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๐พ๐๐ง๐ก๐ค๐จ ๐๐๐ฃ๐๐๐ง๐ค๐จ.CIUDAD DE MรXICO.- ¡Que coincidencia! En 1963 daba comienzo mi carrera como periodista, principalmente del รกrea cultural, e iniciรณ justamente con la primera entrevista de las muchas que le hice a la gran y polรฉmica escritora Elena Garro, quien en ese mismo aรฑo su novela, “Los recuerdos del porvenir”, obtenรญa el รบnico premio que ganรณ en su vida, el Xavier Villaurrutia.
Elena Garro cimbrรณ al mundo de las letras mexicanas con esa obra que Octavio Paz catalogรณ como: “Una de las creaciones mรกs perfectas de la literatura hispano mexicana contemporรกnea”. Su publicaciรณn provocรณ un leve temblor de tierra, preรกmbulo del terremoto que comenzรณ, como todos los terremotos que provocaba Elena, y que aรบn ahora, 60 aรฑos despuรฉs, continรบa interesando no solamente al mundo de las letras mexicanas. A decir de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, la Garro es la mรกs preclara precursora del llamado “Realismo mรกgico”.
Recientemente, el 17 de agosto del aรฑo en curso, durante la presentaciรณn de mi libro “Los irrepetibles”, en su intervenciรณn como participante en ese evento, mi querida amiga Beatriz Pagรฉs textualmente dijo lo siguiente respecto a los escritores como participantes o no en cuestiones polรญticas: “Carlos Landeros nuestra tambiรฉn una verdad que luego incomoda reconocer. La relaciรณn estrecha, luego mรกs que estrecha, entre la polรญtica y la literatura. Lo digo porque luego escucho a algunos puristas decir que la polรญtica es una negaciรณn de la literatura o que no se puede hacer literatura desde la polรญtica.
“En el libro que hoy presentamos aparece un imborrable encuentro, seguramente uno de los mรกs memorables que has tenido en tu vida, querido Carlos, con el poeta espaรฑol Rafael Alberti.
“Una de las partes mรกs estrujantes del dialogo que sostienes con รฉl es cuando te narra uno de los crรญmenes mรกs brutales que haya cometido una dictadura: el asesinato de Federico Garcรญa Lorca. Ese poeta tierno, pero al mismo tiempo comprometido con la causa de la democracia, fue vรญctima del fanatismo dictatorial de la รฉpoca.
Alberti le dice a Landeros: ‘A Federico lo mataron porque habรญa escrito ‘Mariana Pineda’, una obra sobre una heroรญna liberal del siglo pasado que habรญa sido ajusticiada en Granada y eso bastรณ para que lo consideraran un poeta comunista. Unos falangistas lo sacaron de la casa donde se escondรญa y lo fusilaron.
“Pero, la parte de la entrevista que revela con toda claridad la influencia polรญtica que tuvo Alberti --un poeta en resistencia en la etapa del franquismo--, es cuando se refiere a “Los Seis Clavos”. Un poema escrito para criticar la decisiรณn de fusilar a seis muchachos condenados a muerte por el rรฉgimen y que tuvo un impacto mundial.
Si los condenas a muerte
si los matas,
ellos serรกn los seis clavos
de tu caja,
los seis clavos de tu vida,
los รบltimos, si los matas.
Ellos serรกn los seis clavos,
los รบltimos, de esa Espaรฑa
que solo sabe de muerte…
Un poema dice Alberti que Francisco Franco y su Consejo de Ministros lo llevaban en su bolsillo.
“Y siguiendo en el plano polรญtico, la entrevista a Elena Garro, es sin duda la mรกs polรญtica de todas las entrevistas que aparece en ‘Los Irrepetibles’. Aunque en tu introducciรณn, Carlos, le haces cierto ‘fuchi’ a escritores metidos en ese tipo de asuntos, lo cierto es que la conversaciรณn con quien aparentemente era la mรกs ingenua y la mรกs desinformada polรญticamente, termina convirtiรฉndose en una fuente valiosรญsima de informaciรณn.
“La entrevista con Elena Garro recuerda, de alguna manera, ‘El Proceso’ de Kafka. La escritora al parecer --y tรบ luego nos dirรกs si asรญ fue-- nรบnca supo quรฉ hizo para ser considerada como cabeza de una conjura comunista en contra del gobierno, inspiradora del movimiento del 68 y al mismo tiempo considerada como una traidora por los intelectuales de la รฉpoca.
“Pero la parte que mรกs me llamรณ la atenciรณn como periodรญstica polรญtica que soy es esa parte donde ella, Elena, te dice que Carlos Madrazo insistiรณ en subirse al aviรณn en el que perdiรณ la vida aรบn y cuando ya le habรญan advertido que iba a ser vรญctima de una ‘avionazo’”.
