𝗖𝗼𝗺𝗽𝗮𝗿𝘁𝗶𝗲𝗻𝗱𝗼 𝗗𝗶á𝗹𝗼𝗴𝗼𝘀 𝗖𝗼𝗻𝗺𝗶𝗴𝗼 𝗠𝗶𝘀𝗺𝗼

𝙇𝙖 𝘾𝙤𝙢𝙪𝙣𝙞ó𝙣 𝙘𝙤𝙣 𝘾𝙧𝙞𝙨𝙩𝙤

(𝘕𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘢 𝘪𝘥𝘦𝘯𝘵𝘪𝘥𝘢𝘥 𝘴𝘦 𝘯𝘰𝘴 𝘥𝘦𝘴𝘤𝘶𝘣𝘳𝘦 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘳𝘳𝘦𝘭𝘢𝘤𝘪ó𝘯 𝘥𝘦 𝘭𝘢𝘵𝘪𝘥𝘰𝘴. 𝘗𝘦𝘯𝘴𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘴𝘦𝘳 𝘺 𝘴𝘰𝘮𝘰𝘴 𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘰𝘮𝘰𝘴: 𝘮á𝘴 𝘥𝘦𝘣𝘪𝘭𝘪𝘥𝘢𝘥 𝘲𝘶𝘦 𝘩𝘢𝘣𝘪𝘭𝘪𝘥𝘢𝘥. 𝘈 𝘥𝘪𝘢𝘳𝘪𝘰 𝘯𝘦𝘤𝘦𝘴𝘪𝘵𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘳𝘦𝘩𝘢𝘤𝘦𝘳 𝘦𝘭 𝘢𝘭𝘮𝘢 𝘥𝘦 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰 𝘳𝘰𝘵𝘢𝘵𝘪𝘷𝘰: 𝘶𝘯𝘪𝘳 𝘺 𝘳𝘦𝘶𝘯𝘪𝘳 𝘱𝘶𝘭𝘴𝘰𝘴, 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘣𝘭𝘦𝘤𝘦𝘳 𝘱𝘢𝘶𝘴𝘢𝘴 𝘺 𝘳𝘦𝘴𝘵𝘢𝘣𝘭𝘦𝘤𝘦𝘳 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘪𝘯𝘶𝘪𝘥𝘢𝘥𝘦𝘴. 𝘕𝘰 𝘦𝘴 𝘧á𝘤𝘪𝘭 𝘤𝘢𝘳𝘨𝘢𝘳 𝘤𝘰𝘯 𝘭𝘢 𝘤𝘳𝘶𝘻, 𝘳𝘦𝘴𝘪𝘴𝘵𝘪𝘳 𝘶𝘯𝘰 𝘺 𝘢𝘴𝘪𝘴𝘵𝘪𝘳 𝘢 𝘭𝘰𝘴 𝘥𝘦𝘮á𝘴. 𝘓𝘭𝘦𝘷𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘴𝘪𝘨𝘰 𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢𝘳 𝘦𝘯 𝘳𝘦𝘭𝘢𝘤𝘪ó𝘯 𝘤𝘰𝘯 𝘦𝘭 𝘊𝘳𝘶𝘤𝘪𝘧𝘪𝘤𝘢𝘥𝘰 𝘺 𝘴𝘦𝘯𝘵𝘪𝘳 𝘭𝘢 𝘯𝘰𝘴𝘵𝘢𝘭𝘨𝘪𝘢 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘳𝘦𝘤𝘰𝘯𝘤𝘪𝘭𝘪𝘢𝘤𝘪ó𝘯. 𝘍ó𝘳𝘫𝘦𝘴𝘦, 𝘱𝘶𝘦𝘴, 𝘦𝘭 𝘦𝘴𝘱í𝘳𝘪𝘵𝘶 𝘤𝘰𝘯𝘤𝘪𝘭𝘪𝘢𝘥𝘰𝘳 𝘦𝘯 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘷𝘪𝘥𝘢𝘴. 𝘙𝘦𝘧ó𝘳𝘮𝘦𝘴𝘦 𝘺 𝘧ó𝘳𝘮𝘦𝘴𝘦, 𝘤𝘰𝘳𝘢𝘻ó𝘯 𝘢 𝘤𝘰𝘳𝘢𝘻ó𝘯, 𝘦𝘭 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘦𝘮𝘱𝘭𝘢𝘵𝘪𝘷𝘰 𝘥𝘦𝘴𝘦𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘢𝘤𝘵𝘪𝘵𝘶𝘥 𝘥𝘰𝘯𝘢𝘯𝘵𝘦).

