𝗘𝗻𝘁𝗿𝗲 𝗹𝗮 𝘃𝗲𝗿𝗱𝗮𝗱 𝘆 𝗹𝗮 𝗳𝗶𝗰𝗰𝗶ó𝗻



 

𝙀𝙡 𝙥𝙪𝙚𝙗𝙡𝙤 𝙛𝙖𝙧𝙞𝙨𝙚𝙤, 𝙙𝙚 𝙡𝙖 𝟰𝙏

 

Jorge Luis Falcón Arévalo*

 

“𝘓𝘢 𝘩𝘶𝘮𝘪𝘭𝘥𝘢𝘥 𝘥𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘩𝘪𝘱ó𝘤𝘳𝘪𝘵𝘢𝘴 𝘦𝘴 𝘦𝘭 𝘮á𝘴 𝘨𝘳𝘢𝘯𝘥𝘦 𝘺 𝘦𝘭 𝘮á𝘴 𝘢𝘭𝘵𝘢𝘯𝘦𝘳𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘰𝘳𝘨𝘶𝘭𝘭𝘰𝘴.”-𝙈𝙖𝙧𝙩í𝙣 𝙇𝙪𝙩𝙚𝙧𝙤-



La utopía de la inescrupulosa Morena, es pretender que al decir: "el pueblo decide la democracia de la 4T y que de ella "emana un mandato para transformar el país". No tan solo mienten, sino que ellos mismos no se lo creen. Por un mecanismo humano emotivo simple: no se confían entre ellos mismos.

El estado de bienestar, disfrazado de una "felicidad", es solo una deshonesta apreciación del mitómano número uno. Y digo deshonesta, porque viene de alguien que no es fiable para él mismo. Un ser que se miente así mismo. Y se entrampa en sus "puntos de vista". Un ser patético patológico.

El pueblo solo es un vocablo del diccionario, porque como multitud afianzada al proyecto de la 4T, simplemente no existe como tal. No se puede llamar pueblo, a los léperos delincuentes que están sacrosantamente financiados por Morena y se encuentran apostados  afuera de las instalaciones de la SCJN, lanzando improperios y faltas de respeto no tan solo a la ministro presidente de dicho poder, Norma Piña, sino que ofenden a los demás ministros de esa Suprema Corte, dónde se aprecia y escuchan más consigna personales, que una demanda de la sociedad plural.

El pueblo del que hacen alarde los traidores a la patria, es más una gavilla de malhechores. El pueblo de ellos, es una masa que se renta. Que se alquila. Es el brazo violento de Morena. El sicariato maldito de criminales en su máxima expresión, apoyada por voceros lambiscones y pseudo periodistas. Militantes  sin quehacer, así como simpatizantes de otros partidos cuyos  "servicios" son pagados con cargos publicos.

En ello no tan solo descansa su utopía sino su farsa, su imposible, su entelequia de pueblo.

Sin duda alguna, el pueblo al que hace referencia el mentiroso primero y sus "fichitas", por no decir corcholatas, es el pueblo fariseo. Esos seguidores de una secta judaica que aparentaban rigor y austeridad, pero eludía los preceptos de la ley y, sobre todo, su espíritu. Sin duda alguna, Jesucristo se refirió a ellos como hipócritas.

Porque hasta ahora, el sentido de la 4T es transformar el uso de la palabra pueblo, en robar.

La 4T es una utopía con un pueblo utópico; pero con reales canallas y ladrones.

Platón y Moro, deben tomar las reservas en sus conceptos de la filosofía dentro de la utopía amloista;  que está historia que falta poco para que termine entre pobreza y aplausos. Y no en felicidad y bienestar.

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