ARTÍCULO
El Oficio de Escribir
¿Y saben que lugares me enseñaron a instruirme? Dos años de primaria en Iguala, un tercer año en la escuela «Justo Sierra» de Los Llanitos, hoy colonia Progreso de esta Ciudad y Puerto de Acapulco. Después, como ese plantel era hasta el Tercer Grado, pasé a culminar mis estudios primarios en la escuela «Manuel Ávila Camacho», ubicada a un lado del hotel Las Hamacas.
Seis meses pasé por la Escuela Secundaria 22, hoy número uno, que se encontraba en calles de La Quebrada, pero un temblor que dejó inservible ese viejo inmueble hizo que nos cambiáramos a la escuela “Morelos”, la cual se encontraba ubicada a un lado del mercado El Parazal. Más tarde emigré hacia la Ciudad de México para tratar de buscar acomodo en la Escuela Nacional de Maestros, en la que estuve también seis meses sin poder inscribirme. Y tuve que regresarme todo desconsolado a esta Capital Mundial del Paisaje. Amargo peregrinar. Y para no aburrir a quienes lean esto, en una segunda ocasión les terminaré de contar mis andanzas con ganas de hacer algo en la vida. Precisamente...Simple y sencillamente. ¡Dicho está...! (Tomado de su muro de Facebook/23-03-19)
Eulalio Espinosa Marmolejo
La escasez, ah, la escasez...a mis 82 años de edad, ya nada me impresiona. Toda mi vida he sido casi indigente, de escasos recursos, aunado a una situación que no me permitió tener la educación, o el nivel académico a la altura de los grandes retos de un mundo donde el pez grande se come al chico...donde la justicia social ha sido sin duda inalcanzable. Donde casi todo se vende al mejor postor. En fin...
Sin avergonzarme, puedo decir que he sido un pobre de aquellos lados en los que había que hacerle un guiño a la vida para que me diera la oportunidad de alcanzar alguna labor y ganar algo de dinero para poder comer y vestir. En efecto, quienes me conocieron y me han conocido, saben de lo que hablo. Y puedo jurarles que soy el mismo que calza y viste. Aun
que, claro con muchos más años que de costumbre...La escasez, ah, la escasez...a mis 82 años de edad, ya nada me impresiona. Toda mi vida he sido casi indigente, de escasos recursos, aunado a una situación que no me permitió tener la educación, o el nivel académico a la altura de los grandes retos de un mundo donde el pez grande se come al chico...donde la justicia social ha sido sin duda inalcanzable. Donde casi todo se vende al mejor postor. En fin...
Sin avergonzarme, puedo decir que he sido un pobre de aquellos lados en los que había que hacerle un guiño a la vida para que me diera la oportunidad de alcanzar alguna labor y ganar algo de dinero para poder comer y vestir. En efecto, quienes me conocieron y me han conocido, saben de lo que hablo. Y puedo jurarles que soy el mismo que calza y viste. Aun
¿Y saben que lugares me enseñaron a instruirme? Dos años de primaria en Iguala, un tercer año en la escuela «Justo Sierra» de Los Llanitos, hoy colonia Progreso de esta Ciudad y Puerto de Acapulco. Después, como ese plantel era hasta el Tercer Grado, pasé a culminar mis estudios primarios en la escuela «Manuel Ávila Camacho», ubicada a un lado del hotel Las Hamacas.
Seis meses pasé por la Escuela Secundaria 22, hoy número uno, que se encontraba en calles de La Quebrada, pero un temblor que dejó inservible ese viejo inmueble hizo que nos cambiáramos a la escuela “Morelos”, la cual se encontraba ubicada a un lado del mercado El Parazal. Más tarde emigré hacia la Ciudad de México para tratar de buscar acomodo en la Escuela Nacional de Maestros, en la que estuve también seis meses sin poder inscribirme. Y tuve que regresarme todo desconsolado a esta Capital Mundial del Paisaje. Amargo peregrinar. Y para no aburrir a quienes lean esto, en una segunda ocasión les terminaré de contar mis andanzas con ganas de hacer algo en la vida. Precisamente...Simple y sencillamente. ¡Dicho está...! (Tomado de su muro de Facebook/23-03-19)
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