Lucio Cabañas y Genaro Vázquez

 


Gloria Leticia Díaz. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- En 2001, a 27 años de la muerte de Lucio Cabañas, fundador del Partido de los Pobres (PDLP), sus familiares se aprestaban a exigir ante la PGR los restos del guerrillero que durante años tuvo en jaque al gobierno de Luis Echeverría.

Y es que la ubicación del sitio donde fue enterrado el cuerpo de Lucio Cabañas –oficialmente muerto en combate el 2 de diciembre de 1974 en Otatal, municipio de Tecpan– se mantiene en reserva como si fuera un “secreto de Estado”.

Por eso un hermano del combatiente, David Cabañas Barrientos, exmiembro del PROCUP-PDLP, considera que el gobierno de Vicente Fox tiene que devolver el cadáver a sus familiares, “si no quiere compartir la responsabilidad de los delitos de lesa humanidad que se cometieron durante los gobiernos priistas.

La entrevista se realizó en la Ciudad de México, en las oficinas de Izquierda Democrática Popular (IDP), organización política que fundó David Cabañas con otros exmiembros de su agrupación armada, en 1999, un año después de que salió de la cárcel, absuelto de la acusación de asesinar a dos vigilantes del diario La Jornada (1990). En el encuentro participan Bartola Serafín Gervacio, hermana de Lucio y de David, y su prima Guillermina Cabañas Alvarado, exintegrante del PDLP.

Los tres exigen justicia por los crímenes cometidos durante el combate al movimiento armado y la Guerra Sucia, que dejó un resultado de cientos de desaparecidos. Sólo en Atoyac, municipio de donde es originaria la familia Cabañas, se han registrado 450 desapariciones.

David Cabañas insiste en que el gobierno de Vicente Fox se está tardando en enjuiciar a los culpables del “genocidio” que se cometió en la década de los años setenta.

“No se ve indicio de interés de que hoy sea distinto el régimen y de que éste empiece a hacer justicia. Por principio y por ley, esos delitos se persiguen de oficio, no hace falta ninguna denuncia ante ningún Ministerio Público”, señala.

Y precisa: “El delito de genocidio no prescribe. Aquí son responsables Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, y ya es responsable también Vicente Fox, porque debe citarse inmediatamente a los expresidentes vivos y a sus secretarios de Defensa y Gobernación, si es que quieren verdaderamente hacer justicia en México. Todos tienen las manos manchadas de sangre de este pueblo”.

 

Muertos y desaparecidos “inocentes”

 

David Cabañas calcula que por lo menos 75% de las personas muertas y desaparecidas durante la campaña de aniquilamiento a la guerrilla, emprendida por el Ejército Mexicano y la Brigada Blanca, “eran totalmente inocentes”.

 

Toma como ejemplo la declaración del mayor retirado Elías Alcaraz al diario guerrerense El Sur. Según esa publicación, siendo capitán del Ejército, Elías Alcaraz participó en la liberación de Rubén Figueroa Figueroa, secuestrado en 1974 por el PDLP, y en la acción que comandaba cayeron “50 guerrilleros” que supuestamente fueron sepultados en las inmediaciones del sitio donde estaba cautivo el entonces senador.

Refiere que su familia fue la más “golpeada y desintegrada”, ya que, afirma, “de 1969 hasta la fecha ha habido un número incontable de parientes desaparecidos”.

La lucha contrainsurgente, comenta, cercenó por lo menos 11 ramificaciones de su árbol familiar: Cabañas Barrientos Gervacio, Cabañas Ortiz, Cabañas Zamora, Cabañas Ocampo, Cabañas Serafín, Serafín Cabañas, Cabañas Ramos, Cabañas Gervacio, Cabañas Tabares, Cabañas Alvarado, Serafín Gervacio...

En el proceso iniciado contra los generales Mario Arturo Acosta Chaparro y Humberto Quirós Hermosillo, así como contra el expresidente Luis Echeverría y los exprocuradores general de la República y de Guerrero, Pedro Ojeda Paullada y Carlos Ulises Acosta Viques, se integra el testimonio de María Inés Cabañas Solís –pariente lejana del profesor alzado en armas–, cuyo esposo y cuatro hijos están desaparecidos.

En un documento que forma parte de la averiguación 26/DAFMJ/2001 abierta por la PGR, Cabañas Solís relata que el 9 de febrero de 1975 varios militares entraron disparando a su domicilio, ubicado en El Espinalillo, Coyuca de Benítez, comunidad a la que llegaron huyendo de la represión. Desde entonces están desaparecidos su esposo, Eduviges Ramos de la Cruz, y sus hijos Marcos, Felipe, Heriberto y Raymundo Ramos Cabañas.

