𝗥𝗲𝗳𝗹𝗲𝘅𝗶ó𝗻 𝗠𝗮𝗿𝗶𝗮𝗻𝗮 𝗲𝗻 𝘁𝗶𝗲𝗺𝗽𝗼𝘀 𝗱𝗲 𝗡𝗮𝘃𝗶𝗱𝗮𝗱…
En estos días, corresponde –creo- honrar también a la Mujer Sagrada que llevó en su seno, durante nueve meses, a Jesús-Niño, protegiéndolo, custodiándolo, como Santuario de Bondad, donde su corazón y su sangre atravesaron el cuerpo del Redentor, no para dañarlo, sino para vivificarlo por obra y gracia divina, la Virgen Madre, la Santísima Madre de Dios, que encarnó al Verbo Divino, donde Cristo no sólo se vistió de carne y hueso, sino también aprendió a escuchar la maternal ternura del Altísimo y calibrar las virtudes que le fueron dadas desde lo alto…
Ella, con su humildad y maternidad valiente nos demuestran que su embarazo es muestra de espera paciente y no arrebato para subrayar “el derecho a decidir sobre su cuerpo”, sino que se asume como depósito divino, donde el Todopoderoso manifiesta su grandeza y su bondad, al constituirse en Madre de todos, porque a todas las madres representa y que no somos huérfanos, porque ella, es atalaya, donde encontramos a la que nos fue dada terrenalmente para recibirnos en esta experiencia mundana y que no estamos solos… ¡Dios está con nosotros a través de nuestra Madre!
Por las Madres de los enfermos, de los desaparecidos, de los que sufren en los procelosos mares del dolor, encarnan desde mi óptica, la expresión más puro del Verbo Peregrinante que se expresa en la Santa Madre de Dios.
No agradecer y reconocer el papel fundamental de la Virgen María, es no agradecer al vaso que sostiene el agua que bebemos; es repudiar en cierta manera, el piso en el que descansamos; es actuar con ingratitud, ante el Sol que nos alumbra y rechazar los méritos del alimento que nos nutre para mantenernos vivos. Es, en síntesis, expresión de burda y dantesca ingratitud que nos acerca a los infiernos.
Por eso y por conocer, su elevado grado de sensibilidad, envío a Usted, esta melodía que seguramente lo conexionarán al Espíritu que con un hermoso silencio gobierna los Universos…
#𝗤𝘂é𝗱𝗮𝘁𝗲𝗘𝗻𝗖𝗮𝘀𝗮. 🏡 💙
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