COLUMNA

COSMOS
Héctor CONTRERAS ORGANISTA
Ya pasaron muchos años pero el recuerdo en Yamel debe estar fresco, porque fue una madrugada especial.
Angélica María estaba de moda entre los baladistas de la época y obtuvo gran éxito con su canción: “El Día”: El sonido que en aquellos momentos salía de las cuerdas de la guitarra y la voz de Diego Díaz, quien pretendía los amores de la hermosa muchacha, despertaron al vecindario.
El día que deje de salir el sol
y la luna deje de alumbrar
y las estrellas dejen de brilla
ese día te dejaré de amar.
Cuando las flores pierdan su color
y no exista la palabra amor
y todo el mar se llegue a congelar,
ese día te dejaré de amar
El día que el eco no quiera repetirme
a gritos que te adoro te dejaré de amar

El día que el pájaro no cante en primavera
y la esperanza muera
te dejaré de amar.
El día que deje de salir el sol
y la luna deje de alumbrar
y las estrellas dejen de brillar,
ese día te dejaré de amar
Enfrentándose al rechazo de don Filemón Padua, nacido en Líbano y hombre de carácter avecindado en Chilpancingo, sobrevino el noviazgo y después la boda y más tarde llegó la cigüeña con su racimo de amores y se formó una familia muy querida y distinguida en Chilpancingo: Los Díaz Padua.
En abril de 1973, la pareja junto con otras familias locales y yendo al frente don Elías Naime Némer, que era por segunda vez alcalde de Chilpancingo, viajaron a Pleassent Hill, al intercambio de “Ciudades Hermanas”.
Diego era charro, era jinete, era cantante y era un hombre muy activo. Lamentablemente sufrió la caída de uno de sus caballos lo que le ocasionó que permaneciera enclaustrado en sus habitaciones por el resto de sus días.
Quien directamente cargó con la gran pena y la responsabilidad, por años de sufrimiento, fue Yamel, su amada esposa.
Sus padres y hermana (María Eugenia), fallecieron, pero le quedó la fortaleza de los hijos, de las muchas amistades y familiares.
Diego hace unas horas fue a rendir cuentas al Creador.
Hay duelo y dolor, vacío y muchos recuerdos.
Cuando elaboré el libro “El Ocosúchil”, los visité. Conseguí una canción que Diego le compuso a la región azul de Guerrero, que a continuación reproduzco.
Mi más sentido pésame a Yamel, a sus hijos, a las familias Díaz y Padua por la irreparable pérdida. Ellos conocen el gran cariño y gratitud que les tengo.
Descansa en paz, querido amigo Diego Díaz.
CHILPANCINGO AZUL
Canción de Diego Díaz
Saliendo de Chilpancingo
por el camino del sur
entrando por Petaquillas
y hacia Tepechicotlán
donde principia la ruta
del bello circuito Azul.
Llegarás a Mochitlán
nuestra esmeralda del sur
visto desde su Calvario
nos alegra el corazón
y nos inspira el deseo
de cantar esta canción.
Allá por Quechultenango
hay una hermosa región
que se llama Colotlipa
con su hermoso Río Azul
sus grutas de Juxtlahuaca
me han robado el corazón.
Yo les invito paisanos
a pasar por Santa Fe
con sus aguas cristalinas
nacidas del Borbollón,
que es una gema preciosa
plena de vegetación.
Sentado en una ladera,
al borde de un madrigal
ya los recuerdos me acechan
tierra de mi ensoñación,
si me fugo de tu vera
me urge más esta pasión.
Pero al llegar a Chilapa
nos alegra la ilusión
con su tianguis de alegría
en toda la población.
Por Zitlala y Acatlán,
por Apanago y por Atliaca
en su sendero de flores
con rumbo a la capital.
En mi Tixtla de Guerrero
qué hombres ilustres nacieron
y le dieron a la patria
dignidad y libertad,
Guerrero y Altamirano
sus memorias las honramos
con un sencillo homenaje
del que canta esta canción.
No te podré olvidar
Chilpancingo en Azul
donde encontré mi amor,
dueña de mi corazón.
Mi Chilpancingo Azul,
tierra de mi ilusión
con toda la emoción
te cantará el corazón.

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