ARTÍCULO
La imagen personal
Se llama identidad corporativa, y podemos confirmarla cada vez que entramos a comprar algo a las tiendas Oxxo, 7Eleven, Galerías, etc. El resultado de esta actitud es que, se graba en la mente de los clientes, la excelencia de la empresa, y asì se favorece su fidelidad a la marca.
Esta es la razón de los tropiezos del gobierno, o de los gobiernos; el descuido de su imagen corporativa, y la consecuente desaprobación de cualquier política pública.
Por definición, la democracia consiste en que todos tienen derecho de opinar y participar en la cosa pública. Y todos lo creen asì. En los hechos, es el gobierno, quien tiene información fidedigna de cada ramo, sector y actividad, y por consiguiente es quien puede tomar las mejores decisiones, las más informadas, las más eficientes, y las más oportunas.
Para efectos prácticos, y para impedir la proliferación de esas manadas de críticos y “expertos”, que se asumen como “contrapesos” del gobierno, que son los causantes de la parálisis del gobierno.
El gobernante inteligente debe preocupase por obtener el consentimiento y la participación de los ciudadanos, para que acepten su responsabilidad en las actividades colectivas, aún cuando las cosas que ya estén decididas de antemano, tienen que encontrar la manera de hacerles creer que su opinión es importante.
Es de capital importancia que cada ciudadano tenga la seguridad de que cuando desee expresar una opinión, sus gobernantes respetaran el compromiso de escucharlo, y tomarán en cuenta lo que diga. Asì se consigue la participación, que es el compromiso mental y emocional de los ciudadanos en situación de grupo, que los anima a contribuir en el logro de las metas.
Porque cuando las exigencias del gobernante se imponen a los ciudadanos, sin el debido cuidado, se origina un sentimiento de conflicto y de frustración. Se tornan apáticos, y no comparten los planes ni las iniciativas del gobierno.
Jurado terrible es el pueblo, que no necesita carpetas de instigación, ni evidencias documentales. Con lo que tiene de evidencias empíricas acumuladas en tantos años, de ver como de “muertos de hambre”, los que se dedican a la política, solo necesitan una presidencia municipal o una diputación para volverse millonarios. No se diga un puesto de gobernador.
Apolinar Castrejón Marino
La Imagen Personal, es un activo muy importante que debemos cuidar con esmero, desde la presidencia de la república, hasta la tiendita de la esquina.
Según Lola García, Directora de Soluciones Integrales es como creer en el amor a primera vista, pues en el primer encuentro con una persona, durante los primeros cinco minutos se produce el fenómeno de aceptación o rechazo, del cual depende un buena o una mala relación, negocio, o trámite.
Pero, según es público y notorio, solamente las empresas multinacionales se ocupan de preparar y formar a sus colaboradores para transmitir una buena imagen al público. La experta Lola García nos revela la utilización de los cuatro canales de comunicación, en los que ponen especial atención: la indumentaria, la voz, los gesto
s, y los ademanes. La Imagen Personal, es un activo muy importante que debemos cuidar con esmero, desde la presidencia de la república, hasta la tiendita de la esquina.
Según Lola García, Directora de Soluciones Integrales es como creer en el amor a primera vista, pues en el primer encuentro con una persona, durante los primeros cinco minutos se produce el fenómeno de aceptación o rechazo, del cual depende un buena o una mala relación, negocio, o trámite.
Pero, según es público y notorio, solamente las empresas multinacionales se ocupan de preparar y formar a sus colaboradores para transmitir una buena imagen al público. La experta Lola García nos revela la utilización de los cuatro canales de comunicación, en los que ponen especial atención: la indumentaria, la voz, los gesto
Se llama identidad corporativa, y podemos confirmarla cada vez que entramos a comprar algo a las tiendas Oxxo, 7Eleven, Galerías, etc. El resultado de esta actitud es que, se graba en la mente de los clientes, la excelencia de la empresa, y asì se favorece su fidelidad a la marca.
Esta es la razón de los tropiezos del gobierno, o de los gobiernos; el descuido de su imagen corporativa, y la consecuente desaprobación de cualquier política pública.
Por definición, la democracia consiste en que todos tienen derecho de opinar y participar en la cosa pública. Y todos lo creen asì. En los hechos, es el gobierno, quien tiene información fidedigna de cada ramo, sector y actividad, y por consiguiente es quien puede tomar las mejores decisiones, las más informadas, las más eficientes, y las más oportunas.
Para efectos prácticos, y para impedir la proliferación de esas manadas de críticos y “expertos”, que se asumen como “contrapesos” del gobierno, que son los causantes de la parálisis del gobierno.
El gobernante inteligente debe preocupase por obtener el consentimiento y la participación de los ciudadanos, para que acepten su responsabilidad en las actividades colectivas, aún cuando las cosas que ya estén decididas de antemano, tienen que encontrar la manera de hacerles creer que su opinión es importante.
Es de capital importancia que cada ciudadano tenga la seguridad de que cuando desee expresar una opinión, sus gobernantes respetaran el compromiso de escucharlo, y tomarán en cuenta lo que diga. Asì se consigue la participación, que es el compromiso mental y emocional de los ciudadanos en situación de grupo, que los anima a contribuir en el logro de las metas.
Porque cuando las exigencias del gobernante se imponen a los ciudadanos, sin el debido cuidado, se origina un sentimiento de conflicto y de frustración. Se tornan apáticos, y no comparten los planes ni las iniciativas del gobierno.
Jurado terrible es el pueblo, que no necesita carpetas de instigación, ni evidencias documentales. Con lo que tiene de evidencias empíricas acumuladas en tantos años, de ver como de “muertos de hambre”, los que se dedican a la política, solo necesitan una presidencia municipal o una diputación para volverse millonarios. No se diga un puesto de gobernador.
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