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Miguel รngel Mata Mata
 
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Villa Chaneques no alberga otra cosa que eso: enanos, orejones, con unos ojotes que caniquean a todos lados.
No los hagas enojar porque, cuando tรบ no estรกs en casa, hacen travesuras. Te esconden cosas.
Cuando duermes, te jalan los pelos. Te despiertan y, a veces, con sumo placer, te hacen cositas con sus cositas y tus cositas.
Para que se vayan tendrรกs que echarles trece litros de mezcal al pozo de agua.
Tendrรกs que sentarte a beber otro litro con ellos y platicarles cuentos, aunque los cuentos sean eso, cuentos que compitan con las mentiras.
Solo asรญ podrรกs convivir con ellos, los chaneques.
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En una noche de junio ¿O era octubre?, una tormenta caรญa en El Bejuco. Las viejas del pueblo le dijeron que nacerรญa muerto el niรฑo. Y si, cuando la partera se lo dio a su madre el chamaco no respiraba.
--- “Estรก muerto”, le dijeron.
--- “Cรณmo va a estar muerto este cabrรณn. Pรฉrate tantito”, les grito la abuela. Agarrรณ al chamaco por los pies. Le escupiรณ un chorro de mezcal y una voluta de humo, de la hoja de tabaco que fumaba.
--- “A’ita. No es un niรฑo. Es un Chaneque. No estaba muerto. Querรญa un mezcal”, les dijo la abuela.
Esa noche de lluvia, truenos y relรกmpagos, naciรณ un chaneque.
Naciรณ Hugo Zรบรฑiga Guzmรกn Campos Nogueda Zequeida Radilla, en El Bejuco, Coyuca de Benรญtez.
 
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Cuando la zona roja de Acapulco se instalรณ en la calle Aquiles Serdรกn, el niรฑo Hugo ya dibujaba. Su papรก instalรณ un billar y, aquel chaneque inquieto y travieso, hacรญa cosas con sus cositas y las cositas de las seรฑoritas que vendรญan su amor y caricias a los bebedores habituales.
--- ¿Quรฉ haces, chamaco?, lo regaรฑaba el papa.
--- Nada, papรก, nomรกs dibujo chichis de viejas.
Y si.
 Hugo tocaba los senos de todas. Pero sobre todo de una. Ella le enseรฑaba los senos, cuando el papรก no los veรญa. El los tocaba y los dibujaba. Hasta hizo una colecciรณn de senos. Unos robustos. Otros apenas como un barrito. Otros caรญdos.
Todos los senos de las putas de la zonaja los dibujรณ ahรญ. En el billar del barrio de La Cuererรญa, donde creciรณ en su adolescencia, entre carambolas de tres bandas y pezones de mujer.
Por eso lo mandaron al Fuerte de San Diego, donde un observador maestro de dibujo lo descubriรณ y recomendรณ a la academia de San Carlos, donde dibujรณ junto a Frida Kahlo.
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En el segundo nivel, de un viejo edificio de la calle Luis Moya, del centro de la Ciudad de Mรฉxico, se instalรณ la Cueva de los Chaneques. Era el estudio de trabajo de Zรบรฑiga.
Fue ahรญ donde, en alguna ocasiรณn, y luego de dos o tres galones de mezcal, Josรฉ Luis Cuevas hablรณ mal de los guerrerenses. Mas le valรญa no haberlo hecho.
--- “Para que aprendas a respetar”, le gritรณ el muralista mientras Cuevas huรญa ante la pavorosa cuarenta y cinco que estuvo a punto de vomitar balas.
Cuevas jamรกs le perdonรณ el incidente. A Hugo no le importรณ.
Por la capital. Allรก andaba Hugo, patrocinado por Marรญa de los Dolores (Lola) Olmedo y Patiรฑo Suรกrez
Hasta que, en 1985, un gran sismo sacudiรณ a la ciudad de Mรฉxico. Zuรฑiga dejรณ la cueva Chaneques, de Luis Moya, en el abandono.
Regresรณ a su tierra.
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Hugo pintรณ al Rey de Marruecos.
Hizo los murales de los comedores de la regiรณn militar de Cumbres de Llano Largo, en Acapulco, y en el Campo Militar nรบmero uno en Lomas de Sotelo, en la ciudad de Mรฉxico.
Los palacios municipales de casi toda la Costa Grande tienen la firma de Hugo en sus paredes.
Expuso en Nueva York, Chicago, Parรญs.
Pintรณ al Chapo Guzmรกn y a la familia de รฉste. Por ello, el famoso Chapo, le regalรณ una pistola con incrustaciones de diamantes.
En Diario 17 publicรณ, cada lunes, crรณnicas manuscritas y con dibujos, donde narrรณ Un Dรญa en la Historia de las que, la mรกs leรญda, fue la vida de La ร‘eca, emblemรกtico personaje de los barrios histรณricos del puerto.
Con Manuel Leyva, el poeta, hicieron redes de amigos de la cultura en todo Guerrero.
Pintรณ a muchas, muchas mujeres. Con muchas hizo vida.
Pero solo por una llorรณ: Odile Azรบnzolo Fierro, sobrina de Dolores del Rรญo.
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Hugo pintaba sus murales con varas de carrizo, espรกtulas, agujas y las palmas de las manos.
Sus cuadros con los dedos. Pocas veces utilizรณ pinceles. Algunos retratos los hizo con un lรกpiz o bolรญgrafos, sin despegar la punta del lienzo, en cuestiรณn de minutos.
 
