ARTÍCULO

Crisis que no es crisis
Apolinar Castrejón Marino
“México no está en crisis”, sostienen los empresarios, banqueros, “lideres” políticos, y la elite de mexicanos que se han enriquecido a la sombra del poder. Pero ¿Qué dirán los hombres y mujeres que se afanan trabajando arduamente, y solo consiguen “para comer”?
¿Qué dirán los jóvenes que encuentran cerradas las puertas de las oficinas de empleo? ¿Qué dirá la población que paga altos impuestos, y solo recibe malos servicios? ¿Qué dirán los niños que se pasan la mayor parte del año sin clases?
Un día se caerán todas las mentiras que ha construido el gobierno, respecto de nuestra situación económica. Un día la pobreza saldrá al público, por sobre la inauguración de obras, informes falseados con gráficas de bienestar, y discursos de los gobernantes que “reprueban” la pobreza que hay en el país, y que “les duele” la situación en que viven los mexicanos.
Así sucedió en Estados Unidos con la llamada Gran Depresión, la caída del sistema financiero, que ya no pudo sostener la imagen de prosperidad que venía manteniendo por casi 10 añ
os.
Artificialmente, se había creado la impresión de que Estados Unidos era el más grande líder mundial, y gozaba de un enorme poder y riqueza. En consecuencia los ciudadanos norteamericanos tenían derecho a una vida de confort y elegancia: todos los hogares deberían tener los electrodomésticos más novedosos, y desde luego un buen automóvil.
La señora de la casa debería tener un guardarropa con vestidos para toda ocasión, abrigos de pieles, y docenas de zapatos y zapatillas. El señor de la casa no podía ser menos, así que debería tener trajes y abrigos elegantes, corbatas, zapatos finos, y sombreros de las mejores marcas.
Los niños deberían asistir a los mejores colegios, y tendrían acceso a parques y sitios de recreo. Toda la familia debería tomar al menos 2 periodos de vacaciones para irse a la playa o al extranjero.
¿Cómo se podía conseguirse este idílico estado de vida? Muy fácil. Los bancos les prestaban cualquier cantidad de dinero, con muy módicos intereses. La gente común y corriente, obreros, pequeños comerciantes, asalariados, agentes viajeros, etc. podían obtener el dinero que quisieran.
Solo tenían que presentarse en el banco de su preferencia, donde les ofrecían distintas opciones de crédito. Una vez acordados los montos que el ciudadano deseaba, le indicaban acudir a la sucursal más cercana de la bolsa de valores, donde tenía que respaldar su operación financiera, con una hipoteca, empeño de un bien mueble o inmueble, o un comodato.
En las mismas instituciones bancarias y bursátiles, había agencias que ofrecían viajes, venta de automóviles, joyas, y novedades artísticas. El cliente, impresionado, no tardaba en convencerse de que la vida es buena. O como dijera la ex primera dama de Veracruz, “…se lo merecía”.
La parafernalia de la riqueza se complementaba con grandes espectáculos en cine y teatro, el culto a la personalidad de grandes ídolos y estrellas de la música, del deporte… y de la mafia.
Pero la regla infalible de la política afirma que “Se puede engañar a mucha gente, durante poco tiempo, y también se puede engañar a poca gente durante mucho tiempo; pero no se puede engañar a mucha gente durante mucho tiempo”.
Solo bastó que a alguien se le ocurriera cobrar en efectivo, los fondos que los bancos le aseguraban que tenía, para enfrentar la realidad de que los bancos no tenían dinero disponible. El dinero solo existía en documentos y contratos, pero nada en dinero efectivo.
Cuando los cuentahabientes confrontaron a los banqueros, les revelaron que en lugar de darles su dinero, debían acudir a la banca a saldar sus compromisos de empeños e hipotecas, y que de no hacerlo, perderían todos sus bienes.
De la noche a la mañana se quedaron sin casa, sin empleo, sin negocios, sin granjas, sin ganado. En su desesperación, y antes de afrontar la miseria, muchos prefirieron suicidarse. Los periódicos de la época publicaron fotografías de un matrimonio de ancianos en su cama, que murieron abrasados, después de tomar veneno para ratas.
Muchos norteamericanos arruinados, decidieron morir arrojándose de los puentes, y de los edificios. Pese a esta situación dramática, el gobierno de Estados Unidos solo reconoció los suicidios del presidente de County Trust Co. y Rochester Gas and Electric, que se quitaron la vida con arma de fuego.
El 29 de Octubre de 1929, es conocido como “Martes Negro”, producido por la especulación a gran escala, la contratación de deudas onerosas, y el exceso de préstamos que no podían liquidarse. En un solo día, se produjo la caída más estrepitosa de las cotizaciones en la Bolsa de Nueva York, y la consiguiente ruina de miles de norteamericanos.
Estos terribles sucesos dieron origen al filme “Black Tuesday”, del director Hugo Fregonese, exhibida en 1954.

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