En su testimonio, uno de los 108 que contiene la averiguación, María Inés aclara: “La desgracia nuestra era llevar el apellido Cabañas, que de ninguna manera nos ligaba a los actos de la guerrilla, porque jamás conocimos ni tuvimos trato alguno con el profesor Lucio Cabañas Barrientos”.

Guillermina Cabañas Alvarado explica a la reportera: “Yo participé en el grupo porque vi la situación muy difícil; llevar el apellido de Cabañas era un delito, le entrara uno o no le entrara (a la guerrilla). Personalmente yo sí coincidí con mi primo (Lucio)”.

Todo lazo familiar con el fundador del PDLP, así fuera muy lejano, era visto con sospecha, prosigue Guillermina, y ejemplifica con el caso de su prima Antonia Vázquez Alvarado y su esposo, Nicomedes Santiago Yáñez, quien era buscado por el Ejército por ese parentesco. En 1972, durante una semana, Antonia fue torturada para que delatara a su pareja. Ese mismo año su hijo, Matilde Santiago Vázquez, y otros tres jóvenes fueron detenidos y desaparecidos.

Entre los casos cercanos que mencionan David y Guillermina se hallan las desapariciones de Eleno Cabañas Ocampo y sus hijos Raúl y Lucio Cabañas Tabares, detenidos por el Ejército en 1974 en Corral Falso, Atoyac de Álvarez.

De esa fecha, 12 personas siguen desaparecidas, entre ellas Margarito y Juan Castillo Iturio, Rafael Castro Hernández (de la Escuela Normal de Ayotzinapa), Victoria Hernández Brito (pasante de la Escuela Superior de Agronomía) y Crispín Bahena Méndez, ambos detenidos en Iguala.

 

Genaro y la sombra de Echeverría

 

El sábado 2 de febrero de 2002 se cumplieron 30 años de la muerte del guerrillero Genaro Vázquez Rojas. Su viuda, Consuelo Solís Morales, evoca para Proceso los detalles de un accidente que, según ella, no llevó al fallecimiento de su marido. “No murió en el accidente, lo asesinaron”, asegura y responsabiliza al entonces presidente Luis Echeverría.

Menuda y pequeña de estatura, Consuelo Solís fue entrevistada en una breve visita que hizo al estado para organizar el homenaje a Vázquez Rojas que desde hace 29 años se lleva a cabo en la comunidad de la que es originario, San Luis Acatlán.

“Mujer de Genaro por siempre, no la viuda”, Solís explica lo que ocurrió el 2 de febrero en el kilómetro 226 de la carretera México-Morelia: “No muere nadie en ese dichoso accidente. A Pepe Bracho, que estaba tan lesionado, tan herido, la cara partida, el ojo casi saliéndose, lo agarraron porque iba desangrándose y no pudo más. El chofer (Salvador Flores Bello) ni siquiera iba herido de gravedad.

“Pepe y todos saben que Genaro estaba vivo después del accidente; estaba como noqueado y lo dejaron acostado pensando que lo iban a detener y a llevar al servicio médico. Pero llegó el Ejército, que ya les iba pisando los talones, y ahí lo liquidaron. Él no murió en el accidente, lo asesinaron.”

A casi 30 años de la muerte de su compañero, recuerda: “Genaro tenía un golpe marcado, como de culatazo, en la cabeza, estaba bañado en sangre, le salió sangre por los oídos y por la boca. Cuando me lo entregaron ya lo habían limpiado, pero aun así se veían las marcas”.

La certeza de que Vázquez Rojas había sido ejecutado vino con la versión de que fue Echeverría quien ordenó “entregar el cuerpo”, primero, y después, por comentarios que llegaron a la familia, según los cuales un capitán de la Dirección Federal de Seguridad se quedó con la pistola de Genaro, de lo que presumía “su hija, que era alumna de la Normal Superior, estudiante de psicología”.

–¿Supieron el nombre del capitán?

–No quisimos investigar. La familia creció tratando de buscar nuevas vías de participación política y de integración familiar, cosa que nos fue muy difícil por la represión permanente de los cuerpos policiacos.

–¿Cuánto tiempo sufrieron la represión?

–Hasta nuestros días. La aparición de los zapatistas o de los eperristas ha sido motivo para que la familia sea investigada, pensando que en cada uno de estos actos puede aparecer alguno de los familiares de Genaro.

Profesora jubilada, Consuelo Solís narra las experiencias de “terror” que vivió su familia, formada por ella, los seis hijos que tuvo con Genaro y otros 12 pequeños que llegaron en busca de protección, unos por ser niños maltratados y otros hijos de “compañeros” que subieron a la montaña con su esposo. (proceso.com.mx)

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