COLUMNA

COSMOS
Héctor CONTRERAS ORGANISTA
TLACOLOLEROS
Una de las preocupaciones que llaman poderosamente la atención de algunos paisanos chilpancingueños con quienes hemos dialogado, es que la danza de los tlacololeros está en plena extinción.
“La Danza Madre de Chilpancingo”, que se registra en la Historia del Arte de Guerrero como una de las tradiciones más importantes en el estado, se remonta a los años 40, cuando era ensayada en el Barrio de San Mateo por el señor Roberto Calvo, de muy grata memoria.
En ese entonces, don Aurelio Baltazar Aponte, vecino del mismo barrio, era el pitero y quien también ensayó por muchos años la danza en su domicilio de las calles de Dr. Liceaga y Narcizo Mendoza.
Los tlacloleros cobraron tanta popularidad, atractivo e importancia en el ámbito internacional que de los Estados Unidos de Norteamérica se les invitó a participar al parecer en Nueva York, en un festival latino, y años después, en 1958 hicieron lo propio en un concurso nacional de Danza celebrado en Bellas Artes donde obtuvieron el segun
do lugar. Ahí, en ese prestigiado lugar, don Aurelio Baltzar Aponte hizo escuchar el pito y el tambor de la danza que emociona y hace vibrar los corazones de quienes somos chilpancingueños.
En el año 2000, los maestros Juan Carranza Soriano, Efraín Vélez Encarnación y Conchita Bello, presentaron la danza, aunque ésta con el atuendo de los tlacololeros de Chichihualco y pitero de allá mismo, en la Casa de América, en Madrid, y al día siguiente se presentaron en la plaza de toros más famosa del mundo: Chinchón, España, donde Cantinflas filmó escenas de la película “La Vuelta al Mundo en Ochenta Días”, con rotundo éxito ante un público europeo gratamente sorprendido al observar el atractivo y originalidad de la danza mexicana.
Entonces, si la Danza de los Tlacololeros es uno de los valores culturales más importantes del Estado de Guerrero y de México, y en particular de Chilpancingo, ¿por qué en estas primeras dos décadas del siglo 21 está a punto de extinguirse y con inusitado entusiasmo la están exterminando sus propios protagonistas?
La respuesta de algunos chilpancingueños dicta que se debe a la distorsión que a grandes zancadas están haciendo las nuevas generaciones de nuestra danza querida, en la que mucho tienen que ver los actuales responsables de ensayarla.
La primera agresión es que ya no se ensaya ni se monta o “se para” completa, tanto en número de danzantes como en los sones. No se explica ni se  divulga en qué consiste la trama, cuyo principal fundamento es la caza del tigre.
Dos: Los parlamentos de los tlacololeros se han suprimido de manera por demás arbitraria. Alguna ocasión por cierto, al entrevistar al querido y siempre bien recordado maestro Carlos Rodríguez Díaz, experimentado director de teatro, egresado de Bellas Artes y quien vivió por muchos años en Chilpancingo y aquí murió nos explicó que Los Tlacololeros es una danza-teatro. Eso, prácticamente se ha borrado como idea fundamental y nadie se preocupa por su rescate.
Tres: La danza de años idos se realizaba con un alto y respetado sentido religioso, y los tlacololeros solamente se “vestían” para participar en la Feria de Diciembre,
con la presencia de tlacololeros de cada barrio, incluyendo a la danza tradicional de Amojileca y su tigre que bajaba al porrazo en una ceremonia ya jamás vista.
En la actualidad, los tlacololeros participan en fandangos y chungas de políticos en cualquier época del año y se ha comercializado. Antes se bailaba por gusto y por el orgullo de representar a los barrios de Chilpancingo.
Cuatro: No se tuvo el cuidado de hacer algunas grabaciones de los sones originales que tocó don Aurelio Baltazar Aponte, y los piteros actuales los han deformado tocando como quieren y lo que quieren.
Cinco: Las máscaras han sufrido el mismo insulto de deformación. Tlacololero solamente es uno, en la danza; los demás representan personajes que dieron vida a los propósitos de la trama de la caza del tigre: El chile verde, el jitomatero, el Maizo, el Salvador, la perra o Maravilla que era la que husmeaba para localizar al tigre y cazarlo, el tlacualero, etcétera.
Quien ensayaba la danza era quien decidía y asignaba entre los danzantes cuál personaje iban a caracterizar. Hoy cada quien se manda hacer la máscara que quiere y entran en la “bola” de tlacololeros, como quieren.
Las máscaras ya no se hacen de madera, de ramas de árboles selectos que soporten algún chirrionazo cuando se hace “La Quema del Tlacolol”, después del porrazo de tigres. En la actualidad se comienza a usar el plástico, máscaras de plástico, con riegos que podrían ser fatales. Inclusive hasta los chirriones, calzado, sombreros han sido deformados.
El sombrero no ha cambiado en tamaño pero en lugar de Ahuejote alrededor de la copa del sombrero le colocan florecitas de cempasúchil y ya no la flor hecha de papel de china que iba al frente. Los guaraches han sido sustituidos por botines de colores y ya ni recuerdos quedan de cómo se bailaba cada son, que en total son diecisiete.
En nuestro comentario de hoy, y con el respeto y el cariño que como chilpancingueños tenemos por la Danza de los Tlacololeros, convocamos a viejos chilpancingueños para que se conforme una especie de Comité Ciudadano que vele por el rescate y la preservación de la danza de los tlacololeros y de algún modo respetuoso y atento se invite a quienes ensayan la danza a frenar la insultante deformación en que se ha incurrido y se sigue cayendo.
Tal vez exageremos, pero al frente no observamos que alguna autoridad civil ni religiosa se preocupe por la terrible distorsión que todos hemos permitido.
La Danza de Los Tlacololeros debe respetarse, antes que nada, y preservarse sus orígenes, para que las nuevas generaciones de chilpancingueños se sigan sintiendo orgullosos de ser dueños de una cultura que nos emociona, que nos alegra y que nos da vida, e identidad bella y  valiosa… y que es la muy valiosa herencia de nuestros mayores

Comentarios

Entradas populares de este blog

𝗛𝗮𝘀𝘁𝗮 𝟯 𝗵𝗼𝗿𝗮𝘀 𝗮 𝗖𝗵𝗶𝗹𝗮𝗽𝗮

𝗗𝗲𝗷𝗮𝗿𝗼𝗻 𝗱𝗶𝗻𝗲𝗿𝗼 𝗮 𝗡𝗼𝗿𝗺𝗮 𝗢𝘁𝗶𝗹𝗶𝗮

𝗗𝗲𝗷𝗮𝗿𝗼𝗻 𝗱𝗶𝗻𝗲𝗿𝗼 𝗮 𝗡𝗼𝗿𝗺𝗮 𝗢𝘁𝗶𝗹𝗶𝗮