𝗚𝗼𝘁𝗮𝘀 𝗱𝗲 𝗛𝗶𝘀𝘁𝗼𝗿𝗶𝗮

Arturo Ríos Ruiz

CDMX, a 25 de ene. 2024.- La calzada Ermita-Iztapalapa, atrapó a los conquistadores por sus 8 kilómetros de longitud cuando Hernán Cortés entró a Tenochtitlan; tenía una altura de metro y medio sobre el agua, fue entrada de tributos y espacio ceremonial. Hoy, siglo XXI es vía capitalina. Algo su historia.

Hace más de 500 años, la ciudad de México-Tenochtitlan tenía cuatro calzadas de acceso que, además de servir como caminos, funcionaban como escenarios en las que se podía observar la entrega de ofrendas o largas procesiones.

Ermita-Iztapalapa: En el artículo “La Calzada de Iztapalapa”, de Francisco González Rul y Federico Mooser para el INAH, exponen que fue la de “mayor importancia histórica por ser escenario al encuentro indígena y la cultura europea”.

En la Colección de Carlos Villasana y el Diseño web de Griselda Carrera, definen que la vía era muy larga, partía del Templo Mayor y llegaba a la calzada Chabacano; la segunda a los límites de la urbe y otras en a Chalco, pasando por Mexicaltzingo e Iztapalapa y la otra hacia Coyoacán, pasando por Churubusco”.

En entrevista, Beatriz Ramírez, cronista de Iztapalapa, narra que en 1428 Itzcóatl, tlatoani de Tenochtitlan, formó una triple alianza con Texcoco y Tlacopan contra Azcapotzalco. Después de su triunfo, el imperio se extendió al sur de la capital y “sujetó a los pueblos de Iztapalapa, como señoríos y sus reyes”. FUENTE: Inah.

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