𝗔𝗹𝗴𝗼 𝗠á𝘀 𝗤𝘂𝗲 𝗣𝗮𝗹𝗮𝗯𝗿𝗮𝘀


𝙍𝙚𝙘𝙤𝙣𝙨𝙩𝙧𝙪𝙞𝙧𝙨𝙚 𝙘𝙤𝙢𝙤 𝙝𝙪𝙢𝙖𝙣𝙞𝙙𝙖𝙙

 “𝘚𝘰𝘮𝘰𝘴 𝘨𝘦𝘯𝘵𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘷𝘦𝘳𝘣𝘰 𝘺 𝘥𝘦 𝘷𝘦𝘳𝘴𝘰 𝘦𝘯 𝘭𝘰𝘴 𝘭𝘢𝘣𝘪𝘰𝘴; 𝘺, 𝘢 𝘮𝘦𝘥𝘪𝘥𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘮𝘰𝘳𝘢𝘥𝘰𝘳𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘱𝘭𝘢𝘯𝘦𝘵𝘢, 𝘩𝘰𝘺 𝘥𝘦𝘴𝘩𝘶𝘮𝘢𝘯𝘪𝘻𝘢𝘥𝘰 𝘢 𝘮á𝘴 𝘯𝘰 𝘱𝘰𝘥𝘦𝘳, 𝘴𝘦 𝘤𝘰𝘯𝘤𝘪𝘦𝘯𝘤𝘪𝘦𝘯 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘳𝘦𝘭𝘢𝘤𝘪ó𝘯 𝘤𝘰𝘯 𝘦𝘭 𝘰𝘳𝘣𝘦 𝘯𝘢𝘵𝘶𝘳𝘢𝘭, 𝘨𝘢𝘯𝘢𝘳𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘴𝘦𝘯𝘴𝘪𝘣𝘪𝘭𝘪𝘥𝘢𝘥, 𝘱𝘰𝘳𝘲𝘶𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘤𝘰𝘴𝘢 𝘦𝘴 𝘤𝘪𝘦𝘳𝘵𝘢, 𝘲𝘶𝘦 𝘵𝘰𝘥𝘰 𝘱𝘢𝘴𝘢 𝘱𝘰𝘳 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘦𝘵𝘢𝘳𝘴𝘦, 𝘱𝘳𝘰𝘵𝘦𝘨𝘦𝘳𝘴𝘦 𝘺 𝘳𝘦𝘱𝘢𝘳𝘢𝘳𝘴𝘦”.
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Víctor CORCOBA HERRERO/ Escritor Español

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Cada amanecer es un volver a reafirmarnos y un retornar a aprender a reprendernos, a templar el carácter y a moderar la mirada para que acaricie en lugar de herir o matar, a resistir la adversidad y a insistir con voluntad en el buen hacer y mejor obrar. Los días, ciertamente, no son fáciles para nadie. Hay que reconstruirse cada madrugada y tener disposición de hacerlo. Tomar conciencia de ello, es el primer paso de la batalla de cada día. Lo nefasto es resignarse a vivir como derrotado. Fuera perezas y amarguras. Es cuestión de ponerse en acción, cada cual utilizando sus habilidades y talentos para rehacer moradas y espacios. Aquí entramos todos, pues aunque es responsabilidad de la comunidad internacional, también de cada uno de nosotros, el ayudar a las personas desplazadas a encauzar sus vidas. Lo importante es no desfallecer en la enmienda para despertar, reorientarse dejándose arrimar el hombro, retomar a la cátedra vivencial para depurar tropiezos, acompañar y sentirse acompañado; máxime en un momento de tantos problemas existenciales. 
Solo unidos, somos capaces de reedificarnos socialmente, porque es más difícil reconstruir que construir, reorganizarse que organizarse, renacer que nacer en suma. Necesitamos cambiar nuestra mentalidad. Porque a veces nos acostumbramos a convivir con nuestras miserias, hacemos nada o muy poco por despojarnos de ellas; dejando que los mercaderes de la destrucción vivencial, vuelvan a hacer de nuestro transitar un destino a su capricho y antojo. Abandonemos las ruinas, desertemos de las esclavitudes; seamos libres como el viento, por muchas piedras que hallemos sobre el horizonte. Somos gentes de verbo y de verso en los labios; y, a medida que los moradores de este planeta, hoy deshumanizado a más no poder, se conciencien de la relación con el orbe natural, ganaremos sensibilidad, porque una cosa es cierta, que todo pasa por respetarse, protegerse y repararse. Hay que pasar del acuerdo al ejercicio  cotidiano, si en verdad queremos recomponer la biodiversidad y recobrarnos humanamente, nunca desanimarse, porque sería una manera de morir en vida y de no mantenerse humanitario. En consecuencia, nada de lo que le suceda a un ser vivo nos debe resultar ajeno.
Todo está en nosotros, bajo el vínculo de la unión y la unidad; o sea, haciendo familia. Así, si la biodiversidad sufre, la humanidad también. Precisamos cuidados y amor, encontrar respuestas y trabajarse uno así mismo, a través de la razón que nos esclarece, el esfuerzo que nos encamina y los sentidos que nos encauzan. Lo transcendente radica en rehacerse desde la lumbre de un hogar, donde se cultiva el corazón y se retoman las fuerzas. Únicamente de este modo, se pueden tender puentes para reconstituir un mundo fragmentado, lo que comporta la reconstrucción de un nuevo proyecto basado en la justicia social. Lo que es evidente, que no puede haber sosiego en ningún rincón, con tantas desigualdades vertidas e injusticias encumbradas. Hay que revertir situaciones, lo que nos demanda repensar de nuevo. La realidad no es la que es, se puede modificar, con el cumplimiento de los derechos humanos y la cohesión social. Indudablemente, hay que sumar esfuerzos, entender que no puede haber concordia sin espíritu solidario, como tampoco puede haber quietud sin activar la cultura del abrazo auténtico.
Nada es por sí mismo, sabemos que los bosques, amenazados por la deforestación, así como otros ecosistemas, son de capital significación para sustentar la savia y la subsistencia viviente; que la salud del planeta también juega un papel significativo en la aparición de enfermedades transmisibles entre los diversos reinos: vegetales, animales y humanos; así como el paso a este estado de nuevo renacer benefactor que demanda un compromiso de contemplación y certeza colectiva. Reconsiderarse con una sonrisa interior, bajo el paraguas que alberga una tensión de acontecimientos que nos sorprenden a diario, tiene que ser un quehacer habitual. Desde luego, antes que ciudadanos del mundo tenemos que ser tronco coaligado; y, después hemos de aspirar a entendernos y a comprendernos, con la clemencia necesaria para no romper raíces que nos trituren el alma. Ahora que hemos asimilado que los caminos no existen sin nosotros, mantengamos la compostura, no con la autosuficiencia, sino con la autosatisfacción del deber cumplido, lo que requiere ponernos a disposición de amar para ser amado.
corcoba@telefonica.net
21 de mayo de 2023 

#QuédateEnCasa🏡💙

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