Nulas evidencias de una refriega en calle del ataque
Texto: 𝙈𝙖𝙧𝙡é𝙣 𝘾𝙖𝙨𝙩𝙧𝙤 𝙮 𝘼𝙧𝙩𝙪𝙧𝙤 𝙙𝙚 𝘿𝙞𝙤𝙨/Fotografía: 𝙈𝙖𝙧𝙡é𝙣 𝘾𝙖𝙨𝙩𝙧𝙤 𝙮 𝘾𝙖𝙧𝙡𝙤𝙨 𝙉𝙖𝙫𝙖𝙧𝙧𝙚𝙩𝙚.SAN MIGUEL TOTOLAPAN, GRO., 12 de Octubre de 2022.--En la calle Emiliano Zapata, una de las principales avenidas de San Miguel Totolapan, no hay una sola casa con puertas y ventanas abiertas. Todos están encerrados y nadie sale si tocan a la puerta.
Sobre la calle, en las casas o sobre el pavimento, no hay evidencias de una persecución o de un enfrentamiento. No hay casas perforadas y sobre el suelo no hay casquillos percutidos. Lo que hay es mucho silencio.
Es el día siguiente de la balacera en la que 23 personas fueras acribilladas –las autoridades sólo reconocen 20–, entre ellas el alcalde Conrado Mendoza Almeda y su padre Juan Mendoza Acosta.
El domicilio donde fue el ataque -la casa de Javier Domínguez, quien fue asesinado y también su hijo-, donde funciona un lavado de autos, el portón de herrería color negro no tiene ningún impacto, tampoco la barda de cemento color café. La casa de enfrente, una vivienda de un solo piso color amarilla, que ocupa casi media cuadra, tampoco.
En la calle, frente al domicilio del Lavado de autos Totolapan, la casa del ataque, hay dos autos. Uno de ellos es una ambulancia para traslados de emergencia de la Secretaría de Salud. Tiene el número 1866. Se presume que en ella llegó el administrador de la Jurisdicción Sanitaria de la Tierra Caliente, Roberto Mata Marcial, uno de los asesinados. El otro carro es una Urvan de transporte público de la ruta San Miguel-Arcelia. Tiene vidrios polarizados. Ambas unidades están intactas. Sólo al pie de la ambulancia, en el suelo, hay un casquillo percutido. Se presume que quien llegó en esta ambulancia, lo bajaron, a punta de pistola. Habrían soltado el disparo al aire. La ambulancia no tiene huellas de sangre o vidrios rotos.
Esto es lo que se ve en el sitio de la trampa que supuestamente le tenían a uno de los líderes de la Familia Michoacana, un grupo criminal con ramificaciones entre los grupos económicos y políticos de la región, o al revés, los grupos económicos y políticos de la región, con ramificaciones en ese grupo del crimen organizado.
“𝗨𝗡𝗔 𝗧𝗥𝗔𝗠𝗣𝗔 𝗕𝗜𝗘𝗡 𝗛𝗘𝗖𝗛𝗔”
“Nos tenían la trampa bien hecha”, dice en un video difundido en redes sociales un hombre al que identifican como José Alfredo Hurtado Olascoaga, alías El Fresa, presunto líder del grupo criminal la Familia Michoacana.
De la trampa, Hurtado Olascoaga salió ileso y no sólo eso, dice que terminó con todos los que se atrevieron a entrar a San Miguel Totolapa a asesinar al alcalde, Conrado Mendoza Almeda, a su padre, el ex alcalde, Juan Mendoza Acosta y otras 21 personas más.
El presunto líder criminal asegura en video que el ataque del 5 de octubre iba dirigido en su contra; que ese día estaba convocado a la reunión y que de su casa salió en su “blindada” sin “hombres”, es decir, sin su cerco de protección, sólo con el “comandante Colima”.
Se salvó porque los atacantes “comieron ansias”, le dispararon cuando aún no se bajaba de su camioneta blindada.
“Si me hubieran dejado bajar ahí estuviera yo también (entre los asesinados), me alcance a salir y ahí quedó la camioneta desbaratada”, cuenta en el video.
Después, sigue narrando, salió huyendo hacia San Francisco-Valle Luz, donde tenía muchos hombres en los cerros, brechas y caminos.
“Nunca creímos que alguien se fuera a atrever a hacer eso”, dice.
Esta es de las pocas ocasiones en las que un presunto líder criminal toma el riesgo de presentarse en un video, que su identidad sea conocida, para “explicar” qué pasó el 5 de octubre en San Miguel Totolapan.
La versión de Hurtado Olascoaga, sin embargo, deja más dudas que certezas, más preguntas que respuestas.
La calle de la trampa no tiene una sola evidencia de una refriega. Adentro de la casa de Javier Domínguez quedaron los cadáveres de las víctimas. Estaban reunidos esperando a alguien.
Tampoco estaba la camioneta blindada que quedó “desbaratada”. No hay ningún rastro a diferencia del zócalo donde cientos de casquillos de rifles de alto poder seguían regados por donde sea.
¿La camioneta pudo haber sido removida por la Fiscalía General del Estado (FGE) como parte de la investigación? No. El grupo de reporteros que vio esto, llegó un par de horas antes que los peritos, ministerios públicos y policías ministeriales a iniciar con las diligencias.
Tal vez, la camioneta no estaba ahí porque nunca quedó “desbaratada”.
¿En qué huyó Hurtado Olascoaga ese día?, ¿Corriendo?, ¿Cómo logró llegar a Valle Luz sin camioneta, sin hombres, cuando según los pobladores es casi media hora de camino?
“Iban siguiéndome a mí, pensaban no llevaba gente, que iba ya de huida sin gente y nos llegan allá”, dice.
Después muestra un video, donde se ven camionetas quemándose, es su evidencia de que “terminó” con todos los que realizaron la masacre.
“No dejamos ni un cabrón ahí, decidí que no merecían ni enterrarse, por qué, porque se volaron la barda”.
Eso tuvo que haber sido otra masacre, sin embargo, hasta ahora ninguna autoridad ha informado del hallazgo de los cadáveres, sólo una camioneta calcinada.
Sobre las víctimas, Hurtado Olascoaga dice que los tomaron por sorpresa, que ya estaban dentro, también asegura que él vive (o vivía) en San Miguel Totolapan, a una calle del Ayuntamiento, donde se sentía tranquilo.
San Miguel Totolapan, tal vez, era una de sus guaridas y con vigilancia constante, como él lo dice, con hombres en las brechas, en los caminos, en los cerros.
“La responsabilidad sí a lo mejor es de nosotros por habernos confiado, jamás pensamos que fuera a pasar algo así en San Miguel”.
Un reporte filtrado de la Mesa Regional de la Coordinación para la Construcción de la Paz cuenta una versión diametralmente distinta a la de Hurtado Olascoaga.
Dice que el presunto líder criminal convocó a la reunión, cuando llegó con sus “hombres”, desarmó a los policías y escoltas que acompañaban al alcalde y luego los asesinó.
Según el reporte, Hurtado Olascoaga les “tenía la trampa bien hecha”. (𝘢𝘮𝘢𝘱𝘰𝘭𝘢𝘱𝘦𝘳𝘪𝘰𝘥𝘪𝘴𝘮𝘰.𝘤𝘰𝘮).
#𝗤𝘂é𝗱𝗮𝘁𝗲𝗘𝗻𝗖𝗮𝘀𝗮. 🏡 💙
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