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Vรญctor CORCOBA HERRERO/ Escritor espaรฑol
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Nada es imposible a los ojos existenciales, es nuestro deber ser operantes para liberarnos del mal, practicar la justicia y enmendar situaciones verdaderamente atroces. Tampoco es cuestiรณn de combatir, sino de resistir y de extender el espรญritu del bien para que reine la verdad en la vida; y, por ende, la armonรญa. Al tiempo, y con urgencia, destronemos las guerras de nuestra mirada, poniendo el corazรณn en todo lo que hacemos. Fortalezcamos los vรญnculos familiares, universalicemos los sistemas de salud y educaciรณn, ejemplaricemos nuestras actuaciones, conjugando el buen hacer con el mejor obrar. Activemos, por otra parte, las sinergias necesarias para enfrentar los desafรญos en un momento de fuerte crisis global. Tengamos en cuenta, que a todos nos afecta todo. Personalmente, pienso, que es exactamente aquรญ donde hay que poner el acento y ser mรกs solidarios; lo que conlleva, polรญticas fuertes de protecciรณn social, centradas en las necesidades de las personas.
Lo que estรก claro, que no es viable vivir en una isla, sin inmutarse por nada ni por nadie. Nos hemos globalizado. Necesitamos entendernos y comprendernos. Ademรกs, fuera adoctrinamientos y mรกs libertad, el porvenir es nuestro; y, como tal, hemos de hacerlo posible, reconociendo que รบnicamente la certeza aporta sosiego a nuestro paso. Indudablemente, tiene que cesar el huracรกn de la tensiรณn, con campos mรกs abiertos y equitativos, donde puedan sustentarse a las personas a travรฉs de empleos decentes como parte de sistemas productivos sostenibles, pero tambiรฉn con actitudes conciliadoras que hagan desaparecer este sentimiento de rencor, y asรญ poder responder al aluviรณn de maldades con el abrazo desprendido. Desde luego, precisamos aprender a desprendernos del oleaje de la soberbia, si queremos apagar juntos el odio y la sinrazรณn. Realmente, ningรบn ser camina por sรญ mismo. Por eso, hay que dejar de darse bofetadas unos a otros y hermanarse con sentimientos mรกs รฉticos y menos inmorales. 
Sin duda, tenemos que cultivar otras estรฉticas y sumergirnos en el hacer continuo. Seguramente harรญamos mรกs tareas si pensรกsemos que son muchas menos las imposibles que las posibles. El potencial de lo hacedero radica en algo tan fรกcil como la creencia de que es posible algo y, para ello, hay que forjarlo cierto. ¡Cuรกntas veces hemos sentido el desรกnimo de abandonarlo todo! Debiรฉramos saber, por consiguiente, que tan solo en un mundo de personas sinceras es factible la uniรณn. Sin unidad, no hay desarrollo alguno, por mรกs que lo intentemos. Sabemos, al mismo tiempo, que una cuarta parte de la humanidad vive hoy en lugares afectados por conflictos. Quizรกs tengamos que activar los acuerdos, concebirlos admisibles, en un camino de desapego de lo mundano y de orientaciรณn conjunta, mediante el diรกlogo y la negociaciรณn. De lo contrario, la violencia se injertarรก colectivamente como una de las mayores pesadillas vivas y persistentes del planeta.
En consecuencia, debiรฉramos tener presente, que la venganza es un recibo cruel, en la medida en que es el desprecio de toda reparaciรณn practicable. Esta es la verdadera situaciรณn que tenemos tambiรฉn que corregir. Podernos hacerlo y hemos de realizarlo. Querer es poder. Lo insostenible no puede continuar. Fuera el fantasma de los tรญmidos y el refugio de los cobardes. Somos ciudadanos de acciรณn y de palabra. Jamรกs desfallezcamos. Hagamos de los principios un valor sin fronteras. Comencemos por uno mismo, que de un espรญritu justo nace el sosiego mรกs absoluto. Venzamos la indiferencia y activemos la cultura del cuidado como camino de quietud. Nada es irrealizable. Aquรญ abajo, todos podemos contribuir a  realizar el memorรกndum del mejor sueรฑo, el de la concordia entre moradores, pues todo en el fondo reside en el respeto de los derechos humanos. Claro que la paz es posible y, al mismo tiempo, necesaria; tan solo hay que servir a la verdad y, sin miedo alguno, consolidar el deseo de fraternizarse.
De ahรญ lo significativo que es hacer, con todo el alma y con toda la mente, la aceptaciรณn a las diversas culturas. En efecto, al reconocer el valor del encuentro, no รบnicamente cruzรกndonos con las personas, sino parรกndonos con ellas y escuchรกndolas, acompaรฑรกndolas en la soledad y conduciรฉndolas a no sentirse solas. Por desgracia, nos hemos acostumbrado a cultivar la indiferencia. Al fin y al cabo, cualquiera de nosotros, mรกs pronto que tarde, sufrimos alguna necesidad en nuestra historia. Como ciudadanos del mundo hay que implicarse, hacer frente a las falsedades con hechos, a la ignorancia con educaciรณn y a la pasividad con compromiso. Muchas veces trabajamos el recuerdo de hechos salvajes, sin embargo no denunciamos el resentimiento y el deseo de venganza. Es cierto que no podemos negar el pasado, pero para remodelar el futuro, quizรกs tengamos que comenzar por repensar las transformaciones con las que soรฑamos, que no pueden ser el poseer, ni el excluir, ni tampoco el acumular; sino el compartir, contribuir y distribuir. ¡Hagamos lo posible, aunque nos parezca imposible!
corcoba@telefonica.net
12 de marzo de 2023.-
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