ARTÍCULO

Leyes innecesarias
Juan López
Dentro de 10 mil años, -asegura la ciencia-, lo existente en el mundo actual, todo; se habrá convertido en polvo. Las más resistentes armaduras, el acero, el concreto, edificios y bóvedas blindadas, cederán ante la erosión y el óxido de la propia natura.
Cristo habló el Arameo (originario de Aram). “Noli me tángere”, (No me toques), dijo a Mar
ía Magdalena cuando ésta se le acercó luego de la resurrección.
Con el vigor de Jesús, con los años el Arameo se hizo una hojarasca: Los vientos de centurias la arrastraron al olvido: Hoy es una más de las letras muertas en el devenir de la humanidad. Lo mismo sucedió con el latín, usado sólo en el Sínodo de la Santa Sede, a pesar de haber sido la lengua hablada por Lucio Anneo Séneca, por Marco Tulio Cicerón, por Ovidio y Horacio. Fue imposible detener su decadencia ante idiomas emergentes como el inglés, el español y el italiano, a resultas de raíces griegas y latinas pero separados uno del otro en gramática y fonética.
Fue poderosa la influencia de Jesús-Cristo en proporcionar al arameo un impulso suficiente para sobrevivir al tráfago de los siglos. Pereció, sin embargo. Algunos doctos afirman saber de pequeñas aldeas en Siria donde aún se habla, pero son rumores aproximados.
Ante tal suerte de las lenguas -desde la Torre de Babel-, destinadas a extinguirse por la locomoción de conquistas, avasallamientos o simples efectos terminales, hasta el amuzgo o el tlapaneco, es ociosidad profunda la ingenuidad del diputado Arturo López Sugía presentar en el Congreso local una iniciativa de ley para crear el Instituto de Lenguas Indígenas Originarias de Guerrero. Ignora el ignaro que el tiempo es una trituradora capaz de hacerlas polvo, viento, nada.
No tienen uso común el bereber, el copto, el papiamento, el fenicio ni el guaraní. Los hoyos negros de la civilización y la modernidad los han devorado con sigilo.
Panini el sabio hindú, padre del conjunto de normas y reglas para hablar y escribir correctamente una lengua, ha de estar desde su tumba riéndose a carcajadas del ingenuo diputado López Sugía. No hay blindaje para ninguna noción lingüística.  
Hay urgencias vigentes diputado Sugía. Secreto a voces: empleados de la gasolinera La Diana no reciben salario. La explotación laboral es una calamidad digna de ser anulada por un legislador comprometido. Ubique, haga y aplique las leyes necesarias para abolir la afrenta de estos esclavistas, en vez de perder el tiempo en bagatelas románticas.
PD: “Ándele…”  

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