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Como desde hace 23 años, cada 11 de diciembre por la noche, sin fiesta, sin invitación a nadie, se hace con los que llegan, el personal, colaboradores y amigos, rezan a la virgen de Guadalupe y se convive un momento de manera austera, pero con mucho fervor guadalupano, en los talleres de La Crónica, Vespertino de Chilpancingo, y anoche no fue la excepción.
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