Admito que estoy de acuerdo con Pagรฉs, y ademรกs debo de agregar a otro gran escritor, Alejandro Dumas, que se involucrรณ en casos polรญticos tanto de su paรญs como de Mรฉxico.
Cuando Elena publicรณ “Los recuerdos del porvenir” tenรญa 41 aรฑos, y fue hasta 1968 cuando su publicaciรณn coincidiรณ con el boom de la literatura latinoamericana y la lucha en Mรฉxico a favor de la libertad de expresiรณn, de la que Elena fue gran defensora, y luchรณ en contra de la opresiรณn de los campesinos y de los juicios injustos contra algunos de sus lรญderes agrarios como los de Jaramillo y Lucio Cabaรฑas.
Fue una de las primeras escritoras que visitรณ las cรกrceles en defensa de las mujeres presas sin juicio previo y luchรณ en contra de los gobiernos corruptos, casi todos emanados de las revoluciones mexicanas que han desangrado a nuestro paรญs. Nunca creyรณ en la guerra cristera inventada por Plutarco Elรญas Calles durante cuya รฉpoca se desarrolla la historia de “Los recuerdos del porvenir”.
1968 fue el aรฑo de la terrible matanza de Tlatelolco, de la imposiciรณn de varias dictaduras latinoamericanas, “Cuba sรญ, Yanquis no”, cuando aรบn los ecos del concierto de Woodstock no se esfumaban y los Beatles eran recibidos en los escenarios y fuera de ellos con los gritos de la juventud histรฉrica de entonces, y de siempre, las protestas por la guerra de Vietnam, las marchas por la igualdad racial de Estados Unidos, el fin de los regรญmenes coloniales, los movimientos de liberaciรณn en Argelia y el Congo, las barricadas en Paris, en mayo. Franz Fanon y el Che, Janis Joplin y Martรญn Luther King, Ben Bella, Bob Dylan y Patricio Lumumba, los Rolling Stones y Malcom X, y dentro de este contexto se publican, como raya en el agua, “Los recuerdos del porvenir”.
Elena recibiรณ, segรบn sรฉ, un solo premio en narrativa durante su vida y ese fue el Xavier Villaurrutia, por “Los recuerdos del porvenir”. Esos galardones a Elena nunca le importaron. Ella estaba consciente del valor de sus obras, algunas le gustaban poco y yo no la contradecรญa. En alguna ocasiรณn me dijo refiriรฉndose a algunos de los escritores premiados y tarareando con su voz seductora el corrido de “La tumba de Villa”, que a la letra dice: “Son hojas secas que levanta el vendaval”. “Nunca olvides que el tiempo es justiciero y vengador”, me decรญa, y que “al final del sendero cada cual ocuparรก el sitio que le corresponda, o quizรก simplemente nos lleve el misericordioso olvido”.
Existen escritores que publican un libro tras otro, pero cuando no hay talento, al decir de Elena, “esos no son escritores, son junta palabras”. Y mencionaba algunos nombres que obviamente no revelarรฉ. No me gustarรญa morir ahorcado o destrozado por La familia o los Zetas.
“De los libros inolvidables uno aprende de memoria al menos el primer pรกrrafo, o esa lectura nunca existiรณ, se la llevรณ el agua del tiempo”, dice el escritor Sergio Ramรญrez. Al compartir su opiniรณn, me gustarรญa leerles el primer pรกrrafo con el que inician “Los recuerdos del porvenir” para que comprueben, por sรญ mismos, el valor de un libro que conforme pasan los aรฑos se lee con el mismo o mayor interรฉs de la primera vez, como suele suceder cuando un libro resiste al tiempo y se convierte en clรกsico.
“Aquรญ estoy, sentado sobre esta piedra aparente. Sรณlo mi memoria sabe lo que encierra. La veo y me recuerdo, y como el agua va al agua, asรญ yo, melancรณlico, vengo a encontrarme en su imagen cubierta por el polvo, rodeada por las hierbas, encerrada en sรญ misma y condenada a la memoria y a su variado espejo. La veo, me veo y me transfiguro en multitud de colores y de tiempos. Estoy y estuve en muchos ojos. Yo sรณlo soy memoria y la memoria que de mรญ se tenga”.
Al releerla, 60 aรฑos despuรฉs, su autora me envolviรณ nuevamente, con su prosa poรฉtica y sabรญa; sus hojas revolotearon una vez mรกs entre mis dedos, y sus personajes reaparecieron ante mรญ y por instantes volvรญ a mirarlos, con mis propios ojos.
