ARTÍCULO

Mercedes Calvo
Juan López
Esbelta como una espiga generadora de trigo. Su figura, es por donde uno empieza a entender un ritmo de disciplina constante. Existe en ella la esmerada ocupación del cuidado personal a primera vista detectable. Su sonrisa contagia y al batallar todos los días en la asistencia social, donde se ocupa de gente sufriente, no se le nota ningún cansancio. Parece como si esa fuese su naturaleza: auxiliar a quienes en los sectores más desprotegidos carecen de satisfactores fundamenta
les.
Le corresponde junto a su esposo el gobernador Héctor Astudillo, la tarea de la asistencia social en el cuadrante del servicio público, por medio de una institución acreditada en Guerrero, el DIF -Desarrollo Integral de la Familia-, a través del cual se realizan los más diversos operativos socorristas, tanto de salud, desayunos escolares, vacunación, registro civil, para dar a todos los niños su acta de nacimiento; Igual como se lleva a las comunidades rurales menos prósperas con brigadas médicas y suministro de alimentos para aliviar penurias urgentes de la población.
En las siete regiones del estado se cubren las necesidades más apremiantes de las personas y reciben las mujeres, los niños y los ancianos especial atención. En la Sierra, la Tierra Caliente y la Montaña se multiplica el servicio médico, pues se atiende desde parturientas hasta pacientes con crónicas y degenerativas enfermedades.
El cuadro clínico del DIF no es fácil de aplicar ni es corto en sus alcances médicos. Y por si fuera poco aún se agregan a la tabla de deberes, vigilar la sana convivencia orgánica con el afán de no ver afectados los hogares con violencia dentro del núcleo intrafamiliar.
MANICOMIO:
Suena fuerte el vocablo, pero distraigo la atención de doña Mercedes para recordarle la falta en Guerrero de un Instituto de Atención a Enfermedades Mentales. Existe el Cristo de la Misericordia, el albergue de Gustavo Téliz. Hospicios afines, bondadosos aplicados a solventar la demencia-orfandad de indigentes menesterosos. No son suficientes. Es obligación del Estado atender esta dislocación social y, sinceramente creo Señora, Usted -por su benigno criterio, su débito humano-, es quien puede darle a esta clase desprotegida de su pueblo un refugio clínico, digno para dichos individuos, víctimas del desamparo mental.
PD: “Por su atención GRACIAS”: Juan López.

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