ARTÍCULO

Una Mirada
Daniel Reyes
Durante siglos, la crueldad humana no ha tenido límites, y es durante el siglo XIX e inicios del  XX, que se   crearon circos humanos, en los que se exhibían a personas con deformidad física.
Estos lugares albergaron los más profundos sentimientos  de tristeza y morbo, por parte de la  sociedad. Lamentablemente estos sitios,  se convirtieron en verdaderas atracciones, que iban de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad, mostrando la tristeza de estos seres extraordinarios.
Es quizá, este tipo de deformidades humanas, lo que inspiró a crear los distintos seres míticos, de los que hablan libros fantásticos como la biblia, la Iliada o la odisea. Durante la edad media, se crearon lo que se denominó “Bestiarios medievales”, en ellos se describía toda una serie de seres, con características muy especiales: hombres sin cabeza, con un solo ojo, con un solo pie,  sirenas, personas con dos cabezas o dos cuerpos,  etc.

Son muchos los seres, que a lo largo de la historia, fueron abusados, por tener características diferentes. Lamentablemente para ellos, era su único recurso de trabajo, en el cual recibían un poco de comida y alojamiento, pues habían sido abandonados por sus familias y la sociedad los rechazaba. Los circos los  exhibían como verdaderos fenómenos y la sociedad los agredía y los  discriminaba, orillándolos, cuando no tenían a nadie a buscar trabajo  para que la gente los mirara como verdaderos monstruos.
Lucía Zárate, conocida como la mujer adulta más pequeña del mundo. Nació en Sierra Nevada, México el 28 de enero de 1864. Su enfermedad fue catalogada como “enanismo microcefálico tipo II”. A la edad de 17 años, pesaba, tan solo 2 kilos cien gramos y media  solo 60 centímetros. Su cintura tenía el grosor de un dedo pulgar.
Este fue un caso donde los padres llegaron a utilizar a sus hijos con fines         económicos. Y así fue el caso de Lucía Zárate. Nació como una niña normal, junto con su hermano. Se desconoce si fueron gemelos, lo cierto es que ella y su
hermano, alcanzaron al año de edad, su altura máxima.
La madre los guardaba en el delantal  cuando realizaba sus quehaceres. Sin duda, fue un caso insólito que sorprendió a los científicos de la época, quienes se dedicaron a estudiar el caso, creándole al padre tanta fama, que empresarios de circos lo contrataron para realizar una gira mundial.
Conocieron no solo al presidente de México Porfirio Díaz, sino también a la reina Victoria de Inglaterra. Su padre gano tanto dinero, que adquirió por 12 mil pesos de la época más de 5 mil hectáreas de terreno.
Lamentablemente su hermano Manuel Zárate murió en una de las giras y 2 años después, el 27 de febrero de 1890, Lucía Zárate, al quedar descarrilado el tren del circo en el que viajaba, murió de  frío.
Julia Pastrana
El caso de Julia Pastrana, es uno de los pocos casos que  está marcado por el sufrimiento. Fue llamada como la mujer mono o también, la mujer más fea del mundo. Nació el 25 de marzo de 1834, en la Sierra de Sinaloa, México, su enfermedad ha sido catalogada como “hipertricosis” o síndrome del hombre lobo o exceso de bello.
Nació en uno de los grupos originarios de américa. Los análisis científicos los realizó el naturalista Charles Darwin, quien realizó una de las primeras descripciones de su fisonomía. El padre de la evolución, dice lo siguiente:
Julia Pastrana era una mujer extraordinariemente fina. Tenía una gruesa barba y frente velluda. Tenía en ambas quijadas, superior e inferior, una irregular dible hilera de dientes.
Una hilera colocada dentro de la otra, de lo cual el doctor Purland tomo una muestra. Debido al exceso de sus dientes, su boca se proyectaba y su cara tenía la apariencia de un gorila.
Los panfletos la anunciaban como la mujer indefinible, otros como una supuesta raza desconocida. Fue una mujer muy talentosa, hablaba 2 idiomas y era una gran bailarina. Lo que podríamos entender como representante artístico, que  más bien fue su abusador, Theodoro Lent, la explotó a más no poder, incluso embarazándola.
Lamentablemente  falleció en Rusia en 1860. Su cuerpo  y el de su hijo, el cual traía las mismas características que ella, fueron vendidos a un doctor ruso para exponerlos públicamente. En 2003 Laura Anderson, se encargó de los trámites para repatriar de Oslo Noruega a México y hoy se encuentra en un cementerio de Sinaloa, descansando en paz.
Continuará…

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