I.- ¿𝙌𝙐𝙄É𝙉 𝙎𝙊𝙔 𝙔𝙊 𝙋𝘼𝙍𝘼 𝙀𝙇 𝙎𝙀Ñ𝙊𝙍, 𝘾𝙊𝙈𝙊 𝙋𝙀𝙉𝙄𝙏𝙀𝙉𝙏𝙀 𝘿𝙀 𝙏𝙊𝘿𝙊𝙎 𝙇𝙊𝙎 𝘿Í𝘼𝙎? 

Soy para el Señor parte del todo, 
el motivo de su venida y llegada, 
la causa que nos encauza de luz, 
la fuerza que nos aúpa cada día, 
y la clemencia que nos absuelve. 

Nos llama cada amanecer a vivir, 
nos abraza con apasionado amor, 
nos brinda la bondad y la senda; 
quiere que nos movamos felices, 
con su mismo gozo y ser divino.

Nos insta a vaciarnos de mundo, 
a llenarnos de su idílica pureza, 
a seguirle para dar continuidad, 
al reinado del verbo y del verso, 
a la inmortal mística que somos.

𝙄𝙄.¿𝙌𝙐𝙄É𝙉 𝙀𝙎 𝙀𝙇 𝙎𝙀Ñ𝙊𝙍 𝙋𝘼𝙍𝘼 𝙈Í, 𝙀𝙉 𝙇𝘼 𝙎𝘼𝙉𝙏𝙄𝘿𝘼𝘿 𝘿𝙀 𝙏𝙊𝘿𝙊𝙎 𝙇𝙊𝙎 𝘿Í𝘼𝙎?
 

Cristo es nuestra asistencia viva, 
la impecable voz entre nosotros, 
el único mediador que nos ama, 
que nos redime y lleva al Padre, 
regenerados de alma y de cuerpo. 

Necesitamos al Redentor nuestro, 
para reconocer nuestro caminar, 
para sentirnos hallados y fuertes, 
para diferenciar el bien del mal, 
para reprobar nuestras maldades. 

Requerimos de su buen proceder, 
para librarnos de la desesperanza, 
y comprometernos con la verdad,
hasta el encuentro final con Jesús, 
fraternizados entre sí y para Dios. 

𝙄𝙄𝙄.- ¿ 𝙌𝙐𝙄É𝙉 𝙀𝙎 𝙌𝙐𝙄É𝙉, <𝙙𝙞𝙫>𝙀𝙉 𝙇𝘼 𝙍𝙀𝙋𝙍𝙊𝘿𝙐𝘾𝘾𝙄Ó𝙉 𝘿𝙀 𝙏𝙊𝘿𝙊𝙎 𝙇𝙊𝙎 𝘿Í𝘼𝙎? 

Nada es por sí mismo, unámonos; 
cada momento es para convidarlo, 
para ofrecerlo, darse y corregirse, 
para romper esquemas mundanos,
y para juntar el cielo con la tierra.

La analogía celestial nos alumbra, 
que su lumbre no nos deslumbre, 
ni nos endiose en la falsa pompa; 
lo importante es hallar el camino, 
y ver que el Salvador nos nombra. 

Conviene conocerse y reconocerse; 
cada cual, desde su lugar viviente; 
en la ejemplaridad única de María; 
Madre magnífica del don supremo, 
y fuente de esperanza en el mundo.



Víctor CORCOBA HERRERO
corcoba@telefonica.net
26 de agosto de 2023 
#QuédateEnCasa🏡💙

Comentarios

Entradas populares de este blog

"1938, cuando el petróleo fue nuestro";Ahora solo en película

𝗟𝗮 𝘇𝗼𝗻𝗮 𝗽𝗿ó𝘅𝗶𝗺𝗮 𝗱𝗲 𝗱𝗲𝘀𝗮𝗿𝗿𝗼𝗹𝗹𝗼

𝗖𝗲𝗻𝘁𝗲𝗻𝗮𝗿𝗶𝗼 𝗱𝗲𝗹 𝗻𝗮𝘁𝗮𝗹𝗶𝗰𝗶𝗼 𝗱𝗲 𝗖𝗼𝗵𝗶𝗻𝘁𝗮 𝗚𝘂𝗲𝗿𝗿𝗲𝗿𝗼 𝗔𝗽𝗮𝗿𝗶𝗰𝗶𝗼