SUMARIO DE NOTA
Los billetes
de antaño
de antaño
Edilberto Nava García
Hace ya muchos años, en mi infancia, tenía valor real nuestra moneda, que podíamos comprar con monedas de cinco centavos. Circulaban dos de cobre y en ambas figuró la efigie de la corregidora, doña Josefa Ortíz de Domínguez.
Una era de mayor tamaño y su color más encendido a cobre, pues la más pequeña era amarillenta. Sin embargo, con dos de esas monedas comprábamos una pieza de pan de regular tamaño, galle
tas de animalitos, de las cuales nos daban más de seis o bien, cuatro canicas de cemento por cinco centavos. Hace ya muchos años, en mi infancia, tenía valor real nuestra moneda, que podíamos comprar con monedas de cinco centavos. Circulaban dos de cobre y en ambas figuró la efigie de la corregidora, doña Josefa Ortíz de Domínguez.
Una era de mayor tamaño y su color más encendido a cobre, pues la más pequeña era amarillenta. Sin embargo, con dos de esas monedas comprábamos una pieza de pan de regular tamaño, galle
Anteayer, excavando una pequeña cepa en lo que fue la espaciosa casa que habitaron mis abuelos maternos, emergió de entre la tierra removida, una moneda de aquellas de cinco centavos, de las amarillentas.
En ella continúa la efigie de doña Josefa y su acuñación fue en 1957, año de aquel temblor de julio cuando el monumento del Ángel de la Independencia se cayó en la capital del país.
Aún recuerdo que en casa dormíamos solos, pues mis papás estaban velando a mi tía Flora García, hermana mayor de mi abuelo, y madre de mi tío Pascasio Zacarías García, cantor y quien acompañaba en las misas tocando el armonio.
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