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Miguel รngel Mata Mata


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Estรก en el rincรณn de una cantina. Oyendo la canciรณn que ya pidiรณ. Le estรกn sirviendo su tequila. Ya va su pensamiento rumbo a ti.
Desde el rincรณn se mira a la calle. No es una calle cualquiera. Es la costera Miguel Alemรกn, de Acapulco. ร‰l, y su primo, echan bala en plena plaza central, llamada Plaza รlvarez. Desde la cantina. Piensan en ti.
Nadie los toca. Los municipales, vestiditos de azul y a bordo de un safari, que en aquel entonces era nuevo, tenรญan instrucciones de cuidarlos.
--- “No vaya ser la de malas y alguien les responde los balazos. Se nos viene el mundo encima”, ordenรณ el jefe de la policรญa a los genรญzaros.
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Por ese tiempo, la Plaza รlvarez, mal llamada zรณcalo, lucรญa pletรณrica.
Tiendas de ropa cara. Venta de perfumes caros. Restaurantes caros. Joyerรญas que iban mรกs allรก de lo caro: vendรญan desde plata y oro hasta esmeraldas y diamantes que no se hallaban, sino en Nueva York o Europa.
Por la costera se podรญa degustar los mejores platillos de la comida internacional, para paladares internacionales.
Quienes llegaban al puerto, pagando con dรณlares y dejando propinas de hasta doscientos verdes, hacรญan ver como parroquiano al mejor compositor de mรบsica mexicana que ha nacido en este paรญs.
Aunque, eso sรญ, nadie lo tocaba cuando se metรญa al bar Fransua, cerca del mercado central, o en pleno zรณcalo echaba bala acompaรฑado por los mariachis locales.
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Por esa calle, la Teniente Josรฉ Teniente Azueta, muchos aรฑos antes de eso, nos platicaba en vida nuestro querido Esteban Valdeolivar Sรกnchez, instalaron el consulado del gobierno gringo.
Cada que llegaba un buque militar estadunidense, los marinos bajaban a beber, hasta desfallecer, por esa calle. Buscaban sexo y un tesoro preciado que solo se conseguรญa en el puerto: la mรกgica Acapulco Golden.
Cuando algรบn grandulรณn se pasaba de violento, llegaban los de la Militar Police y a macanazos regresaban al gorila a su acorazado.
Testigos de ello fueron Julieta Adame, del bar La Puerta del Sol.  Simรณn Valdeolivar, de La Sirena. Doรฑa Julieta Martรญnez, del bar La Paloma.
ร‰sta รบltima cantina fue cรฉlebre porque ahi le metieron un balazo al papรก de Luis Walton. Salvรณ la vida.
Asรญ comenzaba la vida de Acapulco. A eso venรญan los primeros turistas: a beber, a buscar sexo y a fumar Acapulco Golden.
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La llegada de los millonarios gringos, y los artistas de Hollywood, no se dio por los clavados de La Quebrada, la calidez de las aguas de la bahรญa o por las puestas del sol en Pie de la Cuesta.
Nada que ver.
Llegaron, primero, a lo que hoy es el hotel Los Flamingos. Se hacรญan llamar La Pandilla de Hollywood. Escogieron ese lugar apartado del pueblo, por eso, por apartado y donde podรญan hacer sus desenfrenadas fiestas sin que hubiese otros testigos que el personal del lugar.
Pocas crรณnicas consignan la presencia de mujeres en esas fiestas. No hace falta imaginaciรณn para recordar que a partir de ahi naciรณ una corriente de turismo que se mantiene a la fecha: el turismo gay.
Ellos, como los militares, venรญan al puerto a beber, a buscar sexo y a fumar la maravillosa Acapulco Golden.
Todo bien pagado con billetes verdes. Muchos verdes.
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La moral comenzรณ suspicaz a pedir recato. Los asustadizos no querรญan ver tanta puterรญa, que conmovรญa, en la calle Azueta, ni en otras calles. Menos cerca de las iglesias, escuelas o centros de convivencia familiar.
