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Vรญctor CORCOBA HERRERO/ Escritor Espaรฑol
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Crear puentes de solidaridad, nos ayuda a reconectar unos con otros, que es como se rejuvenece el espรญritu cooperante, en medio de un poder desenfrenado y corrupto, que suele dejarnos dormidos bajo el paraguas de una nueva normalidad traicionera. Desde luego, tenemos que despertar, entrar en acciรณn, al menos para allanar el camino y hacer frente a las enormes desigualdades dentro de los Estados y entre nosotros. No podemos continuar por esta confluencia que nos divide y separa, tenemos que hacer una elecciรณn diferente, trabajando el cumplimiento de los derechos humanos y los valores universales que todos compartimos. Realmente, nadie puede quedar excluido en la convocatoria de un mejor maรฑana para todos, nos necesitamos como familia, con lo que esto conlleva de uniรณn y unidad. Sรญ, la cuestiรณn no radica en aferrarse al poder, sino en ponerse a disposiciรณn de los mรกs desfavorecidos, en servir y no en servirse de los despreciados, a expensas de su debilidad. En cualquier caso, exterminar la indigencia de los espacios vivientes no es un hecho de compasiรณn, es un ejercicio de entereza.
Esos mundos diversos del planeta estรกn ahรญ, con sus calvarios violentos, alimentando el discurso del odio y la incitaciรณn a la venganza. Asimismo, sus sociedades continรบan enfrentรกndose al racismo, la discriminaciรณn, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia, afianzadas por una crisis de liderazgos, encerradas en intereses y estereotipos enfermizos, a menudo arraigados en legados de colonialismo y esclavitud. Ante estas absurdas realidades, quรฉ importante es el encuentro y el diรกlogo intergeneracional, para reconstruir un futuro mรกs hogareรฑo y menos atormentado, manteniรฉndose la luz, que es la que encauza la ruta humanitaria. Sin duda, los derechos humanos son correctores de las dinรกmicas abusadoras, lo que nos insta a cultivar una verdadera cultura de la libertad. ¡Podemos y debemos enmendarnos, para fraternizarnos! Y, haciรฉndolo, nos daremos cuenta de que las lรกgrimas de este siglo han preparado el terreno para una nueva primavera del espรญritu condescendiente. En efecto, un planeta serรก fuerte e indestructible cuando lo sostengan las columnas de los vรญnculos complacientes del hermanamiento.
No olvidemos jamรกs que la tierra, nuestra morada, es de todos y de nadie en particular. Esto nos demanda polรญticas globales, capaces de aminorar la agitaciรณn, junto a gobiernos que cumplan con sus compromisos en el escenario internacional. Vivir es cosa responsable, su seriedad nos concierne a todos, por tanto. En consecuencia, tampoco se puede dejar en manos de los intereses de unos pocos o a merced de pasiones sectarias y nacionalistas. Por desgracia, multitud de pueblos han perdido la seguridad, el espรญritu de concordia y la convivencia comรบn, siendo vรญctimas de la destrucciรณn, de la ruina y de las guerras. El futuro ha de ser, por consiguiente, trenzado con menos hipocresรญa y mรกs trasparencia. La paz, como actitud del corazรณn, espera a sus artรญfices; mientras el alma desea sosiego, para abrazar la existencia de unos con otros, pero nunca de unos contra otros. Al fin y al cabo, ni el pasado estรก muerto, ni tampoco el maรฑana estรก aรบn escrito; es cuestiรณn de alumbrarlo en comuniรณn y de vivirlo en comunidad. El futuro depende, en gran parte, de la familia; lo que lleva consigo, el porvenir mismo de la sociedad.
Con razรณn se dice, que el por hacer, estรก oculto detrรกs de los humanos que lo laboran. Asรญ es, nuestra propia vida representa, en la mayor parte de las ocasiones, una ecuaciรณn entre lo cohabitado y lo que nos resta por cohabitar. Por eso, hemos de estar dispuesto a entendernos entre sรญ y tambiรฉn a atendernos mutuamente, ya no sรณlo con un sistema fiscal internacional que sea plenamente inclusivo, ademรกs con un lenguaje a golpe de clemencia para ser activos transformadores que sueรฑan en grande, generando espacios ecuรกnimes y horizontes renovados. Sea como fuere, nada se consigue sin ocuparse de los demรกs y sin preocuparse por aquello que nos rodea y acompaรฑa. Lo armรณnico se consigue con la participaciรณn, el cuidado y la generosidad; en vez de la indiferencia, la explotaciรณn y los intereses partidistas o particulares. Con la asistencia siempre hacia adelante, sabiendo que el porvenir es mucho mรกs de los latidos que de las mentes; y que, amar, eso es lo รบnico que nos enternece el pronto y nos eterniza el reposo. Cultivรฉmoslo, pues. De lo contrario, no seremos tampoco nada para nadie.
corcoba@telefonica.net
11 de septiembre de 2024.-
#๐๐น๐ช๐จ๐ช๐ณ๐ญ๐ฆ๐๐ญ๐ข๐ถ๐ฅ๐ช๐ข๐ค๐ถ๐ฎ๐ฑ๐ญ๐ข.
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