"No basta para castigar a los responsables” una disculpa
𝙈𝙖𝙩𝙝𝙞𝙚𝙪 𝙏𝙤𝙪𝙧𝙡𝙞𝙚𝙧𝙚.CIUDAD DE MÉXICO.- La disculpa del Estado por la represión al movimiento estudiantil del 2 de octubre de 1968, plasmada en el decreto que Claudia Sheinbaum Pardo firmó hoy en su primer día como presidenta de México, "no basta para castigar a los responsables" plantearon organizaciones que participaron en la marcha conmemorativa por los 56 años de la masacre perpetrada por el Ejército en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco.
Al margen del mitin con el que la marcha culminó, grupos de jóvenes encapuchados lanzaron petardos y piedras sobre edificios públicos y contra el nutrido contingente de granaderos desplegado alrededor del Palacio de gobierno capitalino. Los uniformados, acorralados y retraídos detrás de sus escudos, respondieron arrojando gases coloridos de extintores hacia los jóvenes, quienes se dispersaban un momento y volvían a la carga al grito de "asesinos". Los vaivenes duraron poco más de media hora, a medida que los policías se expandían hacia las orillas del Zócalo.
Enfrentamiento entre policías y encapuchados. Foto: Miguel Dimayuga
Mientras el ruido seco de las primeras detonaciones de cohetes rebotaba en el Zócalo, Félix Hernández Armundi, integrante del Comité 68 pro, aseveraba que el decreto de Sheinbaum es "bienvenido", pero señaló que "no es la primera vez que hay una disculpa de esta naturaleza", y recordó que una investigación del 2006 tocó con un "muro" cuando pretendió fincar cargos al expresidente Luis Echeverría y a militares de alto rango.
"Hoy en el caso de Ayotzinapa ocurre lo mismo", deploró el militante, quien invitó la audiencia a "tomar esta ventana que hoy se abre para retomar los procesos de justicia. Todos. Todos".
CASO AYOTZINAPA Y MILITARIZACIÓN
Antes y después de Hernández, oradores refrendaron la exigencia de justicia, no solamente por el 68, sino también por la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, y denunciaron la "inaceptable narrativa del oficialismo sobre la participación del Ejército en estos crímenes, que rayan en el negacionismo".
Las organizaciones reprocharon la militarización del país "que se intensificó en este sexenio" y se reflejó en el otorgamiento de nuevas facultades a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), e insistieron en que la disculpa emitida por Sheinbaum "no es un acto de benevolencia" sino el producto de una lucha de años.
"Fue el Ejército". Foto: Migiuel Dimayuga.
En eco al mensaje que Sheinbaum dio ayer en su toma de posesión, una oradora aseveró que "no llegamos todos y todas a la presidencia", pues recalcó que las mujeres indígenas, las que defienden el territorio o las periodistas. "Las mujeres aún tenemos muchas barreras por vencer", dijo, y agregó: "No perdonamos y no nos reconciliamos; la memoria florece".
La marcha salió hoy de la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco a las 4:00 de la tarde y llegó al Zócalo poco más de una hora más tarde estuvo encabezada por la activista Mirtocleya González, quien hizo el recorrido en su silla de ruedas, seguida por integrantes del Comité 68 y del Consejo Nacional de Huelga del 68, quienes vivieron la represión en carne y hueso. Detrás de ellos, miles de jóvenes que hicieron suya la reivindicación de memoria.
A lo largo del camino se mezclaron las consignas de conmemoración del 2 de octubre con las de Ayoztinapa; los "Goyas" de la UNAM respondieron a los "Huélum" del IPN, con un fondo de cantos revolucionarios. Entre dos bloques densos de estudiantes de la Ciudad de México caminaron, en filas paralelas, contingentes de normalistas, incluyendo de la escuela normal rural Isidro Burgos de Ayoztinapa, quienes coreaban sus reivindicaciones sociales con su tono cortado.
“FUE Y SIGUE SIENDO EL ESTADO”
A medida que la marcha arrancaba, el Eje Central se cubrió de banderas rojinegras, comunistas, de Palestina, de la UNAM, del IPN, de la UACM o de la FECSUM. Estudiantes caminaban con pancartas marcadas de consignas diversas, como "ni perdón ni olvido" o "fue y sigue siendo el Estado". Tras el paso de unos jóvenes con los rostros tapados, las paredes quedaron marcadas con mensajes políticos y pintas anarquistas. "+ escuelas - cuarteles", exigía una; "ningún ejército defiende la paz", planteaba otra.
Clamor de justicia. Foto: Miguel Dimayuga
El Zócalo capitalino que recibió la marcha del 2 de octubre estuvo radicalmente distinto al que fungió como escenario, ayer, de la fiesta multitudinaria por la toma de posesión de Claudia Sheinbaum Pardo como primera presidenta de México. La Plaza de la Constitución a la que llegaron los manifestantes estaba cubierta de largos muros metálicos, que las autoridades instalaron a decenas de metros alrededor del Palacio Nacional y de la Catedral metropolitana, como lo hicieron con varios edificios del recorrido y en toda la Avenida 5 de Mayo.
Las vallas contrastaron con la primera conferencia “mañanera del pueblo” de Sheinbaum como mandataria, llevada a cabo horas antes del mismo miércoles, en la que Rosa Icela Rodríguez, titular de la Secretaría de Gobernación (Segob), ofreció una disculpa pública a “todas las personas que perdieron a un ser querido o a quienes fueron víctimas de los crímenes de lesa humanidad cometidos en la noche del 2 de octubre de 1968”. En el transcurso de este miércoles, la disculpa del gobierno mexicano se hizo real en un decreto publicado el Diario Oficial de la Federación (DOF).
Disculpa pública. Foto: Eduardo Miranda
El acto simbólico ocurrió en medio de los cuestionamientos sobre el legado que el expresidente Andrés Manuel López Obrador dejó a Sheinbaum respecto a la militarización del país, que se reflejó en la entrega de decenas de nuevas facultades y de un presupuesto sin precedente a las Fuerzas Armadas y en la controvertida reforma a la Guardia Nacional, que pasó definitivamente el cuerpo de seguridad en la estructura de la Sedena.
Apenas en septiembre, el gobierno del todavía presidente López Obrador rechazó las conclusiones del informe “Fue el Estado: 1965-1990” elaborado por el Mecanismo para la Verdad y el Esclarecimiento Histórico (MEH), que documenta las múltiples violaciones a los derechos humanos perpetradas por las Fuerzas Armadas y los cuerpos policiacos durante las dos décadas y media de la llamada “guerra sucia”, incluyendo la masacre del 2 de octubre de 1968.
Los comisionados a cargo del informe ya habían denunciado la negativa de la Sedena a abrirles sus archivos para esclarecer casos, y deploraron, entre otros, que en esta ocasión la Segob ignoró la información relativa a nueve de los 11 conjuntos de víctimas incluidos en el informe final, lo que dejó fuera a cuatro mil 300 víctimas de violaciones graves a sus derechos humano, incluyendo 23 masacres.(proceso.com.mx).
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