ARTÍCULO

Guerrero: ayuno en
 la residencia oficial

Edilberto Nava García
En esta semana, sépanlo caros lectores, fueron llevados los minusválidos a la amplia y ostentosa Casa Guerrero, en Chilpancingo, donde modestamente vive el gobernador y su familia. Desde los tiempos del gobernador José Francisco Ruiz Massieu, no recuerdo haber vuelto a ella. Hube de acompañar a mi tía debido a que requería de una silla de ruedas.
Mi tía es superviviente hermana de mi mamá y rebasa los ochenta años de edad. Hay otro tío, quien dice, que hace más de veinte años a que no viaja en un carro y me pidió que yo acompa
ñase a mi tía, pues se le debe cargar en realidad en vilo, pues es incapaz de dar un paso. En honor a la verdad, mis tíos sufren mucho. La vivienda que ocupan tiene piso de tierra y la silla de ruedas, ahora sí que rueda con mucha dificultad.
Para el caso, los del DIF municipal habían citado a los previamente convocados, para reunirse a las siete de la mañana frente al palacio municipal. Por notoria necesidad, debían ser puntuales, acompañados de una persona que les auxiliara en subir y bajar a quienes necesitan de tal ayuda. Casi nadie tomó alimento alguno, pues por la hora y por la edad, casi todos se marean con el movimiento del automotor que los traslada.
Arribamos a la residencia oficial del gobernador y su familia al filo de las diez de la mañana. Habíamos salido de Apango a eso de las nueve de la mañana y por ser viaje especial, el traslado fue sin escalas. La comitiva de Apango fue la mejor organizada y sólo hicieron fila dentro ya de Casa Guerrero, a fin de darles un papel en el que escribieron el nombre con letras grandes de cada uno de quienes recibirían ya sillas de ruedas, lentes, algunas prótesis, bastones y aparatitos auxiliares auditivos. Asistían vulnerables de Mártir de Cuilapan, Zitlala, Chilapa, Tixtla, Chilpancingo, Iguala, Acapulco, Mochitlán y Quechultenango.
Dieron las once de la mañana y pese que todos los beneficiarios estaban ya debidamente colocados bajo enlonados, la esposa del gobernador no aparecía. Cerca de la Puerta Uno de tal residencia del ejecutivo estatal, no hay quien venda desayunos. Los que acompañamos en auxilio de nuestro familiar, tampoco podíamos salirnos así por así de aquel sitio, siempre con policías a la entrada. Que chillaran las tripas pidiendo alimento; tampoco debíamos separarnos mucho de nuestro familiar. Hube de preguntar la hora a uno que al igual que otros tantos, mataban el tiempo mirando su celular. Son las doce con doce minutos, me dijo. Le agradecí y le comenté: se está tardando demasiado la presidenta del DIF. Era de Zitlala el del celular y me dijo que también allá fueron citados a las siete de la mañana y siendo el mediodía, no habían probado bocado.
El sol hacía sentir su presencia. Habiendo sonido, nadie decía un algo, una disculpa por el retraso de la señora Mercedes Calvo. Bueno, sin decir más, la esposa del gobernador arribó al lugar a las dos de la tarde. Momentos antes, sus ayudantes distribuyeron galletas de amaranto a cada uno de los asistentes; y pocos minutos después, frascos con agua, de los más pequeños. Al arribar la señora comenzó con la primera fila, donde ubicaron a los de prótesis y sillas de rueda. Muy amable, sonriente, nombraba a los beneficiarios con un tono de voz como si los conociera de antaño. No me di cuenta como otra tía mía, Rafaela Nava Estrada fue llevada al bajo templete. Al final, mi tía le agradeció, pidiendo que le transmitiera a su esposo, el licenciado Héctor Astudillo Flores, el sincero agradecimiento.
Al salir, como despedida, la señora Mercedes Calvo refirió que sería entregada una despensa a los asistentes. A esa hora, sólo nos faltó aullar como coyotes hambrientos por el ayuno. Eran ya las tres de la tarde. La hija de Daniel, me dijo tronándose los dedos: fíjese que a mi papá se le sube la presión si no almuerza. Por eso la miré muy al pendiente de su papá quien tampoco puede dar un paso por sí solo.
En honor a la verdad, el ayuno fue innecesario. Seguramente alguien de los ayudantes no dio la instrucción correcta. Todos los asistentes pudieron almorzar en sus lugares de origen si les hubiesen comunicado que la esposa del gobernador haría entrega de los beneficios a las dos de la tarde. No quiero pensar que la señora Mercedes Calvo tiene la culpa de nuestra malpasada, como decimos en nuestros pueblos.

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