ARTÍCULO

La Corrupción en Mexico
Apolinar Castrejón Marino
En México, la corrupción tiene nombre y apellido, y hasta tiene acta de nacimiento. Siempre hubo delincuentes y transgresores de la ley: ladrones, asesinos y estafadores.
Pero esos bribones que hacían daño a los ciudadanos por su cuenta y
riesgo, cuando eran sorprendidos, recibían su castigo. Hasta que  el 1 de diciembre de 1946 tomó posesión de la presidencia de la república, el Lic. Miguel Alemán Valdés, quien inicio la corrupción institucionalizada, al amparo de la impunidad.
El 18 de enero de 1946 tuvo lugar la Segunda Gran Convención del Partido de la Revolución Mexicana, que dio lugar a su transformación como Partido Revolucionario Institucional. A partir de entonces, todo quedó bajo el estricto control de la oligarquía: banqueros, empresarios,
clero, y políticos.
Este instrumento político sirvió para dejar atrás la tradición de los gobiernos presididos por militares, y la llegada, consecuencia lógica de los de carácter civil. Al autoritarismo del partido hegemónico se le llamó democracia, y al consenso (complicidad) de las distintas fuerzas políticas, se le llamó legitimidad. A las fuerzas armadas, se les humilló, obligándolas a someterse al poder civil.
Hubo un gran desarrollo económico, y justicia social, y libertades políticas –para la clase política–, pero los derechos de los trabajadores, y la educación gratuita para todos, fue puesta el papel –La Constitución–, sin ninguna garantía para su cumplimiento.
Antes de él, hubo hasta cuatro generaciones de personajes con el nombre “Miguel Alemán”, así que de familia, estaba destinado para la política. Inició como diputado en su tierra natal, Veracruz.
En 1933 fue encargado de coordinar la campaña de Lázaro Cárdenas para la presidencia, y con ello, su perfil se elevó a nivel nacional, y en 1936  se consiguió una senaduría.
Manlio Fabio Altamirano, era gobernador electo de Veracruz, y de manera por demás extraña, fue asesinado en la ciudad de México por unos matones a sueldo en el popular Café Tacuba, en el centro de la Ciudad. Se organizaron elecciones extraordinarias para sustituir al caído y ¿Quién
cree que ganó? Así es, Miguel Alemán.
Lo mismo sucedió diez años después con Maximino Ávila Camacho, hermano del presidente de la República. Este hombre poderoso, se oponía a que Alemán fuera candidato del PRI para la presidencia de la República. No lo hubiera hecho, porque lo pagó con su vida.
El periodista Alfonso Diez, describió así el caso. “El último día de su vida, Maximino fue a Atlixco, donde dio un discurso, que sería el último. Una hora más tarde sufrió un infarto grave, y cuando era atendido en el hospital, le sobrevino otro. Fue trasladado a su casa de Puebla, pero ya nada pudieron hacer los doctores de la familia, y falleció”.
En su novela “Arráncame la vida”, Ángeles Mastretta describe paso a paso, la muerte de Maximino, y la atribuye a envenenamiento masivo. Las investigaciones fueron desviadas, y la verdad fue enterrada con Don Max. Así fue el primer caso de asesinato desde la cúpula del poder. Y esa parafernalia se observa hasta la fecha.
Los médicos certificaron como causa de su fallecimiento “infarto al miocardio”, pero siempre quedó en el pueblo la sospecha de que Alemán lo había mandado envenenar, para conseguir la presidencia. Y así llegó, con una trayectoria de traiciones y sospechas de asesinato.
Vicente Lombardo Toledano era el líder de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), la organización obrera más grande del país. Los contestatarios del gobierno, juran que Lombardo es un auténtico revolucionario, y quizá así sería, pero en 1945 fue el encargado de “destapar” a Alemán como candidato a la presidencia. En el delirio de la demagogia, lo llamó “Cachorro de la Revolución”.
Cuando tomó posesión, en 1946, la paridad monetaria era de $4.85 pesos por dólar. En el transcurso de su “mandato”, devaluó el peso tres veces y al entregar el poder, en 1952, era de $8.65. Casi el doble.
Debido a la expropiación de la industria petrolera, México tenía una deuda con la Compañía Mexicana de Petróleo El Águila. Entonces el presidente Alemán, compró la compañía como particular, y luego liquidó a “los accionistas” con dinero del gobierno: más de mil millones de pesos.
Entre esos accionistas, se encontraba “El Mero” Miguel Alemán y sus amigos. Nadie se enteró de estos “trinquetes”, pues por aquel entonces, el presidente no rendía cuentas a nadie. Hoy si lo hacen, pero son “declaraciones” falsas.
Le gustaron los negocios, y procedió a crear Ciudad Satélite, en el norte de la Ciudad de México. A través de sus amigos (cómplices) Rogelio de la Selva, Gabriel Ramos Millán y Manuel Ramírez Vázquez compró todos los terrenos alrededor de este emporio urbano.
Creó varias compañías constructoras, con el fin de urbanizar la zona, y luego construyó edificios, casas y condominios, y un año más tarde los estaba vendiendo a precio de oro.
Ya metidos a urbanistas, él y sus amigos, formaron la Colonia Anzures, Polanco, y fraccionaron la hacienda de los Morales. Luego hicieron lo mismo en Cuernavaca, con la autopista. Y en Acapulco con la costera.
El esquema era el mismo: ordenaba realizar obras federales, y al mismo tiempo compraba todos los terrenos alrededor de ellas para fraccionarlas y urbanizarlas, y luego venderlas por su cuenta, a precios muy elevados. Y también le gustaba poner su nombre a las obras, como la Costera Miguel Alemán, o el Viaducto Miguel Alemán, para que siempre lo vieran como un benefactor.
Actualmente, esto se conoce como “conflicto de intereses” y los políticos de todos los partidos continúan realizándolo, sin que la población se entere, pues el instituto de acceso a la información resguarda esta clase de información “por medidas de seguridad” de los sinvergüenzas. 
¿Quién nos explica por qué, una autopista se construye con nuestros impuestos, y luego nos cobran por utilizarla? En poco tiempo, Alemán tenía al país sumido en deudas que no tenían por qué pagar los ciudadanos.
Pero nadie podía oponerse al modo de gobernar de Miguel Alemán, por temor a la violencia que desataba contra los opositores, como los miembros del Partido Comunista que desfilaban el primero de mayo, que fueron recibidos a balazos cuando se acercaban al Palacio Nacional.

Comentarios