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A poco que nos observemos, veremos a multitud de personas que dormitan en una soledad impuesta, de verdadero desamparo. Esta situaciรณn, inhumana a mรกs no poder, nos deshumaniza por completo. Ciertamente, cada dรญa son menos, aunque caminemos juntos, los que suelen extender una mano de auxilio y cuidado. Sobran lรกgrimas ynfaltan sonrisas. Tambiรฉn abundan las zancadillas, en lugar del abrazo, en el trato cotidiano. Por desgracia, hemos olvidado el propรณsito de caminar haciendo familia, de ayudarnos unos a otros para poder salir de las sombras de este mundo cerrado y encerrado en sรญ mismo, de mostrar compasiรณn hacia esa gente excluida y de tener voluntad para mejorar comportamientos. Sea como fuere, hemos de salir de este infortunio y renacer hacia un corazรณn menos empedrado, sensible al ejercicio del acompaรฑamiento. Al fin y al cabo, todos somos frรกgiles y todos necesitamos debesa caricia alentadora, que sabe detenerse, acercarse, remediar y curar. Desde luego, la dejadez y la apatรญa, el no sentirse querido por nadie; sin duda, es el mayor tormento que podemos experimentar como caminantes por aquรญ abajo.
Abandonarnos entre sรญ, como abandonarse en nuestras propias miserias humanas sin resistir, es comonsuicidarse y dejar el innato coraje en campo muerto, sin haber luchado en el territorio de batalla. Lo importante es levantarse rehabilitado de cualquier trance, mejorar la asistencia, sabiendo que nadie puede pelear la vida aisladamente. Se requiere de un linaje familiarizado que nos sostenga, que nos auxilie unos a otros a mirar hacia delante, a soรฑar juntos. En efecto, es saludable que soรฑemos como una รบnica humanidad, cada uno con su propia identidad eso sรญ, pero todos hermanados en una causa comรบn, que no es otra que el reinado del bien y de la bondad colectiva. Lo que no es de recibo, es continuar viviendo con el calvario de inmoralidades que nos acorralan.
Precisamente, resulta horroroso e injusto que las posibilidades de supervivencia de un niรฑo puedan depender รบnicamente de su lugar de nacimiento y que haya desigualdades tan pronunciadas en el acceso a los servicios de salud que salvan vidas. Junto a esta atmรณsfera de contrariedades, que recientemente denunciaba la Organizaciรณn Mundial de la salud; ademรกs nos falla el corazรณn, que es la verdadera fuente existencial.
Necesitamos, por ello, sistemas sรณlidos sanitarios de atenciรณn primaria; que satisfagan tanto el mejor comienzo en la vida, como del mismo modo, en el ocaso. La vejez no sรณlo pierde el รกnimo, sino que duda incluso de que merezca la pena continuar viviendo en un mundo que los arrincona; cuando en realidad son, la viva memoria del momento y el instante precioso de la sabidurรญa. El sonrojo deberรญa caer sobre esas personas que se aprovechan de la debilidad de estas criaturas, ya sean pรกrvulos o mayores. Sรณlo hay que pasarse por la sala de urgencias de muchos hospitales, sobre todo en paรญses mรกs desarrollados, convertidos en un lugar utilizado por familiares que desertan a sus mayores cuando les resultan un estorbo en casa. Imposible, pues, conformarse con lo conseguido hasta ahora. El diario de nuestra vida nos llama a conquistar cada dรญa nuevos horizontes, pero haciรฉndolo desde el amor, lo que conlleva un espรญritu solidario y justo. Estos abecedarios actuales nos separan, aunque pretendan unificarnos, prevaleciendo los intereses egoรญstas de los mรกs fuertes y debilitando el vรญnculo de la familia.
Este descarte de vidas en camino nos deja sin palabras. Lo que hoy prolifera es el boicot y la encerrona, la violencia y la mutilaciรณn de los vรญnculos, el enfrentamiento y la pรฉrdida de contacto con la realidad concreta, el recogimiento consumista y cรณmodo, las descalificaciones y el desenfreno, a travรฉs de un cรญrculo virtual que derrama odio y nos aรญsla del entorno en el que vivimos. Nos falta el sentarse a escuchar al otro, compartir vivencias mirรกndose a los ojos, porque la savia requiere encuentro, para poder participar experiencias y madurar. Si hoy ningรบn Estado nacional aislado estรก en condiciones de asegurar el bien comรบn de su propia ciudadanรญa, tampoco ninguna persona por si misma puede realizar nada; es necesario preocuparse y ocuparse conjuntamente, reaccionar a tiempo y en comunidad, si en verdad queremos avanzar y corregir el rumbo. En consecuencia, requerimos en todas las latitudes del planeta, que se aminoren las tensiones, con una generosidad sin lรญmites para poder avivar la respuesta humanitaria, consensuando posturas y reconciliando actitudes.
corcoba@telefonica.net
11 de enero de 2023.-
#QuรฉdateEnCasa๐ก๐
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