COLUMNA
CDMX, a 21 de nov. 2017.--Desde la Hacienda Mazatlán, ya adscrito a la plana mayor del Ejército, habiendo sido enviado a combatir la rebelión de Rafael del Castillo Calderón en el estado de Guerrero; el 24 de abril de 1901 el coronel Victoriano Huerta, envió al Ministro de la Guerra, general de división Bernardo Reyes, un informe manuscrito con letra firme y clara redacción.
Que decía: “Mi querido general de todo mi respeto: Lo saludo y permítame que le dé a usted un abrazo”.
En el texto de ese mensaje, el coronel Huerta, informaba con
detalle sobre los movimientos de tropas en la región en persecución del enemigo: Los que merodeaban por la sierra de Mochitlán, muchos de ellos venían en la noche a sus casas con la creencia de que nadie estaría vigilando. Que decía: “Mi querido general de todo mi respeto: Lo saludo y permítame que le dé a usted un abrazo”.
En el texto de ese mensaje, el coronel Huerta, informaba con
Se preparó el golpe, descríbió Huerta y anoche fueron aprehendidos treinta y tantos, todos ellos pronunciados. Ordené que fueran castigados.
Castigados, escrito con letra grande y remarcada, quería decir fusilados. El 16 de mayo de ese 1901, Huerta informaba al mismo Bernardo Reyes: “la campaña en rigor ha concluido.
Me faltan algunos por castigar y otros por remitir a usted. Todo se hará de la manera más expedita aunque digan, como dicen que dicen, que soy animal carnicero”.
En el Colegio Militar, promoción 1872-1879, Huerta había sido un alumno sobresaliente en matemáticas y astronomía. El coronel era un jefe cruel, pero no uno cualquiera. Señala Adolfo Gilly, facultado en esta materia.
A lo largo del año 1899 el capitán 1º de artillería Felipe Ángeles, profesor en el Colegio Militar, publicó en la revista mensual de El Arte y la Ciencia, Bellas Artes e Ingeniería, una serie de 11 artículos de Ingeniería Militar: los cinco primeros fueron sobre Fórmulas relativas a las velocidades y presiones en las armas de fuego; los restantes seis, sobre Principios del arreglo del tiro de la artillería.
En 1901 el capitán Ángeles fue enviado a Francia para inspeccionar el material de artillería de las fábricas militares Schneider-Canet y St. Chaumond contratado por el gobierno mexicano. Allá recibió su ascenso a mayor.
Ambos militares, Huerta del estado de Jalisco 1845-1914 y Ángeles del de Hidalgo, 1868-1919, personificaban dos espíritus y dos culturas del Ejército Mexicano durante la larga presidencia del general Porfirio Díaz.
Retirado Díaz, sus destinos se cruzarían en la presidencia breve de Francisco Ignacio Madero y en la tragedia de febrero de 1913. La Decena trágica en que Huerta era del bando traidor y Ángeles al servicio de Madero.
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