La gente bien no querรญa saber de la gente mal. Aunque se echaban sus escapaditas, a escondidas, para disfrutar de lo mismo que condenaban.
La zona roja naciรณ, primero, en la calle Aquiles Serdรกn. Luego se fue a la calle Aguas Blancas, donde finalmente sucumbiรณ cuando Acapulco se convirtiรณ en una gran zona de tolerancia.
Fue famoso el primer espectรกculo travesti. Mayambรฉ, se llamรณ un yucateco que a todos divertรญa. En masa iban a verlo los extranjeros y los chilangos, que ya comenzaban a ser potencia en el turismo.
Todos ellos venรญan a beber, a buscar sexo y a maravillarse con la Acapulco Golden.
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La noche del viernes 17 de mayo del 2024, se metiรณ a una cantina.
Le dijeron que ya no se llaman asรญ. Ahora les dicen Antros.
Quiso pedir una canciรณn para pensar en ti. Le dijeron que ahora hay Karaoke.
Quiso pedir un tequila. Le dijeron que hoy se sirven cubetazos de cerveza.
Dejรณ de pensar en ti.
Afuera, en masa, corrรญan motociclistas que bebรญan, buscaban sexo y buscaban la maravillosa Acapulco Golden.
Quiso salir y buscar donde comer. Solo encontrรณ, en la costera, lo mismo que en el bulevar de Rena y la Zapata: taquerรญas de todo tipo.
Volteรณ por la costera y su mirada hallรณ Oxxos, tiendas Tres B, un Coppel, Don Neto, tiendas de motos, autos y antros y mas antros donde tocaban bandas de mรบsica norteรฑa.
Mรกs allรก, mirรณ frente al mรญtico Baby O, tiendas que venden telas.
--- ¡Sรกquenme de aquรญ!, pensรณ.
--- ¿Esto es Acapulco?
YA IBA SU PENSAMIENTO RUMBO A TI
Por eso, Paloma Querida.
Por eso dejรณ de pensar en ti.
Se bebiรณ un cubetazo de veinte chelas. Aspirรณ un gramo de perico y se fumรณ tres churros de mota.
¿Acapulco Golden?
Nel. Parecรญa orรฉgano.
Alguien le tomรณ una foto y lo subiรณ al “Feis”:
--- “¿Este es el turismo que merecemos?”, preguntรณ un imbรฉcil del Facebook.
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Y sรญ.
Merecemos turismo como el del Aca Moto.
Las taquerรญas, tiendas de convivencia, farmacias, tiendas de telas y sรบper mercados, que aparecen en el bulevar de Ciudad Renacimiento, La Zapata, La Sabana y la Costera Miguel Alemรกn, son los mismos.
Las taquerรญas de aquellos lugares compiten con los de la Calzada Pie de la Cuesta, La Progreso, Costa Azul y la costera Miguel Alemรกn.
Los mismos.
Cuando menos la colonia Progreso ha erradicado los antros de sus calles, pero Costa Azul hoy es la sede de esas cantinas.
Las colonias donde antes hubo casas unifamiliares, hoy tienen edificios con condominios que encarecen los servicios bรกsicos.
Eso merecemos.
Los turistas de Aca Moto han sido la primera derrama econรณmica a un puerto que aรบn no sana de sus heridas post Otis y que, sin opciรณn, se degrada dรญa con dรญa, lo que se evidencia con turismo como el del Aca Moto que, como el de antes, viene a beber, a buscar sexo y a drogarse. Nomรกs que las drogas han cambiado.
Y aun asรญ, algunos imbรฉciles preguntan
--- ¿Es el turismo que merecemos?
Por supuesto. Eso merecemos porque eso es lo que ofrecemos a los turistas.
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---Yo no sรฉ lo que valga mi vida. Pero yo te la quiero entregar.
--- Tin Tan.
 
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