Muchos de los seguidores de Hugo conocen la firma que plasmรณ en sus obras. Pocos saben de una firma oculta en murales y pinturas; es la carita de un chaneque muy parecido a รฉl. En todos lados la ha plasmado.
Alguna vez, sus compadres, Abel San Romรกn y Raรบl Pรฉrez Garcรญa descubrieron ese truco. Sin amilanarse, Zรบรฑiga los encarรณ:
--- ¿Por quรฉ cuando me ves reculas?, los increpรณ.
Ahรญ quedรณ todo.
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--- “Mรญrala, mรญrala. Allรก estรก. Te saluda. Te platica. Te invita. Es la que estรก subida allรก, en la rama de aquel mango”, nos decรญa el maestro al seรฑalar el รกrbol de mango que adornaba el terreno de la Cueva del Club de Periodistas.
Fue cuando nos dimos cuenta que algo andaba mal. No era tan solo la rubia del vestido rojo. Tambiรฉn platicaba con los chanques que salรญan del pozo que habรญa ahรญ, junto al รกrbol de mango.
Luego nos platicaba algo. Lo repetรญa a los quince minutos. Y asรญ, cada media hora, como si no lo hubiese dicho antes.
Comenzรณ a tomar cosas que no le pertenecรญan y se las guardaba.
Comenzรณ a olvidar que por la maรฑana no se habรญa baรฑado.
Aquel elegante que conquistaba con sus artes y encantos se fue reduciendo. A los ochenta y cinco aรฑos, y en soledad, aun pintaba murales en el hotel Flamingos, donde le daban alojo y alimento.
El bajaba las tardes a la Cueva del Club de Periodistas. Pintรณ cientos de veces a Paty diciendo que era la primera vez que la pintaba. Platicรณ cada tarde, entre cinco y seis, con los chaneques y la rubia del palo de mango.
--- “Mรญrala, Mata, ahรญ estรก. Quiere que le invites un mezcal”, decรญa.
El alzheimer lo hizo asi.
Asi, un extraรฑo que parecรญa todo, menos ese extraordinarios personaje que nos regalรณ Guerrero.
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Cuando pasรณ el huracรกn Otis, cuando pudimos llegamos a lo que quedรณ del hotel Flamingos. Preguntamos si รฉl estaba bien. Nos dijeron que si. Que ahรญ andaba platicando con los chaneques pero que ellos, los trabajadores, ya no podrรญan hacerse cargo de รฉl.
Asi que llamarรญan al DIF para que lo llevasen a un asilo. Al final fue la intervenciรณn de Igor Petit lo que ayudรณ a llevarlo a donde le diesen atenciรณn, alimento y compaรฑรญa.
Yo sabรญa que Hugo, ese espรญritu libre, se fugarรญa a lo que llaman el mรกs allรก.
Lo hizo.
Un grupo de reporteros fueron quienes lo vieron casi por รบltima vez en ese emblemรกtico hotel Flamingos.
--- ¿Cรณmo estรก, maestro? ¿Cรณmo le fue con el huracรกn?, preguntaron.
--- “Temblรณ como cuatro horas ¿No lo sintieron?, respondiรณ.
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 Asรญ le decรญamos para que recordase que aรบn vivรญa. A sus ochenta y cinco pintaba, pintaba y pintaba. Jamรกs dejรณ de hacerlo.
--- “Hugo, tรบ ya estรกs muerto, pero nomรกs que no te han avisado”, le decรญamos.
--- ‘”Sรญ. Yo nacรญ muerto. Si me avisaron”, respondรญa.
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Hugo Zรบรฑiga Guzmรกn Campos Nogueda Zequeida Radilla, de El Bejuco, Coyuca de Benรญtez, ha liberado a su espรญritu.
Le rinden tributo un ejรฉrcito de chaneques que han salido de los pozos de agua, acompaรฑados por una rubia vestida de rojo.
Para saciarlos habrรก que verter trece litros de mezcal por cada uno de ellos.
--- ¡Hugo, cabrรณn, ya estarรกs contento! Ya estarรกs feliz con Odile Azรบnzolo Fierro.
--- ¡Espรฉrenme, no sean cabrones! Yo tambiรฉn quiero mezcal.  
#๐˜๐˜ฐ๐˜ต๐˜ข๐˜ฑ๐˜ฐ๐˜ณ๐˜ฒ๐˜ถ๐˜ช๐˜ฆ๐˜ฏ๐˜ฒ๐˜ถ๐˜ช๐˜ฆ๐˜ณ๐˜ข๐˜ด๐Ÿ—ณ️

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