Al inicio de la novela siento aรบn mรกs fuerte la presencia del “alter ego” de Elena en la voz de su protagonista omnipresente que es el pueblo de Ixtepec. Oo serรก solamente mi imaginaciรณn? Y me pregunto: ¿Han envejecido Los recuerdos del porvenir” al igual que los veinteaรฑeros de los sesenta y de los que estรกbamos conscientes de que sin los sesentas no existirรญan los setentas? Ha pasado medio siglo y el resplandor que emana de este libro continรบa deslumbrรกndonos a travรฉs del tiempo.
Y al final de su novela, me pregunto tambiรฉn si la misma Isabel Moncada no es la otra cara de la misma Elena, cuando se condena por siempre y para siempre en su epitafio que lo grava en la misma piedra del comienzo, que dice:
“Soy Isabel Moncada, nacida de Martรญn Moncada y de Ana Cuรฉtara de Moncada, en el pueblo de Ixtepec el primero de diciembre de 1907. En piedra me convertรญ el 5 de octubre de 1927 delante de los ojos espantados de Gregoria Juรกrez. Causรฉ la desdicha de mis padres y la muerte de mis hermanos Juan y Nicolรกs. Cuando venรญa a pedirle a la Virgen que me curara del amor que tengo por el general Francisco Rosas que matรณ a mis hermanos, me arrepentรญ y preferรญ el amor del hombre que me perdiรณ y perdiรณ a mi familia. Aquรญ estarรฉ con mi amor a solas como recuerdo del porvenir por los siglos de los siglos”.
¿Elena estarรญa consciente de que era ella misma quien sin imaginarlo escribiรณ su propio epitafio? ¡Quiรฉn sabe! Elena Garro me repitiรณ en varias ocasiones: “Carlos, durante mi vida me equivoque en todo”.
Cuando muriรณ Elena publique, diez aรฑos despuรฉs de su partida, un libro como tributo y admiraciรณn a la escritora y en recuerdo de la entraรฑable amistad amorosa que compartimos durante casi cuarenta aรฑos. Al libro lo titule, “Yo, Elena Garro”, cuyo principio inicia con una carta que supuestamente Elena me escribe diez aรฑos despuรฉs de su muerte, de la cual รบnicamente, no se espanten, les leerรฉ el comienzo:
“Soy Elena Garro, nacida de Josรฉ Antonio Garro y Esperanza Navarro de Garro en la ciudad de Puebla el 11 de diciembre de 1917. En piedra me convertรญ, como mi personaje Isabel Moncada, el 22 de agosto de 1998, delante de los ojos espantados de mi hija Helena Paz Garro. Causรฉ la desdicha de mi marido Octavio Paz, al igual que รฉl causรณ la mรญa. No quise escuchar los consejos de mi padre, quien sabiamente me advirtiรณ de no casarme, porque creรญa que no era el hombre indicado para mรญ. Lo desobedecรญ y Octavio y yo nos casamos sin haber cumplido mis dieciocho aรฑos, รบnicamente cegados por el amor revuelto con admiraciรณn y envidia, que desde estudiantes sentimos el uno por el otro. Aรฑos despuรฉs, esa mezcla de sentimientos se me convirtiรณ en odio y rencor. Por las interminables desavenencias que tuvimos no fuimos buenos padres y causamos involuntariamente la desdicha en que se convirtiรณ la vida de nuestra รบnica hija.
“Aรฑos despuรฉs, vine a pedirle a la Virgen de Guadalupe y al arcรกngel San Miguel que me salvaran de la furia del gobierno del presidente Dรญaz Ordaz, del sanguinario Luis Echeverrรญa y del terror de ser linchada por algunos intelectuales cobardes, los junta palabras, los mismos que desfilaron con pancartas por las calles y firmaron desplegados en los diarios durante el movimiento del 68, a los que, segรบn ellos, delatรฉ. Fueron los mismos agitadores quienes me acusaron de traidora. Confieso que me equivoquรฉ en todo. Nunca entendรญ nada.”
Hasta aquรญ el primer pรกrrafo. Y en la posdata de su carta imaginaria dice asรญ:
“Si deseas que te aclare algo, consulta nuestras charlas y mis libros. Ahรญ encontraras las respuestas”.
¿No creen ustedes que entre el personaje de Isabel Moncada y el de Elena Garro existe un cierto paralelismo mรกs allรก de lo literario?
Para terminar, estoy convencido de que “Los recuerdos del porvenir” es una novela sin tiempo. Elena Garro es una escritora que se ha ido a mundos lejanos, cuya obra siempre estรก y estarรก presente.
Gracias. Les recomiendo leer un excelente libro escrito por Marรญa Luisa Leรณn, titulado “La memoria del tiempo”, publicado por la UNAM.( ๐ฑ๐ฐ๐ค๐ฆ๐ด๐ฐ.๐ค๐ฐ๐ฎ.๐ฎ๐น).
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