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Fernando Hinterholzer Diestel
Chiapas de acuerdo cifras de Coneval, continรบa siendo el estado mรกs de pobre del paรญs, misma que llega al 76.4 por ciento de su poblaciรณn. El 28.2 por ciento de los chiapanecos vive en la indigencia, esto es, un millรณn 607 mil personas. Chiapas es la entidad con menor porcentaje de poblaciรณn no pobre o no vulnerable, 8.1 por ciento. “Las comunidades zapatistas, es decir los municipios autรณnomos donde se gobierna segรบn sus bandos, reglas y costumbres, son los mรกs pobres entre los pobres”. Ho en dรญa dichos territorios han sido invadidos por grupos de criminales, dedicados al narcotrรกfico y al trรกfico de seres humanos. “Segรบn datos del Sistema Nacional de Seguridad Pรบblica, en Chiapas los homicidios dolosos se dispararon en los รบltimos dos aรฑos y aumentaron un 33% entre 2022 y 2023 pasando de 377 en el primer aรฑo, a mรกs de 500 asesinatos violentos denunciados el aรฑo pasado”. Hace tiempo que diversos comunicadores y analistas, han venido advirtiendo que el sureรฑo estado de Chiapas se encuentra en una situaciรณn altamente preocupante, por la presencia avasalladora y la disputa del territorio por grupos criminales que se han infiltrado en toda la estructura del estado. son los miembros del Cรกrtel del Noreste, que tienen presencia de aรฑos en esa zona, y se enfrentan a las organizaciones del Cรกrtel de Sinaloa, que han desplazado a los antiguos operadores del Mayo Zambada en el estado.
De acuerdo a informes de inteligencia, “las autoridades locales descaradamente”, apoyan a los sinaloenses, esto sucede sobre todo en la sierra y en la zona fronteriza con Guatemala. El Cรกrtel del Noreste estรก vinculado, ademรกs, con el CJNG, el tercero que opera en el estado, todo ello provoca que, en toda la zona de Frontera Comalapa, Ocosingo y otras comunidades, haya cientos de muertos, expulsados, secuestrados, a consecuencia de esta guerra. Como escribรญamos hace algunas semanas, en Frontera Comalapa, la lucha no es entre organizaciones sociales que alguna vez fueron zapatistas, se trata de un enfrentamiento entre el Cรกrtel Jalisco Nueva Generaciรณn y el de Sinaloa. Lo increรญble, hay que insistir en ello, es que, no haya reacciones ni combate contra los sicarios, por parte de los tres niveles de gobierno, federal, estatal o municipal. Se observa, como la poblaciรณn huye, y denuncia al mismo tiempo lo que estรก sucediendo, Chiapas siempre habรญa estado bajo control del Cรกrtel de Sinaloa y, particular de grupos locales que trabajaban con los Mayitos. Desde inicio del sexenio anterior 2019, llegaron a la regiรณn, grupos del CJNG, asรญ como de Los Chapitos, absorbiendo a carteles mรกs pequeรฑos y eliminando rivales. El CJNG y Los Chapitos crearon grupos nuevos, al tiempo que iban infiltrรกndose, comprando, creando organizaciones supuestamente sociales, incluso dentro del propio zapatismo (una de las razones, no la รบnica, de las divisiones que tiene ese movimiento en la actualidad) y de otras fuerzas polรญticas.
El gobierno del Estado, pasarรก a la posteridad como la entidad que permitiรณ que el narcotrรกfico llegara y dominara Chiapas, cambiando de esta manera la vida de las comunidades y pueblos, lo mismo en Los Altos en San Cristรณbal, la costa, en la frontera. En los casi seis aรฑos de administraciรณn, la administraciรณn de Escandรณn Cadenas siempre estuvo ausente de la problemรกtica de violencia que poco a poco se adentrรณ a todas las regiones chiapanecas. los cรกrteles de la droga se devastaban poco a poco los territorios de la entidad, lo mismo formando “grupos de autodefensa” armados por el narco para controlar comunidades indรญgenas de la sierra o la selva, que, controlando el destino turรญstico de San Cristรณbal de las Casas, convertido ahora en un centro de distribuciรณn de drogas y controlado por pandillas armadas por el narcotrรกfico. La prensa y medios locales casi nunca hablan de la “violencia narca” que estรก consumiendo a los chiapanecos y que provoca desplazamientos de familias y comunidades enteras que abandonan sus comunidades y migran a otras zonas del estado y a Guatemala, huyendo de la violencia de los hombres armados por el narco. Escandรณn nunca ha querido o no quiera ver, ya sea por estulticia, incapacidad o complicidad, la guerra cruenta e infame en la que el Cรกrtel de Sinaloa y el Cรกrtel Jalisco Nueva Generaciรณn se disputan los territorios de Chiapas, que son estratรฉgicos para el trasiego de drogas como la cocaรญna y de los precursores quรญmicos para la producciรณn de fentanilo y otras drogas sintรฉticas procedentes de Guatemala, Asia y de Sudamรฉrica.
