COLUMNA
DH-1-07-18
Tino Gatica
Tino Gatica
El “tonto útil” que ya sabe el concepto, aceptándolo como tal
Gracias a que he tenido esa capacidad de entender los problemas por los que pasan muchas personas, a las que he tratado durante mis más de quince primaveras multiplicadas por tres, es que he podido conocer las motivaciones o del comportamiento de mis semejantes, es decir a estas alturas ya conozco cuando la petición de ayuda es plan con maña, o de plano porque tal o cual persona no tiene a quien recurrir. A estas alturas del juego, eso de sentirme como el “tonto útil”, término acuñado por mi amigo Javier Francisco Reyes, ya me puede quedar como anillo al dedo, porque sé que de al
guna manera quienes me pidieron ayuda en un momento determinante o coyuntural de su vida, saben que les serví de mucho para sus propósitos, por eso es que ahora es mejor utilizar esa bendita palabra ampliamente conocida: No. O bien utilizar esa frase de “déjame pensarlo”. Y la verdad es que ambas expresiones tienen mucho sentido cuando se aplican con toda sinceridad, porque también tengo que reconocer que siempre las personas que acuden a ti es porque tienen “el chamaco atorado”, otra expresión que se la he captado a mi amigo Mario Sánchez Carbajal, de ahí que es básico siempre tener una palabra de aliento o de compás de espera para quien te pide le tiendas la mano. Pues bien, en este camino de mi larga vida, no sé si es fructífera, he tenido la fortuna tanto como la desdicha de conocer a personas a las que siendo yo una persona con capacidad de respuesta, al momento de apoyarlo para salir de sus dilemas, me dan la famosa puñalada trapera, pues me pagan con la ingratitud, incluso hasta de involucrarme en problemas de los que siempre he rechazado, sin embargo, he logrado salir avante, por eso es que agradezco a otras personas, que me conocen, que a su manera y como respuesta a problemas en los que me han involucrado me han tendido la mano. Es esta pequeña columna que elaboro con un agradecimiento pleno a quienes no me han soltado en mis problemas, empezando por mi familia, a la que yo sigo teniendo como el eje principal y motor de mis ocupaciones y preocupaciones. También hasta con mi misma familia, la que me tocó, he tenido que saber comunicarme para sortear el bonche de dilemas, que no es nada del otro mundo, digo mi pueblo no es Timbuctú, es Chilpancingo, y desde siempre es mi base tanto para mis actividades como para atender a la gente que me conoce, cuando viene a este municipio para sus trámites que realiza dentro de su agenda personal o de vida. Y escribo de manera oportuna esta columna estrictamente de carácter personal, porque considero que ustedes, hombres y mujeres, han tenido que sortear una serie de vicisitudes, al apoyar a quien se le tiende la mano, así como solucionar líos que de esa acción se deriven. A estas alturas, como digo, ya me siento el “tonto útil” pero sé que si me utilizan es por libre albedrío, ya no es de que me “llevaron al baile”, sino que ahora me gusta bailar porque ya me sé las notas musicales. Además de que ya aprendí a no dar ayuda en tanto no sea solicitada, por lo que ya no pregunto: ¿ye puedo ayudar en algo?, sino que ahora sí me espero a que la persona en situación de problema me pida alguna opinión, un punto de vista y si está en mi ánimo involucrarme para ser parte de la solución. Todo este monólogo, considero, que para ustedes le servirá de mucho que ya no anden como “hermanitas de la caridad” ayudando a todo mundo, porque cuando no puedes darles respuesta en sus planteamientos y problemas, de plano te dicen que estás en su contra y te en determinados casos te dejan de hablar. Así es que ayude, sí, pero cuando se lo soliciten. Es todo.Gracias a que he tenido esa capacidad de entender los problemas por los que pasan muchas personas, a las que he tratado durante mis más de quince primaveras multiplicadas por tres, es que he podido conocer las motivaciones o del comportamiento de mis semejantes, es decir a estas alturas ya conozco cuando la petición de ayuda es plan con maña, o de plano porque tal o cual persona no tiene a quien recurrir. A estas alturas del juego, eso de sentirme como el “tonto útil”, término acuñado por mi amigo Javier Francisco Reyes, ya me puede quedar como anillo al dedo, porque sé que de al
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