𝗚𝗼𝘁𝗮𝘀 𝗱𝗲 𝗛𝗶𝘀𝘁𝗼𝗿𝗶𝗮

Arturo Ríos Ruiz

 CDMX, 21 de abr. 2023.- En el pueblo de El Liberal, municipio de Teloloapan, vivía un señor llamado Otoniel. Un campesino que se dedicaba a la siembra de maíz, calabaza y frijol, y a cuidar unas pocas cabezas de ganado vacuno y caprino que tenía.

En una ocasión, cuando estaba arando su tierra para sembrar, vio que algo brillaba con el sol. Se acercó para ver qué era lo que había visto relucir y vio entonces que era un gusano de oro puro, de unos treinta centímetros de largo aproximadamente.

El gusano estaba vivo, y caminaba arrastrándose por el suelo.

El campesino lo tomó entre sus manos y oyó en su mente una voz que le decía: "vamos a hacer un trato, si me llevas a tu casa y me tratas bien, me das de comer, voy a hacer del baño y lo que haga serán monedas de oro puro".

El campesino aceptó y se llevó al gusano a su casa. Lo encerró en un cuarto y ahí le llevaba de comer todo lo que el gusano le pedía, y éste, hacía del baño, dejando regadas varias monedas de oro.

Pasaron los años, se volvió rico, compró muchas tierras y ganado; tenía peones para él. Despertó la envidia y ambición de su hermano, Alejandro que, de forma astuta, emborrachó a Otoniel y le preguntó: "¿de dónde sacas tanto dinero?".

Otoniel, le confesó la verdad, le contó del gusano de oro que había encontrado y luego se quedó dormido. Alejandro entró al cuarto donde estaba el gusano de oro, se lo llevó para su casa. Lo encerró y le puso comida.

Al otro día fue a buscar monedas de oro. Pero no encontró nada, ni al gusano, sólo un montón de piedras. Cuenta la gente que este gusano de oro sólo se le aparece a las personas de buen corazón, y que, si alguien de malo o envidioso deja de ser de oro y se convierte en un pedazo de palo o bejuco.

#𝗤𝘂é𝗱𝗮𝘁𝗲𝗘𝗻𝗖𝗮𝘀𝗮. 🏡 💙