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Yo tenía
10 perritos
Apolinar Castrejón Marino
Hace unos 50 años, la canción infantil de los 10 PERRITOS se encontraba en los primeros lugares de popularidad. Era una buena melodía con que las madres arrullaban y divertían a sus hijos.
La letra es muy sencilla y la tonada bastante simple, porque solo servía de entretenimiento, aunque también podía servir para practicar la secuencia de los números.
Yo tenía diez perritos (yo tenía diez perritos)
uno se cayó en la nieve
nada mas me quedan nueve (nueve, nueve, nueve, nueve)
De los nueve que tenía, 
de los nueve que quedaban (de los nueve que quedaban)
uno se fue con pinocho
nada mas me quedan ocho (ocho ocho, ocho, ocho)
De los ocho que tenía,
de los ocho que quedaban (de los ocho que quedaban)
a uno lo mató un cohete
nada mas me quedan siete (siete, siete, siete, siete)
Y así, hasta que se mueren todos los perritos. Ojalá los perredistas, recuerden esta canción infantil, para que la vayan cantando cuando sus diputados amarillos, vayan pasando a formar parte de otras intenciones en el congreso de la Unión.
Con buena dosis de morbo, los mexicanos que ya estaban fastidiados de sus declaraciones trasnochadas y absurdas, esperan ver como sobrevivirán, gentuza como  “Los Chuchos”. Qui
zá se dediquen a la vida familiar, como lo hace Alejandra Barrales, que por ahora pasa bastante tiempo con su hija Máxima.
Después  de ser una de las principales perdedoras de la elección del 1 de julio de 2018, se da la mejor vida en su lujosa mansión de Miami. Por cierto que esta costosa propiedad, que salió a la luz durante la campaña electoral, parece haber sido uno de los principales motivos de su estrepitosa derrota.
No es por “...hacer leña del árbol caído”, pero muchos compatriotas quieren ver hasta donde cae el ex jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera. Porque después de sentirse en los cuernos de la luna, de “...como no ven van a querer, si soy tan guapo...”, y de sentirse el heredero natural de la candidatura presidencial, por un partido al que ni siquiera quiso afiliarse, ante sus ojos se consume su llamarada de petate.
Por el momento, Ricardo Gallardo, Héctor Serrano, Lilia Villafuerte, Luz Estefanía Rosas, Carlos Torres, Emmanuel Reyes, Raymundo García, Mauricio Alonso y Javier Salinas, ya cruzaron el Rio de los muertos en la barca de Caronte, y hasta el Cancerbero los dejó pasar tranquilamente, de ida y vuelta.
Los priístas no están en mejor situación; con la agravante de que en esa tropa se encuentran los políticos más desprestigiados. Diga usted si no le enchinan la piel, nombres como Manuel Añorve (a) El Chuky, René Juárez (a) “El Negro de La Laja”, o Claudia Ruiz, Marioneta del tenebroso ex presidente Carlos Salinas de Gortari. 
Y ¿no le revuelven el estómago, nombres como Enrique Ochoa Reza, aquel que les dijo “prietos” a los militantes de Morena, o César Camacho, ese hombrecito corrupto y lambiscón, que dirigió el PRI durante los mejores años del Presidente Peña Nieto? Igualmente, nos revuelve el estómago, Manlio Saurio Beltrones, con sus declaraciones de que quiere “pruebas” de que los priistas han sido ladrones.
Entre los panistas que gozan su desprestigio tenemos a Ricardo Anaya, Diego Fernández, y Josefina Vázquez Mota. Pero el peor de todos es el embustero lidercillo Marko Cortes, con su perorata de que el PAN es un partido humanista y liberal, y que los panistas son “...una oposición valiente e inteligente que está a la altura de las circunstancias de México”.
Mas recientemente, Gustavo Madero fue a hacer sus panchos a la televisión, en una entrevista con Javier Risco -que parece tamal mal amarrado- con su insistencia de que “...México necesita contrapesos...” y que el y su partido van a limitar los abusos de López Obrador.
Los priístas tienen mas de 10 perritos, pero de todas maneras, dicen que caben en una “combi” para llevarlos a pasear. ¿Que pasó con los partidos políticos, para que sean tan odiados por los mexicanos? Pues es muy claro que los lideres gandallas se adueñaron de ellos, para dar rienda suelta a su voracidad.
Previamente hicieron leyes que permitieran sus excesos “legalmente”. Pero la gente se ha dado cuenta de todas sus maniobras tramposas, y también se dio cuenta de que todo el sistema político está organizado para permitirles todas sus acciones corruptas, con absoluta impunidad.
La gente se guardó su impotencia, en espera del mejor momento de externarla. Y aquel domingo 1 de julio de 2018 los mexicanos liberaron su enojo acumulado por tanto tiempo. Y ahora, nada detiene sus deseos de venganza.
Como las leyes mexicanas, no permiten hacerles daño físico a los políticos, se conforma con mostrarles su más profundo desprecio ¿Más claro?

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