COLUMNA
Entre la verdad y la ficción
Jorge Luis Falcón-Fernández Arévalo*
Jorge Luis Falcón-Fernández Arévalo*
EL DR. JEKYLL Y MR. HIDE, DE LA POLÍTICA, EN MÉXICO.
“Hacer una cosa sin comprenderla era una acción deshonesta, una falsedad”. -León Tolstoi-
Estamos ante un proceso de ultra personalización de la política en vez de lograr un paso evolutivo hacia lograr una mayor institucionalización de la misma, ésta se disgrega y, se entra a la desconfianza de sus participantes. Por ambiciones personales o de grupo, se corrompen ante los ojos de los votantes los que “construyen” la gobernanza.
Se han extraviado las personalidades y de gran carisma, en nuestra política. La capacidad de organización, aunque se observa en el azar, se contemplan más sus equipos trabajando arduamente, para concretar consensos en grupitos que en nada beneficia a la sociedad mexicana. Así como también en los procesos de transformación política y en los movimientos sociales y populares.
La arquitectura partidista se ha desquebrajado, la albañilería y orfebres de la política con caretas de Jano, edifican desde diversos organismos políticos, no una política sana; sino están construyendo diversos monstruos.
Mientras más sigamos aferrándonos (consciente o inconscientemente) a este tipo de situaciones de pleitos, distanciamientos, combinaciones y conjugaciones de criterios, mayor será nuestra dificultad para poder madurar políticamente.
¿El despersonalizar la política es totalmente necesario?
Es hora de que como pueblo, empecemos a analizar las propuestas, proyectos y discursos de nuestros dirigentes como así también de los candidatos que en un futuro nos representarán. Desechar lo podrido, no podemos seguir manteniendo a la misma clase de sabandijas, cuando hay nuevas castas de hombres y mujeres que desean un país moderno de hechos, no de palabrería.
“Hacer una cosa sin comprenderla era una acción deshonesta, una falsedad”. -León Tolstoi-
Estamos ante un proceso de ultra personalización de la política en vez de lograr un paso evolutivo hacia lograr una mayor institucionalización de la misma, ésta se disgrega y, se entra a la desconfianza de sus participantes. Por ambiciones personales o de grupo, se corrompen ante los ojos de los votantes los que “construyen” la gobernanza.
Se han extraviado las personalidades y de gran carisma, en nuestra política. La capacidad de organización, aunque se observa en el azar, se contemplan más sus equipos trabajando arduamente, para concretar consensos en grupitos que en nada beneficia a la sociedad mexicana. Así como también en los procesos de transformación política y en los movimientos sociales y populares.
La arquitectura partidista se ha desquebrajado, la albañilería y orfebres de la política con caretas de Jano, edifican desde diversos organismos políticos, no una política sana; sino están construyendo diversos monstruos.
Mientras más sigamos aferrándonos (consciente o inconscientemente) a este tipo de situaciones de pleitos, distanciamientos, combinaciones y conjugaciones de criterios, mayor será nuestra dificultad para poder madurar políticamente.
¿El despersonalizar la política es totalmente necesario?
Es hora de que como pueblo, empecemos a analizar las propuestas, proyectos y discursos de nuestros dirigentes como así también de los candidatos que en un futuro nos representarán. Desechar lo podrido, no podemos seguir manteniendo a la misma clase de sabandijas, cuando hay nuevas castas de hombres y mujeres que desean un país moderno de hechos, no de palabrería.
Comentarios
Publicar un comentario
Muchas gracias por leer La Crónica, Vespertino de Chilpancingo, Realice su comentario.