COLUMNA
Café Astoria
Ignacio Hernández Meneses
HASTA SIEMPRE MAESTRO ARÉSTEGUI
El corazón de mi maestro Rafael Aréstegui Ruiz dejó de latir. Fue parte del glorioso y movimiento estudiantil de 1968 e integrante de su Consejo Nacional de Huelga; sufrió la represión de la Guerra Sucia, estuvo desaparecido por sus ideas políticas de izquierda, luego, en 1973 sobrevivió a una balacera que lo marcó para toda su vida de lucha con un balazo en la pierna; férreo defensor del principio de Autonomía Universitaria. Recuerdo que en 1989, siendo estudiante de Ciencias Sociales, platicábamos en el tradicional Café Astoria y le reclamé su exagerada cercanía política con el entonces gobernador José Francisco Ruiz Massieu, él era nuestro diputado por el PRD y suponía que ideológicamente se tendría que mantener la sana distancia, y es que dos meses antes habían reprimido al compañero Eloy Cisneros en Ometepec, casi lo matan las fuerzas represivas de Agustín Montiel López –preso después por tráfico de drog
as en Morelos-, pero mi profesor de Sociología de la Comunicación me negó que estuviera chaqueteando pero justo en ese momento, la mesera se acercó a nuestra mesita donde apenas cabían dos tazas, una de café americano y otra de café expreso que tanto le gustaba, y le dijo que tenía llamada telefónica (no se usaban los celulares todavía) de parte de la secretaría particular del ciudadano gobernador. Era un docente riguroso, exigente, no tenía preferencias políticas a la hora de asentar calificaciones, y le consta a varios compañeros periodistas que fuimos al curso que nos ofreció la Universidad Autónoma de Guerrero. Sembró muchos amigos en la UAG, uno de ellos “El Triqui”, Gerardo Gaytán Montoya, era como su hijo, su mejor cuadro político; Rosa María Gómez Saavedra y Marco Antonio López García, quienes le coordinaron su campaña por la rectoría –que perdió dos veces-, pero nunca bajó la guardia. Cuando salió de la cárcel luego del 68, su padre fue por él y que agarra y que le dice: “Como padre te digo: deja esas pendejadas (la lucha social y política); como hombre, ¡no te eches para atrás, ve a tu huelga!”. Así era el compañero Aréstegui. Seguro que allá ya lo recibieron Rosalío Wences Reza, Ranferi Hernández Acevedo, Javier Mojica, Rocío Mesino Mesino y Efraín Bermúdez Rivera, entre otros, y seguramente habrán sacado las pancartas y se disponen a realizar una marcha para democratizar el cielo.El corazón de mi maestro Rafael Aréstegui Ruiz dejó de latir. Fue parte del glorioso y movimiento estudiantil de 1968 e integrante de su Consejo Nacional de Huelga; sufrió la represión de la Guerra Sucia, estuvo desaparecido por sus ideas políticas de izquierda, luego, en 1973 sobrevivió a una balacera que lo marcó para toda su vida de lucha con un balazo en la pierna; férreo defensor del principio de Autonomía Universitaria. Recuerdo que en 1989, siendo estudiante de Ciencias Sociales, platicábamos en el tradicional Café Astoria y le reclamé su exagerada cercanía política con el entonces gobernador José Francisco Ruiz Massieu, él era nuestro diputado por el PRD y suponía que ideológicamente se tendría que mantener la sana distancia, y es que dos meses antes habían reprimido al compañero Eloy Cisneros en Ometepec, casi lo matan las fuerzas represivas de Agustín Montiel López –preso después por tráfico de drog
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