ARTÍCULO

Las flechas
de cupido
Apolinar Castrejón Marino
¿Y por qué decimos “…flechado por Cupido”? Bueno, porque en la mitología romana, Cupido es ese pequeño personaje con alas, armado con arco y flechas, que se considera Dios del amor.
Según la versión más difundida, es hijo de Venus, la Diosa de la belleza y Marte, el Dios de la guerra.
Júpiter, el Señor de todos los Dioses, conocía una profecía, de un Niño-Dios que traería muchos males, así que buscó al pequeño para fulminarlo con sus rayos. Para salvar la vida de su hijo, Venus lo escondió en el bosque.
Ahí, las fieras lo cuidaron y lo criaron como un animal silvestre. Así creció sano y hermoso, y aprendió a cazar con arco y flechas. Al conocer su habilidad, su madre Venus le regaló un arco, y también le entregó flechas, que eran de dos tipos: unas tenían punta de oro, que ocasionaban el amor, y otras con punta de plomo, para sembrar el olvido y la ingratitud.
Pero Venus se percató de que su hijo no maduraba, y no crecía con el peso de los años. Entonces acudió a consultar al Orá
culo de Temis, quien le dijo: que su niño tenía alas, para indicar que el amor suele pasar pronto, y los ojos vendados indicaban que el amor no ve el los defectos de las personas.
Cupido era pícaro y carismático, pero con pocos escrúpulos, pues su madre lo consentía, y hasta aprovechaba su poder para su domino de la belleza.
Un día Apolo bromeó poniendo en duda sus habilidades como arquero, y como venganza, Cupido lo hirió con una flecha de oro para que se enamorara de la ninfa Dafne, pero a ella le disparó una flecha con punta de plomo para que lo despreciara. Así empezó una de las tragedias de amor no correspondido.
En cierto reino de mortales, hubo un rey y una reina que tuvieron una hija, a la que llamaron “Segunda Venus” porque era tan hermosa. Al enterarse, Venus se puso furiosa, y le pidió a Cupido que castigara a la princesa llamada Psique, haciendo que se enamorara del hombre más feo.
Cuando Cupido llegó al castillo para herir a Psique, se dio cuenta de su extraordinaria belleza, y quedó enamorado profundamente, olvidándose de lo que le había encargado su madre. Le confesó que un príncipe buscaba su amor, pero que era muy tímido.
Le pidió que lo aceptara como amante, pero que para ayudarlo con su timidez, le pidió que cuando fuera a verla por la noche, no prendiera ninguna vela. Ella accedió, y los dos disfrutaron de su amor a oscuras durante algún tiempo, hasta que sus hermanas se dieron cuenta de las visitas amorosas nocturnas.
De acuerdo a las ancestrales costumbres femeninas, convencieron a Psique que no podía tener un amante al que no conociera, pues podría ser un monstruo. La intriga surtió efecto, y a la noche siguiente, Psique tomó una vela para ver el aspecto de su amante.
Pero la vela que Psique sostenía soltó una gota de cera sobre Cupido, quien al sentir el calor despertó sobresaltado, y enojado, le reprochó su desconfianza. Luego salió volando por la ventana, asegurando que no volvería a verla.
El amor que ambos sentían era natural, sin necesidad de los poderes de Cupido, así que Psique se sintió muy arrepentida, y en los siguientes  días se dedicó a buscarlo en el bosque, donde le dijeron que vivía. Desesperada, invocó a la diosa Venus, rogándole que Cupido regresara con ella, porque no podía vivir sin él.
Vale la pena aclarar que los Dioses Romanos, son los mismos que los Dioses griegos. De acuerdo a su costumbre los conquistadores romanos “asimilaban” la cultura de los países que invadían. Así, cuando conquistaron Grecia, procedieron a adaptar sus Dioses, procediendo solo a cambiarles los nombres.
Al Dios griego Zeus le cambiaron el nombre por Júpiter, pero conservando sus características de ser el  padre de dioses, soberano de las alturas, el que administra la justicia, y lanza el rayo.
El Dios griego de los mares, Poseidón, pasó a ser el romano Neptuno, y Ares, pasó a llamarse Marte, Dios de la guerra. Las mujeres corrieron con la misma suerte: Afrodita, Diosa de la belleza y el amor, es la misma Venus que veneran los romanos; la Diosa de la caza, de la virginidad, la luna y la paz, es Diana; y Artemisa, Diosa de la inteligencia y de la guerra, protectora de las ciencias y de las artes, es Minerva.
El Apolo griego, es el Febo romano, y ambos son Dioses de la luz, de la poesía, de la música, de la profecía y de la medicina. Hermes, Dionisio, Hefesto, y Hades, fueron renombrados por los romanos como Mercurio, Baco, Vulcano y Plutón.

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