ARTÍCULO

La magdalena
Apolinar Castrejón Marino
Evidentemente, la percepción que tiene la dirigente nacional del PRI, Claudia Ruiz Massieu con respecto a la situación de su partido, y de lo que piensan los mexicanos, de los priistas, es equivocada.
En su discurso, ella se muestra optimista, y cree que su tribu de políticos, regresará a las primeras filas del poder. En sus redes tecnológicas incluye bastantes fotografías de sus actividades en apoyo a los candidatos, que contenderán próximamente, por puestos de elección popular.
Pero para muchos mexicanos poco ortodoxos de las investiduras políticas y de las sagradas escrituras, doña Claudia es la reencarn
ación de La Magdalena, ese enigmático personaje que aparece en el Nuevo testamento.
La figura bíblica de La Magdalena es de una prostituta que estaba a punto de morir a pedradas, por una turba indignada con su conducta. Providencialmente, se presentó Jesús a defender a la mujer, y cuando preguntó por qué querían asesinarla, le dijeron que por su proceder licencioso.
Echando mano de su elocuencia, Jesús les dijo que todos los humanos cometemos errores, pero que ese no era motivo de asesinar a nadie, y remató con la frase que se ha hecho célebre: “Quien esté libre de pecado, que lance la primera piedra”.
Según la Biblia, la muchedumbre se sintió avergonzada, y abandonó su intención de matar a la prostituta,  ya sabe cómo eran esos discípulos.
El paralelismo de La Magdalena con Doña Claudia Ruiz, es que la dirigente tricolor asegura que sus corifeos están arrepentidos de su conducta y de su proceder, y que si los mexicanos les dan otra oportunidad actuarán de manera completamente diferente.
Se asume que sus ruegos, son para que se adueñen nuevamente de la Presidencia de la República -por otros 80 años- y también adueñarse de la gran cantidad de puestos, para que coloquen -de nueva cuenta- a los cabecillas de ese partido, sus familiares, sus amistades, compadres y demás allegados.
Lo que no está claro es, quienes son los que están “sinceramente” arrepentidos, quienes son solo unos hipócritas falsarios, y quienes tratan de justificar sus abusos de poder, como gatos panza arriba.
Ejemplo de esto último, tenemos a René Juárez Cisneros, ese mismo que tiene la lengua y la cola demasiado largas. Ante las acusaciones de propios y extraños, de sus maniobras para el tráfico de plazas de maestro cuando, fue gobernador del Estado de Guerrero “exige” que quienes lo acusan presenten “pruebas”.
Y los guerrerenses dicen que ahí están los 5 700  “pruebas”, de los maestros, que no están incluidos en el presupuesto oficial (FONE), con que cuenta la Secretaría de Educación para pagar la nómina. Son 5 700 “pruebas” ¿Otra cosita?
Ah, también están 8 mil “maestros” de telesecundaria que cobran la cuarta parte de lo que cobra un maestro de primaria, pero que con frecuencia les suspenden sus pagos, porque el gobernador en turno no encuentra de donde sacar dinero para pagarles.
Cabe aquí señalar que los tales “maestros” de telesecundaria, son los egresados de varias generaciones de la Facultad de Derecho de la Universidad de Guerrero, que no tenían trabajo y que “presionaban” al gobierno para que les diera empleo.
Ante la debilidad de su gobierno para resolver problemas, René Juárez Cisneros optó por la salida fácil, hacer maestros a los licenciados. Y los mandó a “dar clases” a la montaña, por cierto a lugares donde no había luz eléctrica, ni televisor, ni decodificadora de señal. El “maestro”/Licenciado, llegaba a la comunidad, y al no encontrar nada, se regresaba a su casa, y solo se presentaba a cobrar.
Tales embrollos se originaron en el año 2014, durante el periodo de René Juárez Cisneros (del 1 de septiembre de 2012, al 31 de agosto de 2018). Y también nos tendría que explicar René Juárez, su actitud patrimonialista de su partido. En fechas recientes anunció que “renunciaba” a su aspiración “legítima” de ser Presidente Nacional.
Y es cierto que tiene el derecho de aspirar al máximo cargo del PRI, como lo tiene cada uno de los militantes, pero Juárez Cisneros denota en sus expresiones, que es el único que tiene derecho o el que más derecho tiene. Le recordamos que en la democracia, todos son iguales, con los mismos derechos y las mismas obligaciones. ¿O, no?

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