NOTA CON FOTO

Habitantes que se niegan en
abandonar Las Islas Marías
Marcos Muedano.--Quizás nunca se conozcan sus nombres, apellidos, e incluso fechas de nacimiento. Los únicos datos que pueden dar una idea de sus identidades los ha borrado la humedad y el salitre del archipiélago mexicano. Lo único seguro que se sabe de ellas y ellos, es que en algún momento de su vida llegaron en barco a la Colonia de las Islas Marías, la prisión de la que nunca saldrán.
Ellos son niñas, niños,  mujeres y hombres que murieron de causas naturales, que se “suicidaron” o que fueron asesinados por otros reos de la cárcel fundada el 12 mayo de 1905 por el expresidente Porfirio Díaz.
Sus cuerpos fueron enterrados en el panteón de Islas Marías que se ubica en Puerto Balleto, a espaldas de lo que fue el Hospital Rural del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y a un costado de la casa de monjas que dejó de funcionar el pasado 8 de marzo cuando desalojaron a los últimos internos de la prisión.
Antonio Molina Rivas, ex director de Islas Marías, actualmente Coordinador General de Políticas Públicas en el Órgano Administrativo Desconcentrado de Prevención y Readaptación Social (OADPRS) comenta que en los registros de la prisión hay cerca de 150 personas enterradas en el cementerio, entre ellas, integrantes de la familia Carpena, los primeros dueños de la isla.
En la base de datos que tenemos, hay aproximadamente 150 tumbas o personas que se encuentran ahí enterradas. Algunas son de 1890 cuando la Isla pertenecía a particulares, a la familia Carpena, vecino de aquí, del estado de Nayarit”, comentó en entrevista el funcionario durante la visita de LA SILLA ROTA al pan
teón.
De acuerdo con las autoridades penitenciarias, la mayoría de las personas que descansan en el panteón, son reos o prisioneras que fueron enviadas a la isla a cumplir su condena.
También, hay familiares (hijos, esposas, madres) de los internos que habitaron la isla, los cuales llegaron al complejo penitenciario a través de los permisos que otorgaban las autoridades para que los internos pudieran llevar a sus familias a vivir con ellos en la prisión.
Dos de esas personas son los niños Cruz y Alicia, quienes fueron enterrados el 28 de febrero de 1960. “Aquí reposan los niños Cruz y Alicia. Sus afligidos padres Juan Ortega C. y M. Dolores C. Dedicándoles este  recuerdo. Isla Madre. Nay, febrero 28 de 1960”, rezan las palabras escritas sobre la lápida.
Otro de los sepulcros menciona: “A la edad de 76 años la Sr María de Jesús viuda de Ronderos. Su hijo dedica este recuerdo. Mezquita Isla Madre, 1958”.
Algunas de las lapidas que aún se pueden leer, tienen los siguientes rezos:
-”RIP. Adolfo Garduño Aguilar. Falleció el 9-4-57. Su madre dedica este recuerdo”.
-”Facundo Regis H. Naciste para ilusión de tus padres, te fuiste dejando un hondo suspiro de recuerdo en tus padres”.
-”Falleció el 17 de diciembre de 1956. Rogar por el C. Polanco”.
-”Niña Estela Balderas. Nació el 27 de junio de 1942 y falleció el 13 de junio de 1947. Le dedican sus afligidos padres este recuerdo”.
Hay algunos que fallecieron aquí y que no fueron reclamados por los familiares o no hubo forma de contactar a la familia, porque fueron abandonados o la familia los rechazó, o no tenían familia. La mayoría de ellos son hombres, los datos del libro de defunciones del registro civil indican que muchas muertes son por cuestiones naturales, como infarto, por enfermedades de edad avanzada, por lesiones que les hicieron, como cuchillos o navajas, otros murieron ahogados, e incluso otros fueron mordidos por los tiburones. En el caso de menores las muertes que tenemos es por cuestiones de salud, incluso hay lápidas de niños o menores edad que murieron en la década de 1940”.
