(๐™‘๐™ž๐™™๐™š๐™ค) Por agua la fieras estรกn dispuestas a sangrar



๐™‡๐™ช๐™ž๐™จ ๐˜ฟ๐™–๐™ฃ๐™ž๐™š๐™ก ๐™‰๐™–๐™ซ๐™–.ZITLALA, GRO.–  El momento que Lluvia Tecolapa habรญa esperado desde hace aรฑos llegรณ la tarde del 5 de mayo รบltimo. A sus 17 aรฑos esta joven peleรณ por primera vez en el ritual Atzatzillistli. “Me sentรญ con ganas de dar unos buenos chingadazos”, dice.
Desde hace seis aรฑos las mujeres de Zitlala participan en las peleas de tecuanis –antes exclusivas para los hombres–, que son la culminaciรณn de una serie de rituales para pedir al dios Tlaloc por lluvia y fertilidad para la tierra en el inicio del ciclo agrรญcola.
Los rituales en la Montaรฑa baja de la entidad se practican en un aรฑo crรญtico por la sequรญa e incendios forestales. 
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Es una tarde calurosa en el centro de Zitlala y en una esquina del cuadrilรกtero unas adolescentes son atadas de la cintura con una cuerda de lazar. La reata llega al brazo derecho y termina en una especie de lรกtigo con una punta maciza. Esa es el arma con la que habrรกn de pelear.
Luego se les pone una mรกscara de cuero de res con la forma y caracterรญsticas de un felino: ojos, colmillos, orejas y bigotes. Una representaciรณn fiera y singular del jaguar.
Tambiรฉn portan trajes verdes que simulan la piel del animal, icono de la entidad.
En los rostros de las jรณvenes se reflejan el nerviosismo, la tensiรณn y tambiรฉn adrenalina. A su alrededor, mรกs de dos mil miradas; las observan y les toman fotografรญas mientras los sonidos de tres bandas de mรบsica de viento entremezclados le dan mรกs festividad a la multitud.
El centro ceremonial estรก ubicado a una hora y media de la capital guerrerense.
Mientras otros peleadores se enfrascan en rudos enfrentamientos. Lluvia o Kaley –como le gusta que le digan– se prepara, observa a su eventual contrincante y brinca…
Le ponen su mรกscara y entra al ruedo. Se trenza a reatazos durante un minuto contra otra joven del barrio rival. Se golpean con el lรกtigo de la cintura para arriba; la mayorรญa de los impactos van al rostro cubierto con la mรกscara y hacia los antebrazos. A veces las piernas tambiรฉn reciben el castigo.
Ambas, igual que al iniciar la pelea, cuando terminan se abrazan y luego por separado junto a su manda brincan y gritan en seรฑal de triunfo.  

Momentos antes de la pelea. Foto: Luis Daniel Nava
–¿Cรณmo te sientes?  –se le pregunta a Lluvia del barrio de San Francisco.
–Muy bien. Tenรญa tantas ganas de entrar; estuvo bien.
Asรญ ha sido la primera batalla de esta adolescente. Este momento lo esperรณ, dice, desde que hace aรฑos vio pelear a sus abuelos, a su padre y a sus tรญos.
“Es mi primer aรฑo, mi primera pelea. Estaba con ganas de dar unos buenos chingadazos”, expresa.
Explica que su motivaciรณn para pelear es por preservar las tradiciones y costumbres de su pueblo, y sobre todo para pedir a los dioses lluvia para que haya maรญz, frijol y calabaza en la regiรณn.
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Entre las feroces peleas hay una mujer que hace las funciones de rรฉferi y que medรญa entre los grupos rivales que no dan tregua. Empuja, se abre paso a la fuerza y la respetan. Es la sรญndica de Zitlala, Elia Tepectzin Saavedra, quien antes repartiรณ mezcal a peleadores y aventรณ al pรบblico playeras alusivas al ritual.
La funcionaria dice que desde hace unos seis aรฑos las mujeres de la comunidad empezaron a participar en las peleas y que lo hacen por la adrenalina que les causa estar en el ring convertidas en guerreras.
“Esto es tradicional y la equidad de gรฉnero tambiรฉn influye”, expresa la sindica.
"La equidad de gรฉnero tambiรฉn influye". Foto: Especial

En el bando de San Mateo y la Cabecera estรก Berenice, de 17 aรฑos, con un traje verde y un lรกtigo en la mano. Con รฉste suma tres aรฑos peleando en el ritual.
–¿Cuรกl es tu motivaciรณn?
–Mi abuelito antes el peleaba, y como en mi familia los hombres ya se murieron, soy la รบnica que pelea. Mi abuelo Grimaldo Espinoza peleรณ por la Cabecera, pero falleciรณ hace ocho aรฑos.
Berenice conoce la principal consigna del rito propiciatorio de las lluvias: “Cada gota de sangre es cada gota de agua”.
Aracely, del barrio de la Cabecera, brinca y levanta su cuarta (chirriรณn) antes de iniciar su pelea, tambiรฉn lo hace para observar a las rivales de San Francisco y Tlaltempanapa.
Tiene una chamarra amarilla acolchonada a la que le ha puesto manchas negras para simular ser un felino.
La segunda pelea de su vida dura mรกs de un minuto. Son golpes de ida y vuelta sin que ninguna de las dos peleadoras se doble. Las agresiones terminan cuando las rรฉferis las separan.
Se quita la mรกscara y no hay golpes visibles en su cara. Se toma un litro de agua y recibe consejos de su esquina para volver a pelear otro round. 
Respeto al rival. Foto: Luis Daniel Nava

“Desde hace dos aรฑos he representado al barrio de la Cabecera, mรกs que nada para personificar la tradiciรณn y a mi hija”, dice.
Zitlala, como muchos pueblos nahuas de Guerrero, mantiene una cultura machista, pero en los รบltimos aรฑos la tendencia se ha reducido.
Datos del Instituto Nacional de Estadรญstica y Geografรญa (Inegi) indican que este municipio nahua tiene una poblaciรณn total de 21 mil 977 habitantes, de los cuales 11 mil 926 son mujeres; representan 54 por ciento.
La Direcciรณn Regional en Chilapa, del Instituto Nacional de Pueblos Indรญgenas, registra que en los รบltimos cuatro aรฑos de 22 comisarรญas y siete delegaciones, 10 mujeres han sido comisarรญas propietarias, 23 han sido suplentes y 15 delegadas. (๐˜ฑ๐˜ณ๐˜ฐ๐˜ค๐˜ฆ๐˜ด๐˜ฐ.๐˜ค๐˜ฐ๐˜ฎ.๐˜ฎ๐˜น).

Tradiciรณn por la lluvia. Foto: Luis Daniel Nava
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