𝗗𝗲 𝗿𝘂𝘁𝗮𝘀 𝘆 𝗿𝗼𝗰𝗸𝗲𝗿𝗼𝘀



Elino Villanueva González
𝙀𝙨𝙩𝙤 𝙨í 𝙙𝙚 𝙥𝙡𝙖𝙣𝙤 𝙧𝙤𝙢𝙥𝙚 𝙩𝙤𝙙𝙤𝙨 𝙡𝙤𝙨 𝙚𝙨𝙦𝙪𝙚𝙢𝙖𝙨. 
Cualquier cosa hubiera podido esperar: los gritos desaforados, los berridos hirientes, los estribillos melosos, los versos malhechos, las composiciones vacías y pegajosas, la apología del delito, la exaltación del crimen, todo aquello a lo que nos tienen acostumbrados los operadores del servicio de transporte colectivo en nuestra primera capital nacional.
Bueno, no todos. Hay algunos, como los de la ruta del Fraccionamiento y la Ampliación Reforma, la mayoría, que se salen del esquema, valoran que las “combis” o las “urvans” no son suyas, si bien tienen dueño, el propietario simplemente posee el permiso de brindar el servicio de traslado de personas y cobrarles por ello, pero el espacio es público, es de todos, y no nos pueden obligar a seguir sus gustitos.
Así que escuchar, con toda claridad y precisión, a volumen justo, a Enrique Bunbury, con una de mis favoritas, la que más me identifica con mi difunto hermano y amigo Héctor Martínez Rodríguez, rockero y periodista, la neta que nunca me lo imaginé: “Hoy voy a empezar./ Hoy es el comienzo del final./ El cocodrilo astronauta soy,/ en órbita lunar./ Y ahora todo es mejor,/ la lluvia de asteroides ya pasó./ No fue para tanto y desde aquí/ todo es insignificante,/ nada es tan preocupante/ y el espacio es un lugar/ tan vacío sin ti…”
Y vaya que se puede escuchar de todo: hay unos que ponen canciones religiosas, otros que gustan de baladas, algunos dejan escuchar música disco de los ochenta, ¿pero Lady Blue? ¿¡Lady blue en una “combi” del transporte urbano!? ¡El gran Bunbury reinando entre quince pasajeros supera cualquier expectativa!
Manuel, el operador —nunca lo había visto—, nota amablemente mi algarabía, mi chincual: “¿Quiere que le suba tantito?”
“¡Por supuesto! ¡Súbele! Y no tantito, ¡todo lo que puedas! —trato de contener mis impulsos. Quiero gritar que me han recordado a mi hermano Héctor, sepultado hace tres años en el panteón de Chilpancingo, un 7 de febrero—. ¡Esto no es de todos los días, carajo!”
Modero mis ímpetus. Las cosas no andan como para ponerse a cantar a voz en cuello en el asiento del copiloto de una “urvan” colectiva, y menos con Bunbury. Hay que ser mesurados. Pero sé que Manuel me acompaña en mi intención. Nuestros pensamientos se unen y se disparan en ánimos para entonar, juntos: “Lady, lady blue./ Sin control, sin dirección./ La luz se fue./ ¿A dónde voy?”
Lo que es más, ni siquiera me había percatado bien a bien de la profundidad de la letra. Caigo en la cuenta de que habla de huracanes, mi tema de tesis en la maestría y en el doctorado. Más identificación con Héctor y con la banda de Temerallica Rock. Quiero llamarle a la palomilla rockera, a los muchachos, para que vengan a ver este espectáculo que se sale de lo convencional.
“¡Lady, lady blue!”, nos escuchan, a Manuel y a mí, ya encarrerados, cantando, de plano, los vendedores de tacos de canasta en los camellones, los repartidores de refrescos, los vigilantes de fraccionamientos, los albañiles colgados de sus andamios, las afanadoras de los hoteles que se asoman a vernos, las vendedoras de pan de Chilapa que se detienen con sus canastas a observar la fiesta que hemos armado desde la “combi”.
¿Será posible que algún día nos podamos unir en sentimientos y afanes a partir del rock, que es la pura vida, que es la letra de la proyección auténtica, la mejor música? Creo que nunca había dicho esto, pero el momento lo vale: antes que cualquier asunto sociológico, dejarnos caer en brazos del rock… ¡Por el rock a la paz!
Los demás operadores del servicio se dan cuenta del ánimo que nos hace repetir, desde la “combi”: “…No volverás a ver/ la mirada triste/ del chico que observaba el infinito.”
Algunos nos quieren seguir el ejemplo, pero se impone la fuerza de la realidad y las costumbres, el qué dirán. Sin embarro, nosotros seguimos cantando de nuestro ronco pecho: “Llamando a la estación./ Perdemos combustible,/ y la tripulación se quiere despedir desde aquí./ Dejo esta grabación,/ a falta de algo mejor./ La soledad es un lugar/ tan vacío sin ti…”
Los novios que caminan despacito tomados de la mano con sus mochilas al hombro nos voltean a ver, los chicos de la chorcha en el receso de las preparatorias 1 y 9 no dan crédito a la posibilidad de que a todos los que vivimos en esta ciudad histórica pero caótica nos puedan unir el rock, las rolas de Bunbury, el espíritu solidario y generoso de todos los rockeros de Chilpancingo, de Guerrero, de México, del mundo… ¡Qué viva el rock!
Es un hecho que echo de menos el hecho de que ya no echo mezcales ni chelas.
Todavía es temprano y apenas andan en las calles los empleados del servicio de recolección de basura del Ayuntamiento, aún no es hora de los autores de bloqueos infames de calles, tan frecuentes y cotidianos que ya los tomamos como normales, pero si ya anduvieran cerrando las escasas avenidas de la ciudad se sumarían a cantar con Bunbury y con nosotros: “Desde hoy/ no temas nada,/ no hace falta ya,/ todo se fue con el huracán…”
Los ladrones que se preparan para el asalto o el robo, los limpiaparabrisas imprudentes y acomedidos, los automovilistas que no tienen de otra más que aguantar y cooperar, las empleadas que van a su trabajo, los burócratas que se encaminan a sus oficinas, las vendedoras de gorditas, las señoras que venden jugos y tortas y frutas y yogur, los que hacen filas en las salas de espera de las clínicas, los médicos que auscultan en sus consultorios, los jueces que dan sus veredictos, los maestros que imparten sus clases, los alumnos que estudian, los laboratoristas que analizan muestras, las cocineras de las fondas, los pagadores de impuestos, las cajeras de las tiendas, las que echan las tortillas en los comales, los que fríen las carnitas y los chicharrones, los que escriben noticias, los que cobran chayotes, los que arreglan ataúdes, los que podan árboles, los que sacan copias, los repartidores que andan en motos, los que deben y no pagan, los que prestan y no cobran, los que prometen y no cumplen…
Todos se ponen a cantar con nosotros: “¡Lady, lady blue…!”

#𝗤𝘂é𝗱𝗮𝘁𝗲𝗘𝗻𝗖𝗮𝘀𝗮. 🏡 💙

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