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Texto: ๐๐๐ก๐ฎ ๐ผ๐ง๐๐ก๐ก๐๐ฃ๐ค ๐ผ๐ฎ๐๐ก๐*/Fotos: ๐๐๐ง๐ก๐๐ฃ๐ ๐๐๐ง๐ฉรญ๐ฃ๐๐ฏ.PUEBLA. PUE., 24 de Julio de 2023.--Martรญn Barrios recuerda que cuando era niรฑo vagaba con sus amigos de la cuadra por el ejido de San Nicolรกs. No habรญa mรกs que milpas y ellos robaban elotes o jugaban hasta la noche, sin importar el regaรฑo que les esperaba a su regreso.
Atrรกs de su casa pasaba el tren y a Inti, su hermana menor, le gustaba verlo y caminar junto a las vรญas, siguiendo el sonido agudo e intermitente, como de piedritas que chocan, que salรญa de los talleres de รณnix a lo largo de esa calle, que prรกcticamente marcaba el fin de la ciudad.
Eran los aรฑos 80, Mรฉxico era otro paรญs y en el valle de Tehuacรกn, al sureste del estado de Puebla, la vida era muy diferente. En este lugar, donde se domesticรณ el maรญz mediante tรฉcnicas de auto-polinizaciรณn, cambiando para siempre la historia de la humanidad, las personas vivรญan de producir ese y otros granos, ademรกs de verduras y frutas.
Tambiรฉn desde entonces era comรบn dedicarse a la cesterรญa, la fabricaciรณn de ladrillos y la maquila de pantalones de mezclilla y uniformes, una industria que aรบn no cobraba tanta relevancia, ya que sรณlo atendรญa al mercado nacional.
Pero algunas cosas cambiarรญan en la siguiente dรฉcada debido a la privatizaciรณn del campo y las reformas agrarias de 1992, que permitieron la venta de tierras comunales y ejidales, por la firma del Tratado de Libre Comercio con Amรฉrica del Norte (TLCAN) y el impulso de autoridades municipales para que Tehuacรกn, conocida como la cuna del maรญz, se convirtiera en la “capital mundial de los blue jeans”, como incluso la declarรณ el gobierno estatal.
Los sonidos tambiรฉn cambiaron: en lugar del tren y el tintineo del รณnix, llegรณ el trรกfico. Afuera de su casa, Inti dejรณ de ver pinos y jacarandas. Su calle se convirtiรณ en un bulevar que ahora atraviesa gran parte de la ciudad.
Muchos ejidos, incluyendo aquel donde Martรญn y sus amigos jugaban, se convirtieron en colonias, al principio sin servicios, cinturones de pobreza que fueron hogar para las miles de personas que migraron de diferentes municipios y estados, atraรญdas por la promesa de la maquila.
Una promesa de progreso, de oportunidades, sobre todo para las mujeres en una sociedad machista, una promesa que fue mรกs bien espejismo, un engaรฑo, una falsa mejora, una ilusiรณn de futuro que pronto revelรณ su verdadero rostro: explotaciรณn laboral, contaminaciรณn y migraciรณn forzada.
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Desde la dรฉcada de 1970 a 1980, la poblaciรณn de los seis municipios que conforman el valle aumentรณ, en algunos casos, como en Tehuacรกn, hasta en 65%, muy por arriba del crecimiento de 33% y 38% que hubo en el estado y el paรญs, respectivamente. La zona ya se perfilaba industrial, con el auge de las refresqueras, gracias a la fama del agua mineral, las granjas avรญcolas, las porcรญcolas, y la maquila, ahora tambiรฉn de exportaciรณn.
En las siguientes dรฉcadas, la gente seguirรญa migrando al valle. El aรฑo 2000 terminรณ con un aumento poblacional de 45.4% en Tehuacรกn, el municipio mรกs grande e importante de la zona, un porcentaje de crecimiento que prรกcticamente duplicรณ el del estado y el paรญs (23% y 20%).
