar desde el corazón. Renunciemos a perder el tiempo y ayudemos a donarnos una existencia decente hermanada.
Aprendamos entre sí unos de otros, custodiemos el mundo con la lirica alabanza del reencuentro, lo que implica abarcar la totalidad del ser, tanto mental como sapiente, corpórea y relacional. De esto se deduce que todos llevamos consigo una dimensión contemplativa, un deseo innato de hacer genealogía, uniendo vínculos a golpe de miradas acariciadoras, que son las que fomentan la inspiración andante que somos. Sin duda, es bajo este contexto como se avanza y se difumina la línea que separa lo genuinamente humano de lo adulterado. Necesitamos el don de la iluminación pensante, para poder discernir e irnos del oleaje que nos deshumaniza, con inhumanidades manifiestas, que nos alejan de esa alianza plena, como trovadores de apego vivo. ¡Retornemos, pues, a la composición armónica!  
corcoba@telefonica.net
27 de abril de 2025.-
#𝘌𝘹𝘪𝘨𝘪𝘳𝘭𝘦𝘊𝘭𝘢𝘶𝘥𝘪𝘢𝘤𝘶𝘮𝘱𝘭𝘢.

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