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Los humanos tenemos que reactivar el espรญritu creativo, sobre todo para reorientar las polรญticas sobre la humanidad y asรญ poder reavivar una ciudadanรญa que cuide de nuestra propia casa comรบn, recobrando la universalidad de los derechos humanos, que es lo que verdaderamente suscita un sosiego en el arte de vivir juntos. En consecuencia, estamos llamados a encauzar nuestra mirada hacia lo esencial, focalizando nuestra tarea en el propio hรกbitat y en el cuidado de los seres humanos mรกs frรกgiles, persiguiendo ademรกs ese bien colectivo que nos fraternice de una vez por todas. Junto a este espรญritu cooperante, se requieren ademรกs de otros lenguajes mรกs verdaderos, directos al corazรณn de todas las culturas, que han de optar por el abecedario de la declaraciรณn de dignidad e igualdad de derechos para todas las personas. Mรกs en un tiempo como el actual, que nos enfrentamos a multitud de crisis, acrecentadas por la quiebra moral en los sistemas financieros mundiales y la ausencia de รฉtica en muchos dirigentes del planeta, que lo รบnico que siembran son divisiones y conflictos, desigualdades e inmoralidades. Estรก visto, que el avance no significa que la lucha por los derechos y la igualdad haya terminado o termine nunca. 
Ante este cรบmulo de retrocesos y progresos, que en nuestra historia siempre acaeciรณ, no hay mejor poรฉtica que la implicaciรณn consciente y responsable de cada morador, reconociendo con buenas obras el mal que hayamos podido causar como linaje. Acaso, para empezar a meternos en faena, tengamos que detener ese รกnimo de especulaciรณn permanente, y algo tan fundamental como pueden ser los alimentos, debamos de salvaguardarlos, respondiendo con eficacia y honestidad al rugido doloroso de los excluidos que reclaman justicia. Desde luego, hoy mรกs que nunca, necesitamos de una economรญa que invierta en los derechos humanos y que funcione para todas las gentes. Quizรกs tambiรฉn tengamos que reconducir las polรญticas en este sentido; puesto que pedimos renovar el contrato social entre los gobiernos y sus pueblos y dentro de las sociedades, cada vez mรกs inhumanas e insolidarias, para ganar confianza y adoptar una visiรณn compartida y global de los derechos humanos en el camino hacia un desarrollo equitativo y sostenible. Todo esto nos exige tener viva la conciencia, incentivo que nos lleva a pronunciarnos a la luz de los abecedarios mentales, para no perder el horizonte de la promociรณn integral del individuo, asรญ como el destino universal de los bienes, lo que nos advierte de que todos tenemos un papel que desempeรฑar, que comienza indudablemente por defender nuestros derechos y los de los demรกs. 
En todo caso, siempre que se abandonan los valores de la humanidad, todos corremos un mayor riesgo. En realidad, la concordia y el derecho son dos beneficios relacionados entre sรญ, ya que no puede haber quietud donde no habite la consideraciรณn hacia toda vida. Nuestros mayores problemas actuales tienen su origen, precisamente, en la violaciรณn de lo sensato y en el incumplimiento de nuestras obligaciones. Nos alegra, pues, que la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible active una norma comรบn de logros para todos los pueblos y todas las naciones. No nos podemos quedar, por tanto, frรญos e impasibles ante la urgencia de reconstruir una comunidad de vida humana que garantice en todas las partes del mundo, el respeto hacia sus pobladores en todo momento. Lo que no es de recibo es que tras la invasiรณn de Rusia, por citar algo noticiable actual, se haya desatado una ola de violencia de gรฉnero, especialmente de carรกcter sexual, contra las  mujeres. Nos alegra, por consiguiente, que una abogada del paรญs haya fundado JurFem, una organizaciรณn que lucha para conseguir protecciรณn y entereza para las vรญctimas. En cualquier caso, tampoco se necesitan especiales conocimientos ni habilidades para involucrarse en trabajar por cambiar algo que nos vuelve salvajes y nos deshumaniza por completo.
Lo importante es unirse con imaginaciรณn, reunirse con valentรญa y perseverancia, para que todos los pueblos movilicen la paz en sus relaciones de convivencia, basadas en el diรกlogo y en un espรญritu solidario, sustentado en los derechos humanos, que hoy continรบan aรบn quebrantables, porque tal vez carezcan de fundamento sรณlido. Bajo este tono desconcertante y este timbre desleal que suele gobernarnos, tampoco se pueden generar sociedades pacรญficas, inclusivas, justas, igualitarias y prรณsperas, por mucho que soรฑemos con ellas. Puede que para ese cambio de actitudes, tengamos que situar la polรญtica en una acciรณn de desinteresado servicio, escuchando mucho mรกs a los ciudadanos, promoviendo la cultura del abrazo para que se impulse mucho mรกs la familiaridad entre sus civilizaciones, sabiendo que el camino de la violencia es un callejรณn sin salida. รšnicamente, el autรฉntico progreso de la sociedad humana llegarรก con lenguajes consensuados, justos y estables. Al fin y al cabo, esta tensiรณn que padecemos no es buena para nadie, requerimos de otros vientos mรกs armรณnicos, que no lleven consigo el error del poder abrasador ni el horror de las contiendas, capaces de destruirlo todo y de destronarnos del camino existencial.
corcoba@telefonica.net
07 de diciembre de 2022
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