Hay que insistir en un tema crucial, la presidente Sheimbaum no puede darse el lujo de seguir perdiendo el control de nuestra frontera sur, que hoy en dรญa, estรก cada vez mรกs en manos de los carteles criminales. Ademรกs de la venta de droga, armas, contrabando, es cada vez mรกs importante y creciente, el negocio del trรกfico de personas y el de minerales estratรฉgicos como el uranio y el plutonio. Ahora lo que tenemos son grupos criminales con los que el Estado no podrรก seguir negociando ni ignorando, su รบnico objetivo es seguir controlando territorios, traficando y extorsionando a la poblaciรณn, a costa del propio Estado. Lo que sufrimos los chiapanecos es una “gran guerra interna”. El fin de esta “guerra territorial” entre las organizaciones criminales no se divisa en el corto plazo, no parece fรกcil que los sinaloenses abandonen una plaza que controlan hace de 30 aรฑos, pero los de Jalisco, parecen empeรฑados en obtener el control territorial fronterizo en esa zona”.
“En Chiapas nos encontramos en medio de una diversificaciรณn y opacidad de grupos armados que utilizan la violencia para el control social, polรญtico, econรณmico y territorial marcada por la continuidad de una estrategia de “permisidad gubernamental”; asรญ como una impunidad fomentada por actores estatales que abona al despojo, explotaciรณn y marginaciรณn social. El aumento de esta violencia ha dejado graves violaciones a los derechos humanos, dentro de las que destacan situaciones de desplazamiento forzado masivo e intermitente, desapariciones, despojo de tierras, asesinatos, tortura, entre otras”. “La guerra del narco que ensangrentรณ la frontera norte de Mรฉxico y poco a poco todo el paรญs, ahora se extiende hacia el sureste y la frontera sur, y ahรญ los intereses criminales extractivistas, narco-econรณmicos. Probablemente lo รบltimos acontecimientos de violencia ya han rebasado ese borde. De no hacerlo, la guerra civil serรก una realidad en Chiapas, y serรก responsabilidad del actual gobierno. “En Mรฉxico, todos los dรญas, es dรญa de muertos y desaparecidos”.
ES CUANTO
ADENDDUM: La incertidumbre que prevalece entre los inversionistas y principales socios comerciales de Mรฉxico por la terquedad de aniquilar el orden constitucional para adecuarlo a la dictadura en ciernes cobrarรก factura, por ejemplo, con el T-MEC, la degradaciรณn de la deuda por parte de las calificadoras internacionales, la devaluaciรณn, como ya ocurre en estos momentos, la inflaciรณn, el desplome del PIB, ademรกs de la quiebra tรฉcnica que padece Pemex, entre otros indicadores macroeconรณmicos.
La decisiรณn de la Suprema Corte el prรณximo martes 5 de noviembre serรก histรณrica. Si se opone a la reforma, abrirรก una nueva etapa en la historia constitucional del paรญs, estableciendo que hay lรญmites para el poder reformador. Sin embargo, si decide no intervenir, las consecuencias de esta omisiรณn podrรญan resonar en cada esquina del paรญs, especialmente cuando la justicia enfrente casos polรฉmicos o impopulares. La Corte tiene en sus manos la posibilidad de recordar que la Constituciรณn no es solo un papel al que se le pueden hacer ajustes a conveniencia; es la base sobre la que se construye la justicia que deberรญa protegernos a todos, incluso cuando somos la minorรญa, cuando no tenemos poder o cuando nuestras causas no son populares.
#๐๐น๐ช๐จ๐ช๐ณ๐ญ๐ฆ๐๐ญ๐ข๐ถ๐ฅ๐ช๐ข๐ค๐ถ๐ฎ๐ฑ๐ญ๐ข.
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