𝗟𝗲𝗰𝘁𝘂𝗿𝗮 𝗣𝗼𝗹í𝘁𝗶𝗰𝗮

Noé Mondragón Norato 

𝙀𝙡 𝙥𝙚𝙧𝙫𝙚𝙧𝙩𝙞𝙙𝙤 𝙟𝙪𝙚𝙜𝙤 𝙥𝙧𝙚𝙨𝙞𝙙𝙚𝙣𝙘𝙞𝙖𝙡

En una maniobra política perversa y hasta desquiciante para quienes fueron objeto de ella, el presidente López Obrador tendió pacientemente su baraja política con un solo objetivo: medir el grado de lealtad política de cada aspirante presidencial. Sobre todo, de los dos más competitivos: el excanciller Marcelo Ebrard Casaubón. Y la exjefa de gobierno capitalino, Claudia Sheinbaum Pardo. Nada mas es cuestión de ubicar esta coyuntura de golpes bajos. Muy cercanos a esa humillación denigrante que en política suele aplicarse con cierta regularidad por parte de empoderados actores.

𝙇𝙀𝘼𝙇𝙏𝘼𝘿𝙀𝙎 𝘼 𝙋𝙍𝙐𝙀𝘽. – Si se mira bien, la forma política más rentable del actual presidente con el fin de mantener cierta injerencia política en el próximo sexenio se está midiendo con base en su personal estilo de gobernar: el de pulsar los grados de lealtad de sus allegados más cercanos. Se lee así: 1.- A Claudia siempre la placeó como “la buena” para convertirse en su relevo en Palacio Nacional. Y así lo concretó. En ese trayecto hirió el orgullo y la dignidad de Marcelo, quien cuestionó el desaseo y la marrullería que rodearon todo el proceso de selección del aspirante presidencial. La decisión de AMLO fue un literal gancho al hígado contra sus aspiraciones presidenciales. Tardó demasiado en decidir si renunciaba o se mantenía en las filas morenistas. Coqueteó con el Frente Amplio por México (PAN-PRI-PRD). También con el MC de Dante Delgado. Todos ellos tiraron el anzuelo con el propósito de que Marcelo lo mordiera. Apenas ayer lunes optó por quedarse en las filas del partido guinda. Mientras, esta película mantuvo en prolongado suspenso no sólo a sus adherentes, sino a la misma militancia del Morena. 2.- Mientras Marcelo rumiaba su agravio, Claudia disfrutaba de la cesión pública del “Bastón de Mando”, una tradición de los pueblos indígenas que simboliza la autoridad suprema. Con él en sus manos, el presidente la dejó operar su primera decisión importante: palomear a su secretario de Seguridad Ciudadana, Omar García Harfuch, como el aspirante de su grupo al gobierno de la Ciudad de México. P yoero conforme pasaron los días, las cosas fueron cambiando. Primero, el pasado 24 de octubre Claudia no se presentó en el Estadio Azul. Porque estaba semivacío. No logró llenarlo. Decidió cambiar la fecha para el 9 de noviembre. Pero esta vez en la Arena México. Llamaría a la “unidad”. Pero se encontró con una militancia morenista irritada. Las huestes de la aspirante a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México y alcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada la increparon. Porras a favor de García Harfuch intentaron contrarrestarlas. Literalmente, no la dejaron hablar. Pero la decisión ya estaba tomada: AMLO decidió bajar de la contienda a García Harfuch y empujar a Brugada, una mujer identificada con la “línea dura” morenista. Y preferida del presidente. El Bastón de Mando se le desvaneció entre las manos a Claudia Sheinbaum. 3.- Está claro que AMLO no le iba a dejar a Claudia la presidencia y el gobierno de la Ciudad de México a la vez, como el propio presidente sí los tuvo. A través del gobierno capitalino podría causarle problemas a Claudia si en el futuro y como eventual presidenta del país, intenta salirse del carril marcado por él. Está claro que con Clara Brugada le metió una cuña. Y un evidente contrapeso de poder. Adicionalmente, midió los grados de lealtad tanto de Marcelo como de la propia Claudia. Si alguno de los dos se irritaba ante las decisiones unilaterales tomadas desde Palacio Nacional, increpándolo y renunciando al Morena, simplemente perdían todo. Marcelo pareció entender el mensaje. Y por eso decidió quedarse. Claudia atraviesa en estos momentos por esa misma prueba de fuego. Si le gana el coraje y pierde los estribos ante el tamaño de la humillación política padecida, pierde también la candidatura presidencial. Entonces AMLO podría relevarla. O bien por Marcelo. O por su “hermano”, el ex secretario de Gobernación, Adán Augusto López. Es decir, la última palabra con relación al candidato presidencial del Morena no está dicha del todo. Y la sigue teniendo el presidente. En ese juego de máscaras, una cosa es real: la popularidad y el liderazgo de AMLO le permiten jugar con la voluntad de todos los actores del Morena. Pero es un juego pervertido. Pero, sobre todo desleal. 

𝙃𝙊𝙅𝙀𝘼𝘿𝘼𝙎 𝘿𝙀 𝙋Á𝙂𝙄𝙉𝘼𝙎…Mientras el puerto de Acapulco sigue saturado de necesidades por parte de sus habitantes y la Costera Miguel Alemán, las calles del centro y de las colonias siguen atestadas de escombros, basura y desperdicios, la alcaldesa morenista Abelina López Rodríguez, se mandó medir en otra encuesta donde aparece tan sólo cinco puntos abajo de su anterior posicionamiento. Cuando lo único cierto es que el huracán Otis ya le tumbó su cacareada reelección en la alcaldía. Incluso, la posibilidad de buscar otro cargo de elección popular por dicho partido. Porque en medio de la crisis humanitaria y hasta sanitaria, no aparece por ningún lado en su papel de autoridad, sino que se esconde como uno más de los damnificados. En claro detrimento de sus desbordadas e insatisfechas ambiciones de poder.

#QuédateEnCasa🏡💙