Esa migraciรณn provino sobre todo de la Sierra Negra de Puebla, de Zoquitlรกn, Chilchotla; de Huautla de Jimรฉnez, Oaxaca; de Zongolica, Orizaba y Ciudad Mendoza, Veracruz.
Hoy, cinco de los seis municipios que integran el valle de Tehuacรกn estรกn en el top 20 a nivel nacional en cuanto al nรบmero de habitantes que se dedican a la maquila; el porcentaje oscila entre el 17 y 30 por ciento de su poblaciรณn; por ejemplo en el caso de Altepexi, tres de cada diez trabajan en esa industria
Indรญgenas de otras culturas y otros pueblos abandonaron el campo y su jornada a la intemperie, de sol a sol, para ser devorados por las maquilas con sus luces blancas, que alteran el sistema hormonal, el sueรฑo, el humor, que pueden causar problemas gastrointestinales, cardiovasculares y aumentan el riesgo de cรกncer de mama.
Maquilas con su aire caliente, condensado y espeso, pues por regla general no tienen ventilaciรณn natural y a veces tampoco artificial, donde las personas, mujeres sobre todo, pasan 8, 10, 12, 14 horas –dependiendo del cรบmulo de trabajo, “la tarea” le dicen, y de las horas extras para estirar la paga–, al cabo de las cuales salen con las manos, las lagaรฑas y los mocos azules como la mezclilla, que silenciosamente, pelusa a pelusa, tambiรฉn va invadiendo sus pulmones.
Esta llegada de poblaciรณn campesina e indรญgena modificรณ la dinรกmica social en los municipios del valle de Tehuacรกn, pues si bien la primera generaciรณn mantuvo una combinaciรณn de actividades, entre el campo y la maquila, las siguientes generaciones se enfocaron en la industria.
“El mundo campesino se volviรณ obrero –dice Martรญn Barrios, defensor de derechos laborales de trabajadores y trabajadoras de la maquila desde hace mรกs de 20 aรฑos– por el espejismo del Tratado de Libre Comercio de Amรฉrica del Norte”.
“La juventud tiene una historia de contraste con sus abuelos que trabajaban en el campo, porque sus papรกs fueron los primeros que empezaron a laborar en la industria de la maquila”, apunta Luis Alberto Hernรกndez de la Cruz, sociรณlogo, Maestro en Estudios Sociales y Laborales por la UAM y Doctor en Geografรญa Humana por la UNAM.
Ahora la maquila es la primera opciรณn para las juventudes, incluso antes de alcanzar la mayorรญa de edad: es aspiracional, determinado por la promesa de tener un “mejor ingreso” y una idea de “progreso”.
Y es que caminar por Tehuacรกn, Ajalpan o Altepexi es como andar por el anuncio clasificado de un periรณdico. Ni siquiera hay zonas especรญficas, en cualquier parte se pueden encontrar letreros, en lona o incluso en cartulina, afuera de casas, empresas bien identificadas o bodegones: “Se solicita costurera. Excelente ambiente de trabajo. Prestaciones superiores a las de la ley”.
“Entre los jรณvenes hay una idealizaciรณn del trabajo industrial, porque la maquila les ofrece un salario semanal; en comparaciรณn, trabajar en el campo o en otra actividad implica generar un ingreso que quizรกs no sea instantรกneo; si es en lo agrรญcola, probablemente seis o diez meses despuรฉs de tu siembra vas a recibir cierta ganancia”, explica Hernรกndez de la Cruz.
Sin embargo, muy pronto la realidad les escupe en la cara. Le pasรณ a Elizabeth Arce. Ella empezรณ a trabajar a los 16 aรฑos en la maquila sin saber lo que le esperaba. “El primer dรญa hasta llorรฉ, porque no me habรญa tocado ver que un patrรณn te hablara con groserรญas, y yo dije ‘quรฉ hago aquรญ’, pero nuestra necesidad nos obliga a aguantarnos”.
