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Elino Villanueva Gonzรกlez 

En algรบn tiempo pensรณ en dejar el periรณdico, tomarse un descanso.
Bueno, eso de descanso es un decir: dejar la Sala de Redacciรณn, pues ahora que me acuerdo habรญa varios compromisos de temporada en Temerallica Rock y no querรญa faltar en su chamba de rockero, la otra de sus aficiones vitales que le permitรญan completar el gasto familiar y no tener que vivir del chayote, del embute, de la hipocresรญa en esa parte oscura de las complejas relaciones Prensa-Gobierno.
Si algo aborrecรญa era quedar mal, asรญ era de honesto, sin duda uno de los periodistas mรกs autรฉnticos que he conocido. Eso sรญ, el mejor editor y corrector de estilo, esos seres madrugadores y desvelados en peligro de extinciรณn que hacรญan que los textos de ciertos reporteros y columnistas de abolengo y renombre salieran bonitos, sin las faltas de ortografรญa ni los errores de redacciรณn de sus originales.
“¿Quiere agua, mi jefe?”, se anticipa un seรฑor joven de bermudas, playera y cachucha, en la entrada del panteรณn.
“ร“rale, trรกete una cubeta”, acepto.
“Ya estรก. Me llevo tambiรฉn una escoba, por si hay que barrer y limpiar la tumba”, aรฑade.
“Lo que voy a extraรฑar es el round que nos echamos todas las noches con Usted”, me decรญa entonces. No dejรณ el trabajo, รบnicamente acomodรณ ajustados los horarios y nos pedรญa a Arturo y a mรญ que lo cubriรฉramos una o dos horas la noche de la tocada, cuando tenรญa que salir temprano, por ahรญ de las once de la noche, para interpretar a sus รญdolos, sobre todo a Gustavo Cerati y muy en especial a Enrique Bunbury.
En realidad, no eran “rounds”, como รฉl decรญa, sino debates, opiniones personales, actualizaciones acerca del rumbo del ejercicio periodรญstico. 
“Me parece que, a los periodistas, como gremio lo que les estรก faltando cada vez mรกs es la verdadera convicciรณn. De quรฉ ha servido que ahora haya escuelas y salgan con tรญtulos acadรฉmicos y se llamen con elegancia comunicรณlogos, si no saben poner una coma, tienen errores de ortografรญa inmensos hasta al hablar y carecen del espรญritu de solidaridad comรบn, no son las buenas personas que proponen sus รญdolos y ejemplos. Se han vuelto personalistas, egรณlatras, ya ni siquiera rinden honores a los viejos, a los que se han ido, a sus antepasados”, sostenรญa.
“No pierdas la fe, ni generalices, no todo estรก perdido, hay gente valiosa”, le decรญa yo, salomรณnico.
Llegamos a su sepulcro: los mismos dos guamรบchiles gigantes con las ramas avejentadas y vencidas, repletas de bromelias, en el contorno.
“¿Viene a ver a Hรฉctor?”, me pregunta el don, sorprendido, mientras baja de su hombro la cubeta de agua.
“A รฉl mero”, le respondo.
“¿Lo conocรญa, eran amigos?”, se interesa, al tiempo que empieza a barrer.
“Mรกs que mi amigo: era mi hermano —le explico—. Trabajamos juntos varios aรฑos en la Sala de Redacciรณn de El Sol de Chilpancingo. Egresรณ de la Facultad de Comunicaciรณn y Mercadotecnia, donde soy profesor. No fue mi alumno, todavรญa no entraba yo a la plantilla de maestros, pero compartรญamos convicciones, ideales, sobre el ejercicio del Periodismo”.
“¡ร“rale! ร‰ramos vecinos. Conozco a sus hermanos, a su familia, muchas veces cantamos juntos a capela”, empieza a entrar en confianza.
Le sigo la corriente, ya hasta lo tuteo: “¿Te acuerdas de alguna canciรณn?”
“Por supuesto —responde—: ¿Ha escuchado Lady blue?”
Pega donde duele. Claro que la he escuchado. Me viene a la memoria la visita de uno de sus hermanos a la Granja Amojileca, con su familia, meses despuรฉs del sepelio, cuando juntos empezamos a cantarla, desde nuestra mesa, fingiendo los instrumentos con las manos, y nos seguimos hasta el final en medio de la sorpresa de los comensales, que le entraron al ambiente y hasta nos aplaudieron.
Me arranco, asรญ como no queriendo, ahora con รฉl, y con su amigo, aquรญ en su tumba del cementerio central de la ciudad, frรญo como todos los panteones: “Hoy voy a empezar./ Hoy es el comienzo del final./ El cocodrilo astronauta soy,/ en รณrbita lunar./ Y ahora todo es mejor,/ la lluvia de asteroides ya pasรณ./ No fue para tanto, y desde aquรญ/ todo es insignificante,/ nada es tan preocupante,/ y el espacio es un lugar tan vacรญo sin ti...”
Dos seรฑoras pasan al lado, con flores y floreros, buscando extraviadas un nombre entre las cruces de las tumbas, y dejamos de cantar, apenados, justo cuando empezรกbamos a agarrar aviada.
“No tardan en llegar sus amigos —dice, aprovechando la pausa—. Siempre vienen a verlo por estas fechas. Lo visitan seguido, pero mรกs en el aniversario de su despedida”.
“¿Los periodistas o los rockeros?”, le pregunto.
“Los rockeros, desde luego, ellos sรญ son solidarios —me contesta—. Los periodistas ni se acuerdan de รฉl. Tanto que ayudรณ y defendiรณ a varios, incluso algunos famosos”.
“¿En serio?”, insisto.
Siento un leve aumento en el frรญo del ambiente. Por un momento me parece que estoy hablando con el mismo Hรฉctor: “Creo que, a los periodistas, como gremio les estรก faltando cada vez mรกs la verdadera convicciรณn. De quรฉ sirve que ahora haya escuelas y salgan con tรญtulos universitarios y se digan comunicรณlogos, si no saben poner una coma, tienen errores de ortografรญa hasta al hablar y carecen del espรญritu de solidaridad comรบn, no son las buenas personas que uno espera de ellos. Se han vuelto personalistas, egรณlatras, ya ni le rinden honores a los que se han ido”.
No sรฉ ni quรฉ decir. Me siento personaje de cuento de Juan Rulfo. Las seรฑoras se han alejado, como fantasmas. Opto mejor por retomar la canciรณn, ahora con mรกs ahรญnco, al cabo que a eso vine, a sumergirme en el entorno de la รบltima morada de mi hermano y amigo, Hรฉctor Martรญnez Rodrรญguez, en el tercer aniversario de su ausencia sentida, de su muerte lamentable, en igualdad de circunstancias que su รญdolo Gustavo Cerati. Le traje flores para recordarlo como un periodista autรฉntico y honesto: “…y ahora todo es mejor,/ la lluvia de asteroides ya pasรณ./ No fue para tanto, y desde aquรญ,/ todo es insignificante,/ nada es tan preocupante,/ y el espacio es un lugar tan vacรญo sin ti./ ¡Lady, Lady blue!/ Sin control, sin direcciรณn,/ la luz se fue, a dรณnde voy…”
#QuรฉdateEnCasa๐Ÿก๐Ÿ’™

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