SIGUEN VIVOS A TRAVÉS DE LEYENDAS
De tras del arco de tabique rojo que da la bienvenida al cementerio descansan los restos de  personas que dieron vida a la isla a través de acciones que marcaron la existencia de otros internos o personas que en algún momento habitaron la isla. También, hay historias de desamor, sufrimiento, olvido y soledad.
Una de esas historias es la de Gladys Cipriano Martínez, una interna que llegó al complejo en 2008 y dos años después  fue encontrada colgada en Puerto Balleto. La historia relata que se quitó la vida por el dolor que le causó la muerte de su madre.
Una persona identificada con el seudónimo de “El Tigre”, quien habitaba con su esposa y cinco hijas, descubrió una serie de cartas, las cuáles pensó que fueron escritas por uno de los internos a una de sus hijas. Al preguntarle a su hija sobre los escritos, ella le contesto: “son para mi mamá, se las escribió tu compadre”, quien también se encontraba preso en Islas Marías. Días después se quitó la vida. Su cuerpo fue encontrado colgado de un árbol.
Dos de los habitantes que más son recordados después de morir son Juan Manuel Martínez Macías y José Ortiz Muñoz.
El primero de ellos, conocido por los internos como “El Padre Trampitas”, fue un padre que decidió recluirse en las Islas Marías para ayudar a los internos que compurgaban penas.
El segundo, fue conocido como “El Sapo”, un ex militar adscrito al Segundo Regimiento de Caballería. Antes de habitar en las Islas, fue recluido en diferentes prisiones, entre ellas, Lecumberri.
Fue acusado de cometer 135 homicidios. Su primer asesinato lo cometió cuanto tenía nueve años, en 1917. Otros crímenes son el multihomicidio de 120 sinarquistas el 2 de enero de 1946 en León, Guanajuato. El último fue en contra de Isidro Martínez, un migrante cubano.
El relato de los custodios que laboran en la isla, menciona que “El Padre Trampitas” pidió por voluntad propia que lo enviaran a la isla en 1937, para realizar misiones cristianas en la comunidad.
La población lo arropó y pronto fue un referente que ayudó a las personas a perdonarse por los errores que cometieron en su vida, así como para cambiar su presente. Una de esas personas fue José Ortiz Muñoz, “El Sapo”, quien en 1960 fue enviado de la prisión de Lecumberri a las Islas Marías. En prisión siempre portaba un machete.
La narración de los empleados del complejo penitenciario menciona que “El Padre Trampitas”, cambió y evangelizó a “El Sapo”, quien dejó a un lado el arma que lo acompañaba en la prisión.
Sin embargo, esa decisión le costó la vida, porque fue emboscado por otros internos y asesinado en 1983.
“José Rodríguez ´El Sapo´. Famoso delincuente. Murió cristianamente convertido por el P. ´Trampitas´, su gran amigo quien pidió que lo sepultaran a su lado”, se lee en la pida de “El Sapo”.
Al enterarse de su muerte “El Padre Trampitas”  pidió que el día que él muriera fuera enterrado al lado de su amigo “El Sapo”, al sentirse culpable de su asesinato. El padre abandonó la isla y años después regresó para ser enterrado al lado de su amigo.
“P. Juan Manuel Martínez Macías S.J. ´Trampitas´. Nació en Aguascalientes, Ags 14 de junio de 1900. Vicario parroquial de este penal I. Marías. 25 años de servicio 1958-1983. Murió en Guadalajara, Jal. 11 de mayo de 1990. Pidió descansaran sus restos en este panteón con sus queridos amigos... Al lado del Sapo”, menciona el epitafio del padre.
“El Padre Trampitas”, “El Sapo”, Gladys Cipriano Martínez, Adolfo Garduño Aguilar, así como los niños Cruz y Alicia, son algunos de los eternos moradores de las Islas Marías que la nunca abandonaran. Ellos, están condenados a descansar hasta la eternidad en el archipiélago mexicano.(lasillarota.com).

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