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CIUDAD DE Mร‰XICO.— El Instituto Nacional de Estadรญstica y Geografรญa (INEGI) reconociรณ que el aรฑo pasado tuvo que pagar a cรกrteles para poder ingresar a ciertas ciudades a realizar el censo.
Algunos analistas aseguran que los cรกrteles de la droga tienen como blanco a los trabajadores de ese organismo, a empresas encuestadoras e investigadores de mercadotecnia en algunas partes de Mรฉxico por numerosas razones.
La directora adjunta de Censos Econรณmicos y Agropecuarios del INEGI, Susana Pรฉrez, declarรณ la vรญspera ante una comisiรณn de la Cรกmara de Diputados que empleados del organismo se vieron obligados a contratar a delincuentes para realizar algunas entrevistas del censo, y que uno de los funcionarios fue secuestrado mientras intentaba realizar entrevistas.
Pรฉrez afirmรณ que el problema era peor en las zonas rurales del paรญs, y que el INEGI tuvo que emplear varios mรฉtodos para poder operar en esas regiones.
"Hay muy diversas estrategias desde, en algunos casos, pagar por entrar. Pagar a lo mejor cifras pequeรฑas, pero pagar por entrar", indicรณ la directora al explicar que tambiรฉn recurren a la contrataciรณn de personal que vive en esas zonas que son conocidos por los pobladores y por "quienes podรญan estar incurriendo en cuestiones de delincuencia".
“Una muy importante es contratar personal de la zona, que conozca muy bien a la gente de la localidad o de la zona que se estรก censando, y que ademรกs sea conocida de esa gente, y que sea conocida de quienes pudieran estar incurriendo en cuestiones de delincuencia”, dijo.
En el centro y norte de Mรฉxico, donde hay problemas de violencia por las guerras territoriales del narcotrรกfico y la migraciรณn, los trabajadores del censo encontraron comunidades agrรญcolas abandonadas sin nadie a quien encuestar.
El INEGI es financiado por el gobierno mexicano, pero goza de una autonomรญa casi total para garantizar que las estadรญsticas no sean alteradas por los polรญticos.
El analista de seguridad, David Saucedo, dijo que en efecto los cรกrteles de la droga y las bandas tienen como blanco a los trabajadores del INEGI, asรญ como a colaboradores de empresas encuestadoras y de mercadotecnia en algunas partes de Mรฉxico.
"Hay casos en donde los grupos del crimen organizado extorsionan y piden dinero a los encuestadores y supervisores para dejarles hacer encuestas. En este caso se trata de un delito de extorsiรณn simple y llana", afirmรณ Saucedo.
Otros factores hacen que ir de puerta en puerta para hacer preguntas sea un trabajo aรบn mรกs peligroso, sostuvo el analista. "En ocasiones los cรกrteles hostigan a los encuestadores al confundirlos con integrantes de otros grupos delictivos, debido a que grupos rivales se disfrazan de brigadistas de gobierno o encuestadores para hacer trabajos de inteligencia en zonas bajo el control del enemigo", agregรณ.
En lugares como los conflictivos estados de Michoacรกn y Guerrero, los cรกrteles de la droga pueden querer influir en los resultados de las encuestas para impulsar las candidaturas de polรญticos que estarรญan aliados con ellos, segรบn analistas. Algunos partidos en Mรฉxico utilizan las encuestas para elegir en los procesos internos a sus candidatos.
"Si (los cรกrteles) detectan a encuestadores levantando cuestionarios, los levantan y obligan a que encuesten a integrantes de la base social de apoyo del narco para que los resultados favorezcan a los candidatos de su elecciรณn", asegurรณ Saucedo.
Cada vez mรกs preocupa en el paรญs que las autoridades hayan abandonado algunas zonas que estรกn ahora bajo el control de bandas de narcotraficantes.
Las autoridades federales reconocieron este mes que una manifestaciรณn de cientos de personas en Chilpancingo, Guerrero, fue organizada por la banda de narcotraficantes Los Ardillos, y que la movilizaciรณn tenรญa como objetivo obligar al gobierno a liberar a dos lรญderes del grupo que estaban detenidos acusados de posesiรณn de drogas y armas.
En el vecino estado de Michoacรกn, los residentes reconocieron recientemente que casi todos los productos bรกsicos de su regiรณn costaban entre 30% y 50% mรกs porque los cรกrteles de la droga controlaban la distribuciรณn, y que la situaciรณn era conocida por las autoridades.
Los comerciantes dijeron a la AP que los elevados precios se debรญan a los "impuestos" que cobraba un cรกrtel de la droga local, o por la propiedad de los puntos de distribuciรณn que manejaban narcotraficantes.
Desde hace mucho tiempo se ha convertido en una prรกctica peligrosa que extraรฑos entren a los pueblos y comiencen a hacer preguntas.
En 2015, una turba matรณ y quemรณ a dos encuestadores que realizaban un sondeo sobre el consumo de tortillas en un pequeรฑo pueblo al sureste de la Ciudad de Mรฉxico.
En 2016, tres hombres que trabajaban para una empresa de encuestas fueron rescatados de una turba que les propinรณ una brutal paliza en el estado de Tabasco.( ๐˜ผ๐™‹/๐˜ฑ๐˜ณ๐˜ฐ๐˜ค๐˜ฆ๐˜ด๐˜ฐ.๐˜ค๐˜ฐ๐˜ฎ.๐˜ฎ๐˜น).

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