𝗚𝘂𝗲𝗿𝗿𝗲𝗿𝗼 𝗯𝗮𝗿𝗯𝗮𝗿𝗶𝗲 𝘁𝗼𝘁𝗮𝗹

Fernando Hinterholzer Diestel
 
A 13 días del comienzo de la administración de la Presidente Sheinbaum, la violencia no le ha dado tregua a la titular del Poder Ejecutivo en materia de inseguridad. “El permiso para matar parece que lo tiene el crimen organizado”. La numeralia de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana muestran que durante la primera semana de este nuevo gobierno se han registrado 566 homicidios, casi 9 por día. Sinaloa y Guerrero son los casos representativos y trágicos de la conjunción de política y crimen organizado. Como lo he señalado en colaboraciones anteriores, “con el narco no se pacta ni se juega, porque acaba dominando”. Hace unos años, el anterior gobernante de nuestro país, se empecino en poner a Félix Salgado como candidato de Morena a la gubernatura de Guerrero, a pesar de haber hecho tratos, cuando era alcalde de  Acapulco, con los carteles de Los Zetas y  de los Beltrán Leyva. Hoy en día, la entidad guerrerense gobernada por la hija de ese sátrapa Salgado Macedonio, pero la “gobernadora florero”, como le apoda “el pueblo bueno” está ausente ante las brutales muestras de control de los carteles criminales que se pelean el territorio.
La fotografía de Guerrero es el de un estado fallido en donde las autoridades han quedado rebasadas en todos los ámbitos: si no habían podido con la seguridad, tampoco lo han hecho tras el paso del huracán John. La gobernadora Evelyn Salgado intenta cubrir su fracaso desviviéndose en elogios a la presidente Sheimbaum. El verdadero gobernador, su padre quien ha confirmado las peores sospechas sobre el alcance de sus amarres políticos. Y quien manda es el crimen organizado. Eso lo saben todos y lo dicen todos. El estado de ingobernabilidad por el que atraviesa Guerrero es de tal magnitud que  las iglesia católica ha tenido que terciar para mediar con los grupos criminales para que cese la violencia. La connivencia en el pasado reciente de varios ex ediles de Guerrero, como en Chilpancingo y Acapulco, no solo fue evidente, sino que existen testimonios, pruebas y declaraciones, y porque se han dejado al garate la paz social, la gobernabilidad y la tranquilidad de los guerrerenses. De hecho es un estado sin ley y sin gobierno, y objetivamente de nada sirve la presencia de la Sedena y la GN, si tienen prohibido hacer frente a los delincuentes.
La muerte y decapitación del presidente municipal de Chilpancingo, es el resultado de las alianzas de Morena con los carteles criminales que operan en la entidad, al amparo de la familia Salgado, quienes en lugar de combatir a los “mafiosos”, los empoderaron. El vínculo político-criminal-económica que cimentó Morena en Guerrero no funciona con componentes ajenos al triángulo. Por ello el crimen en contra Alejandro Arcos Catalán, presidente municipal de Chilpancingo, a unos días de haber tomado posesión del cargo, es un golpe mortal a la democracia. Guerrero es la muestra palpable y representativa de la fusión de los políticos y el crimen organizado. El de Alejandro Arcos es más que un delito del fuero común. Con un estado totalmente rebasado y en manos de la delincuencia, la inexistente gobernadora de Morena, Muestra la impunidad con que actúan los criminales, la indefensión de las víctimas, y la completa ausencia e incompetencia del Estado, los guerrerenses abandonados frente a los criminales.
La Presidente Sheinbaum y el secretario Harfuch han subestimado la situación, diciendo que la capital de Guerrero no es el municipio más violento durante la semana pasada, y asegurando “que Guanajuato, y no Sinaloa, es donde más asesinatos hay”. Muy desinformada “la flamante Presidente”, o ya adopto la técnica de su mentor macuspano de mentir. El magnicidio de Chilpancingo amenaza directamente  la condición misma de su autoridad, la manera como arregle “el broncón” que le heredaron, sin duda, definirá su administración. Por cuánto tiempo más seguirán negando la realidad las autoridades, que los carteles criminales controlan cada vez más más territorios, que la estrategia de la administración anterior, de “abrazos, no balazos” se  tradujo en una negación del Estado de Derecho dónde queda el Estado como depositario del monopolio en el uso de la violencia legítima. Mientras el país se hunde, el gobierno insiste a “atender las causas estructurales de la violencia” y otra vez replica la ingenuidad de pensar que “generando oportunidades para que los jóvenes tengan acceso a una mejor calidad de vida”.
Al gobierno y sus instituciones les corresponde perseguir a los líderes del crimen organizado y desarticular su estructura económica, de la misma manera que el combate directo a sus grupos armados. Los malandros nunca se detendrán ante nada que no sea la fuerza del Estado. El crimen organizado es resultado del sistema político mexicana, no una falla de este. Retomar el control de Guerrero en términos de seguridad será una tarea titánica, pero hacerlo con autoridades rebasadas o coludidas (o, si se quiere, atenazadas) por el crimen organizado resultará imposible. La ejecución del presidente municipal de Chilpancingo, el pasado 6 de octubre, “más que un hecho aislado del salvajismo de los grupos criminales”, fue un reto abierto al Estado, no sólo al de Guerrero, sino también al gobierno federal que encabeza Claudia Sheinbaum, también a las Fuerzas Armadas, a la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), de Omar García Harfuch, y a la Guardia Nacional. El aviso fue contundente: en Guerrero, mandan los carteles criminales. La siniestra escena que observaron decenas de ciudadanos en el centro de Chilpancingo, donde el cadáver decapitado del alcalde fue dejado en un vehículo, es, indudablemente, una provocación manifiesta, con ecos en otros estados en los que se ha incrementado la violencia y arrojado, en los primeros días de gobierno de Sheinbaum, más de 600 crímenes dolosos.
El finado alcalde de Chilpancingo, era el único de oposición en las grandes  ciudades de Guerrero, y no sólo lo asesinaron, sino que lo expusieron, decapitado, en su propio vehículo. Todos sabemos en Chilpancingo cuál fue el grupo criminal que asesinó al alcalde y todo el mundo conoce el porqué del crimen: el nuevo alcalde no quiso tratar con los criminales que dominan la plaza de Chilpancingo. Entre las cosas que pedían era: dinero, posiciones en el ayuntamiento, permisos, y el control total de la plaza. Las la razones estructurales que dan pie esta plaga criminal está, en primer lugar, la impunidad, nada alienta, más la comisión de un delito que la certeza de que permanecerá impune. Enfrentar al crimen organizado, como lo ordenaron anteriores presidentes, es hacer lo correcto, lo que le corresponde al Estado, no simular, “no hacerse pendoncles”, la simulación es más que una pusilanimidad, es una traición a México.

ES CUANTO

ADENDDUM: A 200 años de su federación a México, Chiapas tiene mucho que aportar a la Nueva Era con el gobierno de Eduardo Ramírez, quien el 8 de diciembre asumirá la gubernatura y se declara listo para seguir contribuyendo a la grandeza nacional, como lo ha hecho esta entrañable entidad con su importante sistema de presas, que aportan el más grande porcentaje de generación hidroeléctrica del país y puede hacerlo con su potencial eólico y solar.
#𝘌𝘹𝘪𝘨𝘪𝘳𝘭𝘦𝘊𝘭𝘢𝘶𝘥𝘪𝘢𝘤𝘶𝘮𝘱𝘭𝘢.

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