𝗟𝗮 𝗶𝗱𝗲𝗻𝘁𝗶𝗱𝗮𝗱 𝘆 𝗰𝗿𝗲𝗮𝘁𝗶𝘃𝗶𝗱𝗮𝗱 𝗽𝗼𝗽𝘂𝗹𝗮𝗿

          

César González Guerrero.    

      

En el área rural, en donde la población es eminentemente campesina, como es el caso de mi tierra Copala, existe una rica experiencia, tal vez histórica, en cuanto al origen y desarrollo de los pueblos, que identifica a sus habitantes como personas auténticas y muy creativas, que se debe valorar. 

    

Hasta 1960 aproximadamente, cuando aún no habían los servicios públicos como carreteras, agua potable, energía eléctrica, drenaje, clínicas de salud, telefonía, vehículos, etcétera, todo se solucionaba con ingenio y creatividad de la gente. Por supuesto las actividades de todo tipo no requerían de la tecnología y todo aquello que ahora existe, y hace dependientes a las personas.          

Así disfrutamos, quienes  vivimos esa época del siglo XX, de lo que la naturaleza nos ofrecía.      

Por ejemplo en los hogares se utilizaba leña en lugar de gas; candil en vez de luz eléctrica; agua de pozos, ríos o arroyos en lugar de los garrafones y/o agua entubada; piso de tierra o lodo en lugar de cemento; Adobe en lugar de ladrillo o tabicón; cal en vez de pintura; teja o palapa en lugar de azotea o cemento.         

Para comunicarse se utilizaban  bocinas o gritos en lugar de teléfonos; recados o cartas escritos a mano en lugar de máquinas de escribir; radios en lugar de televisión; revistas de contenidos diversos en lugar de periódicos; etc.                    

Los adultos disfrutaban de los bailes populares y tradicionales en lugar de las famosas discotecas; también se consumía más aguardiente y cerveza que vinos o bebidas de marcas extranjeras; lo mismo que los cigarrillos eran fabricados de tabaco envueltos en totomoiste o simplemente elaborando sus propios puros; las fiestas fueron amenizadas por personas empíricas en tocar guitarra, trompeta, tambora, saxofón o clarinete; las canciones fueron menos ruidosas y con mensajes positivos; etc.                    

Las mujeres lucían sus vestidos floreados; rebozo o chalina; naguas largas y blusas sin escote; las mujeres no usaban pantalones, lucían sus vestidos floreados; regularmente no se usaba calzado; en las fiestas usaban  zapatos de tacón alto; y en los bailes fue costumbre comprarle chicles de cajita a la pareja (preferentemente de menta o yerbabuena); se acostumbraba que las parejas o dama ocupaban sillas o bancas de madera colocadas alrededor de la enramada y si alguien se animaba a bailar con alguna de ellas solo bastaba con pararse frente a ella y muy decentemente pedirle bailar alguna melodía (casi siempre  música para bailar abrazados). Etcétera.                 

Los pequeños, niñas y niños, disfrutaban de los juegos de la época como canicas, cocoles, ruedas, chicopetas, rayuela, trompo, sambutidas, nadadas o  clavados  en los ríos, charcos o arroyos; las escondidas; matatenas; barajas; el burro; los zancos; las vencidas; las luchas; las jineteadas; etc.                  

Por respeto al espacio no se mencionan otros interesantes temas y quizá en otra ocasión haya oportunidad de recordarlos. 

Por ahora solo habría que solicitar a las autoridades educativas de los 3 niveles de gobierno, valoren la posibilidad de rescatar algunas de esas y otras formas de recreación y diversión populares que eviten la pérdida de la identidad cultural auténticamente del pueblo. 

Ya veremos.

#𝗤𝘂é𝗱𝗮𝘁𝗲𝗘𝗻𝗖𝗮𝘀𝗮. 🏡 💙