𝗗𝗲 𝘀𝗶𝗴𝗻𝗼𝘀 𝗱𝗲 𝗽𝘂𝗻𝘁𝘂𝗮𝗰𝗶ó𝗻 𝘆 𝗮𝘁𝗿𝗲𝘃𝗶𝗺𝗶𝗲𝗻𝘁𝗼𝘀 𝗷𝘂𝗿í𝗱𝗶𝗰𝗼𝘀
Elino Villanueva González
“Si termino la primera clase sin un reclamo y llego a la última sin una denuncia legal, habré impartido el mejor curso de mi carrera y de mi vida...”, me dije, nervioso como nunca, a mi edad, machacando la conciencia, cuando llegué al salón principal de la Facultad de Derecho.
“¿Qué estoy haciendo aquí? —me pregunté con sinceridad, enfrente de veintiocho jóvenes abogados llenos de energía, entusiastas, que cursan su grado de Maestría en Derecho Penal, Civil, Constitucional, Electoral y en Derechos Humanos, en un Posgrado de Calidad avalado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología—. La mínima queja de uno de ellos tendría sin buscarlos veintisiete testigos de mérito incuestionable, ni la mejor estrategia de defensa jurídica podría contra todos ellos”.
¿Cómo le hice para sobrevivir a tal atrevimiento? No sé, todavía no me lo explico, aunque mejor será preguntarse cómo le hicimos entre todos, pues ellos aportaron algo francamente no muy común en los ámbitos formativos profesionales de alto nivel: la humildad, la honestidad de aceptar que de cualquier persona podemos aprender algo, incluso de un maestro de visera y mezclilla.
Qué difícil es encontrarse en la actualidad, en las áreas universitarias de Posgrado, a alumnos que admitan con esa actitud un error, una situación equivocada, una falla, la necesidad urgente de hacer el uso más correctamente posible de los signos de puntuación, las reglas gramaticales, y menos en los ámbitos del Derecho, en un contexto sociológico dominado por la vanidad y la autocomplacencia, los egos disparados hasta arriba por la inercia del estatus.
Pues no, resulta que la última clase del curso, este lunes 29 de mayo de 2023, ha sido la más divertida de mi existencia con un grupo de juristas alegres y tolerantes, pacientes y divertidos, libres y alivianados, convencidos de que todos debiéramos como parte de un grupo social retomar el valor hermoso del Lenguaje y la Palabra, los más bellos entre los activos humanos.
Aceptar con tolerancia y sentido autocrítico que las barbaridades que vemos en el plano social todos los días, increíbles, inexplicables para un conglomerado que nos llamamos seres pensantes, racionales, es porque hemos perdido colectivamente el respeto por la Comunicación, por la Palabra.
Agradezco a mis ahora veintiocho nuevos amigos, especialistas en las diversas ramas del Derecho, su participación para haber impartido con ellos sin duda uno de los mejores cursos de mi vida en esto de la Redacción y la Ortografía, base de las dinámicas del proyecto Montañas de Letras. Promoción de la lectura y la comprensión lectora., que pretende llevarse a todos los planteles desde Secundaria a Nivel Superior en las regiones del estado, empezando por los programas de posgrado de nuestra benemérita UAGro Universidad Autónoma de Guerrero.
Si algunos entre los profesionistas saben que el principio de la convivencia social es el respeto por el orden son los abogados, pero resulta mucho más edificante asumir con ellos que el primer orden que todos debiéramos respetar es el del Lenguaje, el factor que nos distingue de los demás seres vivos, el elemento principal para llamarnos seres humanos.
Sé que ellos llevan en su mente y en su corazón, como personas, más que como defensores de las leyes, las claves para tratar de ser mejores ciudadanos y profesionistas.
Gracias, por supuesto, a mis amigos y hermanos Esmeralda Hernández Hernández y Daniel Mora Magallón, de la Maestría en Derecho UAGro, por atreverse también a gestionar la impartición de este curso taller de Redacción y Ortografía a los jóvenes estudiantes del Posgrado. Sin su aportación no se hubiera conseguido el éxito.
Ojalá y en la Dirección de Posgrado y en la Dirección de Investigación UAGro, bajo la coordinación de la doctora Berenice Illades Aguiar, en la Rectoría misma, se acepte la iniciativa de llevarlo a todos los programas universitarios, por lo menos los que figuran en el Padrón de Programas de Calidad de CONACYT, ahora con su nuevo nombre y sus nuevas reglas.
Por lo pronto, gracias a Dios y a la Vida por dedicarme a lo que me dedico, y hacerlo con el más absoluto respeto por todos mis alumnos, con gusto, y tratando de que ellos también lo disfruten, bajo un criterio altruista y pacífico, de buena fe y sin fines de lucro. Gracias, gracias, gracias.
¡Otra forma de ver el mundo!
#QuédateEnCasa🏡💙
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