COLUMNA

De Frente
Miguel Ángel Mata Mata
Con las Ilusiones  perdidas
1.
Le mataron con dos plomazos en la misma banqueta donde caminan las religiosas para meterse a la Catedral de Nuestra Señora de la Soledad. Ellas rezan por el bien, por la otra mejilla, por el perdón que purifica.
En esa misma banqueta se han instalado decenas de puestos callejeros. ¡Pásele, pásele! ¡Son de barbacha! ¡Tamaleeees! De suadero, de tripa al pastor y los infaltables elotes o los esquites.
En esa misma banqueta cena le gente, caminan los curas y el arzobispo. Por ahí pasan los beodos a los bares de la otra calle. Por ahí. Por ahí en los límites de la Plaza Álvarez y el famoso zóc
alo sin kiosco de Acapulco.
Antes fueron dos o tres. Ya no importa. Los cuerpos quedan tirados por una, dos o seis horas, el último caso del domingo 21 de octubre a las cinco de la tarde, a la espera del personal de la Fiscalía General de Guerrero, quienes prometen pronta investigación.
El muerto quedó allí. Las religiosas siguen su paso. El cura y el arzobispo no suspenden sus misas… ni el cobro del diezmo. Los beodos se cambian al bar de la calle que sigue. Sigue la vendimia de cenas. Los clientes siguen allí. No se inmutan. Siguen su vida… con uno menos.
--“En algo andaba”, sostienen para seguir comiendo, bebiendo, rezando, vendiendo… con un muerto entre sus pies.
--¿Qué cosa hemos perdido? ¿El asombro? ¿Las ilusiones? ¿Qué cosa?
2.
Primero fue una oftalmóloga. Luego una maestra. A una le metieron dos tiros. A la otra la secuestraron y apareció asesinada. Luego se perdieron dos universitarias.
Luego el rumor, las noticias falsas en las redes sociales, y la perversión: andan matando mujeres para que Adela Román, la presidenta municipal de Acapulco, ceda.
--¿No precisamente andaban en misa o en la iglesia? Abonó a la percepción el arzobispo de Chilpancingo, Salvador Rangel Mendoza, al referirse a las inocentes mujeres víctimas de la sinrazón para rematar en declaración a los reporteros: “eran prostitutas”, dijo.
--¿Acaso no fue éste arzobispo el que se reunió con narcotraficantes en la sierra de Guerrero? ¿Es el mismo que los ve seguido, pues le envían un helicóptero para ofrecerles la confesión y el perdón de Dios?
--¿Acaso entonces andaba en la iglesia o en misa, señor Arzobispo Rangel?   
De las estudiantes, el rector de la UAGro, Javier Saldaña Almazán, defendió a las chicas del insano prelado: “no son prostitutas, son universitarias, señor obispo”.
De la doctora y la maestra hubo indignación, una marcha y… otra vez el silencio del miedo acompañado por ofensivo boletín de un fiscal de Guerrero, parado más allá de la insensibilidad que convierte la inocencia en complicidad.
--“Ya detuvimos a dos de apellidos N”.
¿Por qué las mataron? Imposible decirlo, pues “se violan los derechos de los asesinos”, responden quienes convierten en cifras la impunidad.
¿Por qué los diputados locales citan a comparecer a un ineficaz fiscal por el supuesto periodístico de la compra de una casa, pero esconden la cabeza y evitan citarlo para que explique el creciente número de asesinatos no resueltos? 
¿Qué hemos perdido? ¿La calma? ¿El asombro? ¿La inocencia?
3.-
La estulticia nos va ganado. En las redes aparecen intolerancia, racismo y, sobre todo, ignorancia.
--“Que cierren la frontera y expulsen a los migrantes que vienen de países de Centroamérica”, gritan con sus cabezas rapadas no de pelos, sino de sesos. ¿Éstos tuvieron algún día un hipotálamo?
Vienen de Honduras, Guatemala, El Salvador o Nicaragua. Los estultos, que invocan la soberanía nacional como si eso fuese un acto de fe, olvidan lo siguiente: 
Nicaragua viene del náhuatl (nic-anahuac). Significa “hasta aquí llegó el Anáhuac” o “hasta aquí llegaron los náhuas”.
¿Y qué cosa era el Anáhuac? Era México, antes de la llegada de los españoles. Hasta allá llegaba. Los que caminan, en busca de paz, no violencia, trabajo y superación, viven en el mismo territorio que compartimos todos los mexicanos. Somos lo mismo.
Aquí, como allá, hay violencia, desplazados, hay extorsiones, hay homicidios.
¿Quién, en su sano juicio, puede condenar a los migrantes que vienen de allá, desde donde llegaba el Anáhuac, a cruzar por lo que es su propio territorio?
--Solo la estulticia, que no es otra cosa que ignorancia, necedad o estupidez de una persona.
¿Qué hemos perdido? ¿La inocencia? ¿La solidaridad? ¿La humanidad?  
4.
En Ilusiones Perdidas, Honoré Balzac recoge la crónica de toda una época, y compone una elegía de los perdidos sueños de juventud.
Obra maestra de Balzac, Las ilusiones perdidas cuenta la historia de un joven de provincias con ambiciones artísticas que sueña con triunfar en París. La odisea de Lucien Rubempré desde la inocencia de su Angulema natal hasta el fango del fracaso constituye uno de los periplos narrativos más audaces, embelesadores e imponentes de la narrativa del siglo XIX.
Nuestro tiempo es el de La Comedia Humana, narrada por Balzac, y que describe, desgarradoramente, la estulticia de la condición humana. Hoy es como ayer. ¿Ese mundo regalaremos a nuestros hijos? 
Por Dios ¿Qué nos pasa?
5.
Al terminar la redacción de ésta entrega nos avisaron. Hubo otra balacera en la misma banqueta, junto a la catedral de la Señora de la Soledad en la plaza central de Acapulco. Una señora, refugiada dentro de la iglesia, fue herida en una pierna. Igual suerte tuvo un bolillero. Al parecer los militares detuvieron a alguien.
Son las siete de la noche del lunes 22 de octubre.

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