Le pasรณ a Susana Sรกnchez. Ella vivรญa en Tezonapa, Veracruz, tenรญa 14 aรฑos y una experiencia de vida en situaciรณn de calle, cuando le contaron que en Tehuacรกn “habรญa trabajo en la industria textil, que se pagaba bien y que no se necesitaban estudios”. No pasรณ mucho tiempo antes de darse cuenta que si no pedรญan muchos requisitos era porque “lo que ellos quieren es que trabajes, a ellos no les importa si te explotan, si tienes el papel, ellos quieren que trabajes. A mรญ me dijeron, ¿tรบ quieres trabajar?, ya tienes el trabajo”.
Ademรกs, si esas juventudes vienen de los pueblos, llegan sin familia ni redes de apoyo y dedican la mayor parte de su dรญa a trabajar. En ocasiones las empresas hasta les ponen transporte, les rentan cuartos y les venden la comida para “facilitarles” su inserciรณn en la maquila: son fรกcilmente explotables.
Y sin embargo, aun asรญ se alimenta la idea de mejora. “Me da la impresiรณn de que a partir de este trabajo industrial y de empezar a tener un ingreso hay una transformaciรณn en la forma en que ven su pobreza, hay como una especie de progreso, por el hecho de que ahora ya tienen acceso a dinero y pueden comprar una cama, aunque sea a crรฉdito, o un sistema de sonido; eso para ellos es un avance”, dice Hernรกndez de la Cruz.
Para Inti Barrios, la niรฑa que caminaba junto a las vรญas del tren y que ahora es actriz, gestora cultural y activista, trabajar en la maquila supone una contradicciรณn. “Por un lado las chavas tienen este rollo de: ahora puedo ir a los bailes y salir con mis amigas, en mi pueblo nunca hubiera podido hacer esto, y ahora tambiรฉn puedo comprarme algo, aunque saben que nunca van a poder comprarse los pantalones que costuran”.
Pero el espejismo se va diluyendo conforme pasan los aรฑos. Angรฉlica Carrera, que tiene 48 aรฑos de vida y 33 trabajando en la maquila, sabe bien que “la canasta bรกsica siempre va rebasando al sueldo. (…) Y no puedes guardar para una casa o un coche, o tener una buena estabilidad viviendo bien, comprรกndote buenos muebles, porque no alcanza, siempre tienes que ver lo mรญnimo que puedes comprar, como no comiendo tantas veces carne”.
Para Martรญn Barrios, esta voracidad de la maquila en un contexto de tanta necesidad, como es el que ha vivido la regiรณn desde el boom maquilero en los 90, “estรก destruyendo un tejido social comunitario a cambio de nuevas formas de esclavitud social”, y “vino a trastocar las relaciones familiares, las tradiciones, el medio ambiente”, aรฑade Hernรกndez de la Cruz.
Entre los ejemplos mรกs claros estรก el rechazo de las generaciones jรณvenes a la lengua indรญgena materna. Esas muchachas a las que les entusiasma ir al baile, ya no quieren hablar nahua.
“Siento que un mundo se borra o se superpone”, dice Inti, y para ilustrarlo se refiere a las mujeres de Coapan, una comunidad de Tehuacรกn donde tradicionalmente las mujeres venden tortillas. “Todas venรญan con las enaguas, la blusa, el rebozo, las tortillas, los huaraches. Y ahora siguen siendo tortilleras, pero llegan con el jean, unas hablan nahua, otras ya no quieren hablarlo definitivamente, y es cuando te preguntas si la identidad se pierde o se transforma”.
“Me acuerdo -continรบa Inti- que en una fiesta en Altepexi vi a las tres generaciones: a las abuelas con el delantal, las trenzas, hablando nahua, una cuestiรณn cultural muy fuerte; luego las mamรกs, a la mejor con el delantal, pero ya no con las trenzas, con pantalones de mezclilla, con una blusa; y luego las nietas, ya con el pelo pintado de gรผero, con la minifalda”.(๐๐๐ ๐๐ ๐รก๐๐๐ฃ๐/๐ข๐ฎ๐ข๐ฑ๐ฐ๐ญ๐ข๐ฑ๐ฆ๐ณ๐ช๐ฐ๐ฅ๐ช๐ด๐ฎ๐ฐ.๐ค๐ฐ๐ฎ).
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